Mi blog: www.criticodecine.es
Ya me he puesto esta mañana con el comentario pero me temo que me va a llevar más tiempo del que esperaba. Además hoy, contra todo pronóstico, hace un día soleado, así que igual me voy a dar una vuelta por Bilbao y dejo la reseña para la noche y/o mañana, aunque reconozco que estar todo el día con la mascarilla puesta es un fastidio que cada vez llevo peor y eso que trabajo en sanidad...
Ayer, en cambio, nos dimos un gran paseo por las pedanías de Castro Urdiales, en Cantabria y fue una gozada porque puedes caminar tranquilamente sin necesidad de llevar mascarilla, salvo cuando te acercas a los (pequeños) núcleos urbanos.
Ah, y que nadie se mosquee con la tilde de la palabra guion. Es que al destacarla el compañero DrxStrangelove, me pareció que me estaba tomando el pelo...
... y que conste que yo también era de los que pensaba que no llevaba. Al parecer el cambio vino a partir de 2010, por lo que es relativamente reciente.
Y, por supuesto, pido perdón al compañero al malinterpretar su comentario.
Y aquí, el que esté libre de culpa, que tire la primera piedra...
... me refiero a los errores de ortografía y de sintaxis.
Después de todo, algunos somos de ciencia.
No te preocupes Alcaudón, faltaría más. El hecho es que me estáis liando y ahora no sé si lo lleva o no así que, en el futuro, no es extrañéis si lo escribo de las dos formas; más que nada, para ir compensando el error...
No, ya digo que en la tablet y el móvil me lo corrige con acento, que es por donde suelo escribir cuando lo hago en el foro, así que no le hagáis demasiado caso porque las auto correcciones las hace muchas veces sin que me de cuenta.
Por cierto, os veo a todos un "poco" acelerados con el post.
Quiero decir que apenas habéis visto la entrega de la semana ya estáis pensando en la siguiente. Incluso algunas ya la habéis visto.
A veces me siento como uno de esos monjes de la Edad Media dibujando con pan de oro las bellas ilustraciones de los manuscritos que le entregaban enfrentado a un ordenador de última generación que hace el mismo trabajo en una fracción de tiempo.
Como decían The Beatles, en concreto John Lennon, en una canción no compuesta por ellos ("Slow Down", EP Long Tall Sally, 19 de junio de 1964):
Well, come on pretty baby won't you walk with me
Come on pretty baby won't you talk with me
Come on pretty baby give me one more chance
Try and save our romance
Slow down
Baby, now you're moving way too fast
You gotta gimme little loving
Gimme little loving
Ow, if you want our love to last
Well, I used to walk you home, baby, after school
Carry your books home, too
But now you got a boyfriend down the street
Baby what're you trying to do
You better slow down
Baby, now you're moving way too fast
You gotta gimme little loving
Gimme little loving
Brrr, if you want our love to last
Well, you know that I love you, tell the world I do
Come on pretty baby, why can't you be true
I need you badly, baby, oh so bad
The best little woman I ever had
Slow down
Baby, now you're moving way too fast
You gotta gimme little loving
Gimme little loving
Ow, if you want our love to last
En mi caso veo la pelicula cuando encuentro un poco de tiempo. Si puede ser con antelación, mejor. Asi tengo más margen para escribir un poco y decir algo con sentido. Pero como leí que Alex ya tenía hecha la crítica y que mad ya la había visto, pues pensé que me acabaría pillando el toro. Y si puedo, me gusta reflexionar un poco antes de escribirla...
Eso sí, después de leer el libro de Ciment y hacer un auténtico ejercicio de hermenéutica voy a optar por no leer nada de la película en cuestión hasta haber hecho la crítica. Porque condiciona demasiado el enfoque que en un principio quieres darle al análisis. Al menos a mí.
Aparte de la traducción y como ya he dicho anteriormente o bien la memoria de Kazan es frágil o simplemente miente más que habla, lo cual por su puesto no invalida para nada su talento como director, sin lugar a dudas, uno de los grandes del cine norteamericano de postguerra.
Tranquilos, que mi comentario de La barrera invisible (Gentleman's Agreement) no llegará antes del viernes.
"Guion" es de esas palabras que antes se acentuaban y ahora no. Esto de los cambios ortográficos suele ser un coñazo. En catalán también nos cambiaron los acentos diacríticos hace poco tiempo, lo cual ocasiona confusiones sin fin. Si a eso le añadimos los correctores agresivos y las dificultades que para algunos supone escribir en pantallas táctiles (como yo ahora mismo, que estoy escribiendo con el móvil), no cometer faltas de ortografía es casi milagroso.
Finiquitado el comentario a falta de las capturas de pantalla pertinentes.
Lo cierto es que he necesitado parte de la mañana y toda la tarde para darle forma.
Me ha salido un pelín prolijo, as usual.
Por hoy lo dejo aparcado dado que después de cenar quiero verme la siguiente (y penúltima) entrega del coleccionable dedicado a Douglas Sirk, la hermosa TIEMPO DE AMAR, TIEMPO DE MORIR (1958), de la que tengo una edición en DVD de la mano de Suevia (2008) - y que hizo una buena labor con la obra de Sirk - y una edición en BD de la británica Eureka! (2013).
Mañana por la mañana le daré los toques finales al comentario de la película de Kazan y espero que os gusten los resultados.
03. BOOMERANG! (1947, EL JUSTICIERO)
Director: Elia Kazan.
Producción y distribución: Twentieth Century-Fox Film Corp.
Productor: Louis de Rochemont.
Guion: Richard Murphy, basado en el artículo “A Perfect Case” de Anthony Abbot (The Rotarian Magazine, diciembre de 1945).
Dirección artística: Richard Day y Chester Gore.
Fotografía: Norbert Brodine (en 1.37:1).
Música: David Buttolph.
Montaje: Harmon Jones.
Reparto: Dana Andrews (Fiscal del estado Henry L. Harvey), Jane Wyatt (Madge Harvey), Lee J. Cobb (Jefe Harold H. Robinson), Cara Williams (Irene Nelson), Arthur Kennedy (John Waldron), Sam Levene (Dave Woods), Taylor Holmes (T.M. Wade), Robert Keith (“Mac” McCreery), Ed Begley (Paul Harris). + Reed Hadley (narrador).
Duración: 88 minutos.
Rodaje: desde mediados de septiembre hasta noviembre de 1946.
Estreno: 28 de febrero de 1947.
Recaudación: 2.250.000 dólares (Variety, 7 de enero de 1948).
...
Aunque Elia Kazan siempre la consideró su primera película “personal” (o al menos así lo comenta en el libro de entrevistas de Michel Ciment (p. 88)) y quizás por ello realiza ese movimiento de cámara de 360º sobre la ciudad en la que acontecerá la acción, dejando además claro desde el principio que, al contrario que sus dos antecesoras, la misma se rodó no sólo (casi) completamente en exteriores sino en los mismos lugares y con algunas de las personas reales que intervinieron en la historia, me gustaría hacer al respecto algunas puntualizaciones, dado que las considero de gran importancia para valorar en su justa medida los méritos (y deméritos) de la misma.
Como todos sabéis, el artículo de Anthony Abbot, pseudónimo del escritor Charles Fulton Oursler (1893-1952), publicado primero en The Rotarian Magazine (como "A Perfect Case") y posteriormente (condensado) en The Reader’s Digets (como "The Perfect Case") (ambos en diciembre de 1945) y que sirvió de sustrato literario a la película, se basaba en el asesinato real del reverendo Hubert Dahme, de la iglesia católica de San José, en Bridgeport, Connecticut, el cual tuvo lugar el 4 de febrero de 1924.
En la instrucción del caso intervino el fiscal del estado, Homer S(tille) Cummings (1870-1956), quien más tarde se convertiría en fiscal general de los EUA entre 1933 y 1939, durante la presidencia del capriano Franklin D(elano) Roosevelt (1932-1945).
- Harold Israel y Homer Cummings -
Aspectos a considerar.
Sí es cierto que el personaje encarnado por el siempre impecable Dana Andrews (1909-1992), Henry L. Harvey, es un trasunto de Cummings, como bien se indica al final de la película.
Igualmente es cierto que nunca se descubrió la verdadera identidad del culpable (algo similar a lo que acontecía en la muy posterior (y magistral) ZODIAC (2007) de David Fincher).
Sin embargo, la acción se traslada de 1924 a 1946, o sea, cuando se rodó la película (y que como ya dije en el comentario anterior, aunque se filmó más tarde que MAR DE HIERBA se estrenó antes).
Como mera curiosidad pero que nos sirve para fijar ese marco temporal, cuando se inicia el flashback en el que vemos el (aterrador) asesinato del querido padre George A. Lambert (Wyrley Birch), podemos observar en una marquesina el cartel de la película SMOKY (1946) de Louis King (1898-1962), un largometraje (de la Fox, lógicamente) rodado en Technicolor y protagonizado por Fred MacMurray, Anne Baxter y Burl Ives. La película se estrenó en los EUA el 26 de junio de 1946. Recordemos que el rodaje de EL JUSTICIERO empezó en septiembre de dicho año.
- Por cierto, si os fijáis, la calle en la que matan al padre Lambert se llama Gay St...
[Antes de que se me vaya a la cabeza y como acertadamente algunos compañeros habéis indicado, el argumento de la historia muestra notables concomitancias con la posterior YO CONFIESO (1953) de Alfred Hitchcock, no sólo por la muerte de un sacerdote y la presencia del actor Karl Malden (1912-2009) – aunque aquí tenga un papel minúsculo y sin acreditar -, sino incluso por el físico del asesino (o presunto asesino).
Lo más curioso es que ese paralelismo sería igualmente extrapolable a otra gran película del director británico, FALSO CULPABLE (1956), donde Hitchcock retomó ese afán de verismo del cine norteamericano de la segunda mitad de los años ‘40 y donde hacen su aparición igualmente esos “falsos” testigos que sin pestañear son capaces de mandar a un inocente a la silla eléctrica.]
La acción también se trasladó de Bridgeport a la cercana Stamford, lo cual tampoco tiene mayor importancia, como el (lógico) cambio de nombres de alguno de los protagonistas o de los lugares donde acontece la misma.
- No sería nada descabellado, por cierto, el achacar al Código de Producción el cambio producido en la figura del sacerdote, pasando de católico a episcopaliano y de la iglesia de San José a la de san Cristóbal. Después de todo su impulsor fue el católico ultraconservador Will H. Hays (1879-1954), con lo cual intuyo que no le haría ninguna gracia que la víctima fuese de su propia confesión. -
Sin embargo, sí hay algo que conviene subrayar, dado que es muy importante y además Kazan sólo lo menciona de pasada en el libro.
EL JUSTICIERO forma parte de una “trilogía” (entiéndase en el sentido más laxo) elaborada por el productor Louis de Rochemont (1899-1978), junto a LA CASA DE LA CALLE 92 (1945) y 13 RUE MADELEINE (1946), ambas dirigidas por el excelente Henry Hathaway (1898-1985).
- Si en la primera el protagonismo recaía en el F.B.I. y en la segunda en la O.S.S. (Oficina de Servicios Estratégicos), aquí sera el poder legislativo el objetivo de la cinta. -
Dichas películas, que podrían englobarse dentro del subgénero policíaco documental, no son tanto la respuesta norteamericana al denominado neorrealismo italiano, dado que ambos movimientos fueron coetáneos (recordemos que la que tal vez sea su película fundacional, ROMA, CIUDAD ABIERTA (1945) de Roberto Rosselini, se estrenó el mismo año que LA CASA DE LA CALLE 92) sino que surge en buena parte (aunque no sólo por eso) de la necesidad de los grandes (y pequeños) estudios de rodar en escenarios naturales como respuesta a las limitaciones presupuestarias durante la Segunda Guerra Mundial y, por supuesto, en los primeros años de la posguerra.
Las tres películas citadas (LA CASA DE LA CALLE 92, 13 RUE MADELEINE y EL JUSTICIERO) además de estar producidas por de Rochemont, tienen en común al guionista John Monks, Jr. (salvo en la obra hoy comentada), al director de fotografía Norbert Brodine (1896-1970) (como bien apunta el querido amigo mad dog earle, es incomprensible el comentario despreciativo del director hacia este excelente (y reputado) operador), al compositor David Buttolph (1902-1983) (aunque el nombre de Alfred Newman aparece con letras más grandes) y al narrador (y actor) Reed Hadley (1911-1974).
Incluso la tipografía de los títulos de crédito de las tres películas es muy similar.
- Y, por cierto, el actor Lloyd Nolan, que encarnaba al sargento McShane en la (ya lo siento) deliciosa LAZOS HUMANOS, es uno de los protagonistas de LA CASA DE LA CALLE 92… -
Recordemos que de Rochemont se encargó desde 1935 hasta 1943 de los famosos documentales/noticieros de la serie THE MARCH OF TIME.
Por todo ello, me gustaría romper una lanza en favor del productor porque a pesar de lo que diga Elia Kazan, EL JUSTICIERO es más una película de de Rochemont que suya.
- Tampoco querría dejar de mencionar que Henry Hathaway, el director de los dos primeras películas de esa “trilogía” a la que hacía referencia, siguió trabajando en esa dirección apuntada por de Rochemont, con títulos capitales y que basculan entre el cine negro y el cine social, como son las espléndidas ENVUELTO EN LA SOMBRA (1946), EL BESO DE LA MUERTE (1947) y YO CREO EN TÍ (1948). -
Siguiendo con su minuciosa labor de no dejar títere con cabeza (vamos, algo parecido a lo que estoy haciendo yo con él…) Kazan también puso a caldo al guionista, Richard Murphy (1912-1993), con el que, por otra parte, no tuvo reparo en volver a trabajar en la excelente (esta sí) PÁNICO EN LAS CALLES (1950), seguramente la auténtica primera gran película de su director.
Murphy, al contrario que Frank Davis (LAZOS HUMANOS) y Marguerite Roberts (MAR DE HIERBA), no tuvo ningún problema durante la Caza de Brujas…
… aunque sí lo tendría al menos uno de los protagonistas de la cinta, el gran Lee J. Cobb (1911-1976), aunque de ello hablaremos brevemente más adelante…
Como ya se ha hablado estos días, el guion de Murphy, aunque mejor que el de Roberts y Lawrence, es claramente inferior al de Slesinger/Davis, algo además que puedo corroborar de manera fehaciente dado que estoy en el tramo final de la (extensa) novela de Betty Smith, “Un árbol crece en Brooklyn” y veo con agrado que pese a todas las (lógicas) licencias que se toma y a la reducción del número de personajes, es notablemente fiel a la misma.
De hecho y cómo ya adelanté, si coloco los tres primeros largometrajes de Kazan en orden de mejor a peor (o de más bueno a menos bueno, que suena más políticamente correcto) la cosa quedaría tal que así:
LAZOS HUMANOS > EL JUSTICIERO > MAR DE HIERBA
- Y me temo que la segunda película del director se va a quedar con el farolillo rojo hasta el final de la revisión, a falta, eso sí, de visionar alguno de sus títulos postreros, como LOS VISITANTES (1972) o EL ÚLTIMO MAGNATE (1976). -
Y ya va siendo de retomar el inicio del comentario o sea, hablar de la película en sí, de sus virtudes y de sus defectos.
Después de esa panorámica sobre la ciudad, el brutal asesinato del sacerdote recuerda al mejor Hithcock (aunque como antes decía, casi debería decir que el director británico se vio influenciado, en cierta manera, por esta película, cosa, por otra parte, harto discutible. Después de todo YO CONFIESO estaba basada en una obra teatral francesa de 1902).
No deja de ser escalofriante el hecho de que la presencia de tantos testigos que juran y perjuran haber visto al asesino o al menos ser capaces de reconocerle sin mayores dificultades sea uno de los motivos de denuncia de la película, aunque hay que decir que la misma está a años luz de la magistral FURIA (1936) de Fritz Lang, la primera obra maestra del periodo norteamericano del director de origen vienés.
Entre esos testigos, por cierto, varios de los personajes (se supone que) están encarnados por los propios ciudadanos de Bridgeport que estuvieron a punto de condenar a muerte al acusado, John Waldron (Arthur Kennedy) – en la vida real, Harold Israel -…
… lo cual no deja de ser ciertamente inquietante…
En el segundo flashback al que asistimos, mientras el sacerdote desgrana la figura del fallecido, Kazan comete uno de los errores más graves de toda la película, en mi modesta opinión.
Me refiero, por supuesto, a que desde un primer momento queda clara la inocencia de Waldron, quizás por estar encarnado por el gran Arthur Kennedy (1914-1990), que ya tenía una carrera en Hollywood (curiosamente debutó en la misma película en la que intervino como actor Elia Kazan, CIUDAD DE CONQUISTA (1940), del reivindicable Anatole Litvak) y al que sólo vemos pero no oímos y en cambio el director deja bien a las claras quién es el verdadero culpable, John H. Crossman (el bizco Philip Coolidge) al que sí se da voz.
- Por cierto, en inglés bizco es cross-eyed…
… que recuerda poderosamente al apellido Crossman...
… pensamientos a vuela pluma… -
Vemos por primera vez en la filmografía del director al actor que más veces trabajó con él, el mencionado Karl Malden (EL JUSTICIERO, UN TRANVÍA LLAMADO DESEO, LA LEY DEL SILENCIO y BABY DOLL) y también al siempre impecable Lee J. Cobb.
Antes he dicho que hablaría un poco de Cobb, o sea que, allá vamos.
Aunque el actor sólo volvería a trabajar con Kazan en la espléndida (aunque vilipendiada) LA LEY DEL SILENCIO, en el teatro encarnaría al mítico Willy Loman, el protagonista de “La muerte de un viajante” de Arthur Miller (Nueva York, 10 de febrero de 1949).
También hablaremos mucho más adelante de Arthur Miller quien, por cierto, tiene un pequeño papel de figurante en la película…
Para cuando se estrenó la película Kazan ya había llevado a los escenarios otra obra del citado autor, “Todos eran mis hijos” (Nueva York, 29 de enero de 1947), en la que intervinieron Ed Begley (debutante en esta película), Arthur Kennedy y Karl Malden.
En su comparecencia del 21 de marzo de 1951 ante el HUAC (Comité sobre Actividades Antiamericanas del Congreso) el actor Larry Parks denunció como filocomunista, entre otros, a Cobb.
Aunque en principio éste se mostró hostil frente al comité al final acabó claudicando y a su vez, el 2 de junio de 1953, acabaría por delatar a una veintena de compañeros.
Como vemos la sombra de la Caza de Brujas es ciertamente alargada en lo que vamos viendo de la filmografía del autor…
… y lo que nos queda.
Que quede claro, no obstante, del inmenso talento interpretativo del actor, del que me gustaría destacar especialmente su labor en una de las muestras tardías del cine negro (aunque en color) clásico como es la magnífica CHICAGO, AÑO 30 (1958) del gran Nicholas Ray (¿verdad que te acuerdas, amigo mad dog earle?).
Y aunque Kazan intente destacar el papel (negativo) que tanto los medios de comunicación como las fuerzas vivas de la ciudad ejercen sobre las personas que se encargan de administrar la justicia, la crítica es ciertamente suave, sin recargar las tintas en ningún momento. Más bien parece que el director no quiere molestar a nadie y por ello su denuncia se queda un tanto coja.
Kazan, seguramente para quitarse el mal sabor de boca de los rodajes en estudio de sus dos primeras películas, se recrea en las escenas en exteriores y en las que aparecen actores no profesionales, incluyendo, como antes decía, a alguno de los que vivieron en su propia piel los acontecimientos de 1924.
Y ciertamente es inquietante la figura del propietario y editor del periódico local, el “Morning Record”, T.M. Wade (Taylor Holmes), quien dice defender la verdad por encima de todo pero que, en el fondo, no piensa más que en aumentar la tirada de su diario y en consolidar su autoridad en la vida pública de la ciudad.
Completamente de acuerdo en que la presencia de la guapa Jane Wyatt, que encarna a la esposa del intachable Henry, no tiene la mínima sustancia, aunque Kazan deja un poso de amargura en el hecho de que la pareja no pueda tener descendencia.
En la reunión en casa de los Harvey Kazan muestra claramente (quizás demasiado claramente) quiénes son las personas que en realidad mueven los hilos de la ciudad, especialmente los personajes encarnados por el pragmático Robert Keith (el progenitor de Kyle y Marylee en la magistral ESCRITO SOBRE EL VIENTO (1956) de Douglas Sirk) y el más enfático Ed Begley, al que el fiscal le baja los humos al recordarle que no es mas que el concejal de obras públicas del ayuntamiento.
Es una lástima que Kazan no desarrolle más en profundidad la sincera amistad que se profesan el jefe de polícia, Robinson y el fiscal del estado, Harvey, porque debería haber sido uno de los elementos esenciales de la trama.
De hecho y de una forma extraña y ciertamente arbitraria Kazan pasará el protagonismo de Robinson a Harvey y más cuando al principio de la investigación y una vez detenido el principal sospechoso, Waldron, sea aquel y no este el que parece convencido de su inocencia.
No lo veo tanto un problema de guion como de dirección y es un problema grave porque afecta a la credibilidad de la historia.
La búsqueda y captura de sospechosos, filmada de una forma totalmente realista, es otra de las características de las películas de de Rochemont y por ello Kazan no debería atribuirse ningún mérito al respecto.
Bien es cierto que el hecho de buscar a alguien con un abrigo largo y oscuro y un sombrero claro se antoja como encontrar una aguja en un pajar.
La voz de Reed Hadley y que a algunos parece molestar, es otra de las señas de identidad de las películas producidas por de Rochemont.
Aquí y quizás de forma más inteligente por ser más oblicua, Kazan da cuenta de las detenciones arbitrarias de la policía y más tarde y lo que es mucho más grave y aquí sí el director es mucho más contundente, la brutalidad policial en el largo interrogatorio al principal sospechoso, el personaje magníficamente encarnado por Arthur Kennedy.
Y no sólo eso sino que Kazan filma el que probablemente sea la escena más bella de la película: el momento en el que el jefe Robinson coge en brazos a Waldron y lo lleva al camastro después del inhumano interrogatorio al que ha sido sometido.
Hay algo en ese gesto y la frase que dice (“¡Qué forma de ganarse la vida!”) que nos indican que Robinson no está seguro, pese a todas las evidencias en su contra, de la culpabilidad de Waldron.
Por ello no entiendo la actitud del director cuando convierta esa incertidumbre en su convencimiento de su culpabilidad sólo por el hecho de que el protagonismo converja ahora en la figura del fiscal del estado.
Si no queda nada claro el proceso por el que Harvey cambia de opinión y se juega su puesto y su reputación por el acusado, igualmente no se entiende el cambio de actitud de Robinson cuando tenía serias reticencias acerca de la culpabilidad de Waldron.
El didactismo de que hace gala la película, tanto antes del juicio como, especialmente, durante el mismo, es un tanto molesto, aunque es otro de los leitmotivs de las producciones de de Rochemont, si bien es cierto que es mucho más apasionante al menos en el caso de LA CASA DE LA CALLE 92.
Y como decía es incomprensible que sólo por una pequeña charla en la cárcel entre Harvey y Waldron el primero empiece a tener serias dudas (MÁS ALLÁ DE LA DUDA (1956) de Fritz Lang y con Dana Andrews de protagonista… ) sobre su culpabilidad.
Sólo un cineasta de más talento podría hacer creíble ese (brusco) cambio de actitud y que, además, es capital en la resolución de la trama.
Por cierto, en la un tanto ridícula entrevista entre el abogado de Waldron y el propietario del periódico, se menciona la frase “los mejores años de su vida”…
… que rápidamente relacionaremos con la obra maestra de William Wyler, LOS MEJORES AÑOS DE NUESTRA VIDA (1946), uno de cuyos protagonistas era…
… Dana Andrews.
Y es que John Waldron es otro de esos excombatientes que no se han podido adaptar a la vida civil una vez acabada la contienda…
… como el personaje encarnado por Dana Andrews…
Tampoco Kazan carga las tintas cuando a Harvey le tientan con el cargo de gobernador del estado porque lo cierto es que el personaje sólo parece saborear la propuesta en los instantes iniciales.
- Aquí, por cierto, Brodine lo ilumina de forma que nos recuerda al interrogatorio al que ha sido sometido Waldron. Puro cine negro. -
En este caso, seguramente el hecho de que el fiscal real, el famoso Cummings, todavía estuviera vivo, hizo que su personaje presentara menos aristas de lo que sería menester.
El proceso judicial que sufre Waldron y que sirve para el lucimiento de Andrews o mejor dicho, del personaje que encarna, me parece demasiado simplista y además ocupa un tiempo inusitadamente largo y donde además Kazan nos ofrece imágenes reiteradas del que es el auténtico culpable.
Si me gusta, en cambio, la excelente escena en la que el jefe de policía Robinson tiene que intervenir para salvar la vida a Waldron de lo que parece a todas luces un linchamiento de los “honrados” ciudadanos. Otro de esos toques que sí nos muestran la cara más oscura del sueño americano pero que Kazan sólo muestra puntualmente. Si nos vemos a continuación la anteriormente citada FURIA, la comparación es ciertamente sangrante…
Y me parece totalmente ridículo el momento en que el personaje encarnado por Ed Begley encañona a Harvey en su propio domicilio.
Y todavía peor me parece la resolución de esa trama con ese absurdo suicidio en medio del juicio que dudo que se produjera en la realidad.
- Por cierto, me he descargado en pdf el proceso, “The State vs. Harold Israel”, publicado en el número de noviembre de 1924 de la revista Journal of the American Institute of Criminal Law and Criminology, pero no he tenido tiempo de leerlo, aunque tan sólo son 30 páginas… -
Y como bien decía el querido compañero mad dog earle es ciertamente increíble que el fiscal del estado se juegue su propio pellejo cuando su ayudante le dispara con el arma del presunto homicida. Yo diría que eso es llevar la credibilidad del relato demasiado lejos…
Toda la parte del juicio me parece escasamente atractiva y no especialmente bien rodada por Kazan.
No deja de ser incomprensible cómo tanto los testimonios de los testigos como las evidencias que antes eran tan claras a favor de la culpabilidad de Waldron se conviertan por arte de magia en todo lo contrario.
Aquí haría falta un Frank Capra o un Otto Preminger para hacer creíble lo increíble. O al menos hacerlo mucho más apasionante.
Un caso, no olvidemos, irresuelto puesto que aunque se demostró la inocencia de Waldron nunca se apresó al verdadero culpable.
Ese final, con el villano muerto en un accidente de tráfico, es ciertamente traído de los pelos y sirve más que otra cosa para contentar al Código Hays porque un culpable (siquiera supuesto) nunca podía quedar libre de castigo.
Y aunque como decía EL JUSTICIERO, horrible título que le adjudicó el distribuidor patrio de turno y que más parece el de una novela del (temible) Mike Hammer, supuso el final de las producciones “neorrealistas” de de Rochemont, pronto cineastas del talento del mencionado Hathaway, Jules Dassin o William Keighley continuarían esa senda iniciada con alguno de los mejores ejemplos de cine negro y/o social de los años ‘40, como BRUTE FORCE (1947), LA CALLE SIN NOMBRE (1948) o…
… PÁNICO EN LAS CALLES (1950).
Pero ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
Feliz día a todos los hombres (y mujeres) de buena voluntad.
Última edición por Alcaudón; 11/10/2020 a las 15:38
Cuanta información, compañero! Imagino que debes ir tomando apuntes independientes que después resultan difíciles de condensar para enfocar la crítica en una dirección. A mi me pasa muchas veces. Sin embargo, mucha de la información que añades son datos muy curiosos y simpáticos que hacen amena la lectura
Un par de apuntes...
Dices que lo puedes comprobar de manera fehaciente, y eso me llama la atención. Primero, porque creo que consideras mejor o peor un guión dependiendo de cómo de fiel sea a la novela original, y creo que eso es un error. Como ya he dicho alguna vez, el cine y la literatura son medios diferentes, y el guión tiene que servir para propocionar a la cinematografía la oportunidad de desarrollarse, y no, en el caso de tratarse de una adaptación, ser más o menos fiel a la novela original literalmente.
Y segundo, porque por esa regla de tres, debo entender que también te has leído el relato original de Ousler para saber cuan fiel es Boomerang! al relato original para poderlo comparar. Y creo, al menos hasta donde yo sé, que esto no es así ¿no?
Esto lo comento para que se entienda que cuando coincidimos en que el guion de Lazos Humanos es el mejor de los tres, partimos de consideraciones diferentes. Yo creo que es mejor porque hace que la película funcione dramática y cinematográficamente mejor en varios sentidos, no por ser más o menos fiel a la novela. Y con esto no quiero decir que no sea un factor a tener en cuenta, obviamente.
Aquí, lo siento, no puedo estar más en desacuerdo contigo, compañero.Aquí y quizás de forma más inteligente por ser más oblicua, Kazan da cuenta de las detenciones arbitrarias de la policía y más tarde y lo que es mucho más grave y aquí sí el director es mucho más contundente, la brutalidad policial en el largo interrogatorio al principal sospechoso, el personaje magníficamente encarnado por Arthur Kennedy.
Y no sólo eso sino que Kazan filma el que probablemente sea la escena más bella de la película: el momento en el que el jefe Robinson coge en brazos a Waldron y lo lleva al camastro después del inhumano interrogatorio al que ha sido sometido.
Hay algo en ese gesto y la frase que dice (“¡Qué forma de ganarse la vida!”) que nos indican que Robinson no está seguro, pese a todas las evidencias en su contra, de la culpabilidad de Waldron.
Por ello no entiendo la actitud del director cuando convierta esa incertidumbre en su convencimiento de su culpabilidad sólo por el hecho de que el protagonismo converja ahora en la figura del fiscal del estado.
Si no queda nada claro el proceso por el que Harvey cambia de opinión y se juega su puesto y su reputación por el acusado, igualmente no se entiende el cambio de actitud de Robinson cuando tenía serias reticencias acerca de la culpabilidad de Waldron.
Creo que esta escena es una forma descarada de camuflar argumentalmente la brutalidad policial de cara a la galería para no resultar tan ofensiva.
Primero porque la tortura del interrogatorio me parece inverosímil por suavizada y teatralizada. Por eso la comparé anteriormente con la que tiene lugar en Roma ciudad abierta. Y segundo, precisamente porque encima remata la escena con esa frase Lee J. Cobb, el policía que propina la tortura, como si encima fuera una especie de víctima que se ve obligado a actuar de esa manera, y a la vez, como si fuera un elemento completamente ajeno a las circunstancias. Inverosímil no, lo siguiente... Cierto que puede considerarse como una especie de crítica a las prácticas policiales, pero tan edulcorada que resulta irrelevante. Y hasta cobarde diría yo.
Dices que no entiendes porqué el director convierte la incertidumbre del policía en convencimiento más adelante, y es precisamente por lo que te comentaba antes, porque nunca ha habido incertidumbre. El policía está absolutamente convencido de su culpabilidad y tiene que extraerle la confesión como sea. Lo que pasa, que la frase en cuestión que tu recalcas, lo que nos viene a decir es que, pese a la culpabilidad del interrogado, no se siente cómodo con sus más que cuestionables prácticas.
Veo que has encontrado el escrito de 1924. Y esto sí me resultaría muy interesante para ver hasta que punto la película distorsiona el caso original. Cuando te lo leas no dudes en contarnos tus impresiones.- Por cierto, me he descargado en pdf el proceso, “The State vs. Harold Israel”, publicado en el número de noviembre de 1924 de la revista Journal of the American Institute of Criminal Law and Criminology, pero no he tenido tiempo de leerlo, aunque tan sólo son 30 páginas… -
Ya tienes deberes Alcaudón!
Última edición por DrxStrangelove; 11/10/2020 a las 17:13
Más tarde intentaré replicar a tus réplicas...
Tengo pendiente la penúltima entrega del coleccionable dedicado a Douglas Sirk y me va a llevar también su tiempo.
Entre las ventajas de disponer de Internet se encuentran el poder acceder a documentos, ya sea el proceso en el que se basa la película o el propio artículo de Abbot, que de otra forma sería impensable.
Y no me tentéis que soy capa de leerme ambos.
Ah, y no tomo apuntes durante los visionados sino que los guardo en la cabecita y empiezo a establecer conexiones con otras películas o cualquier otra cosa que me parezca digna de mención.
Última edición por Alcaudón; 11/10/2020 a las 17:28
Cierto, y es una gran ventaja, desde luego.
Luego, no te has leído el relato de Abbot...Y no me tentéis que soy capa de leerme ambos.
Pues qué memoria tienes! Yo intento hacer las críticas del tirón, pero a veces se me ocurren cosas que quiero mencionar más adelante y tengo que apuntarlas aparte para no olvidarlas (no durante los visionados sino mientras voy escribiendo la critica. Tampoco quería decir que tu lo hicieras durante el visionado). Y si al final no casan bien con el texto simplemente las descarto.Ah, y no tomo apuntes durante los visionados sino que los guardo en la cabecita y empiezo a establecer conexiones con otras películas o cualquier otra cosa que me parezca digna de mención.
Última edición por DrxStrangelove; 11/10/2020 a las 17:45
Yo mientras estoy viendo una película estoy a la vez estableciendo conexiones a nivel estético y/o argumental con otra obras. Sólo procuro memorizar el minutaje para luego no volverme loco al hacer la reseña.
Basada en hechos reales da inicio con el asesinato de un cura muy estimado. La policía no tiene más pista que la descripción del criminal...la peña cada vez más exaltada exige soluciones y la presión política acecha. Hay que encontrar un culpable....
Elia Kazan acomete contra el sistema judicial de una modesta comunidad con artimañas políticas y BLA BLA BLA..
El inicio promete, a partir de ahí la trama se alarga...hasta el desenlace que vuelve a coger tono. A pesar de ser verídico estamos ante una peli y se mueve dentro de unos parámetros. Mola imaginarse al verdadero fiscal con la energía y convicción del guapetón e inexpresivo por momentos Dana Andrews....A destacar actores de la FilmoKazan. Lee J. Cobb efectivo como jefe de policía y Karl Malden que tiene uno de los momentos top del film sacando al acusado por la puerta de atrás.
Con cierta trampa argumental,correcta tercera peli de Kazan.
6.8/10
Última edición por hannaben; 12/10/2020 a las 13:01
El momento más bello de la peli cuando el jefepoli lleva al pobreacusado en brazos?¿
Desde luego "El justiciero" tiene una buena colección de preciosos carteles, me gustan todos los que habéis posteado.
Yo, hace bastante que no la veo, pero sin lugar a dudas, la imagen que se me ha quedado en la retina es la del principio del todo, cuando el cura es apuntado por detrás. Creo que es tan impactante, dice tanto sin palabras, que nada de lo posterior logra igualar ese momento. Esa pregunta eterna...
Mi blog: www.criticodecine.es
A mí también me parece la imagen más impactante del film, y en general, todo el primer tramo, el mejor.
La más impactante pero no la más hermosa...
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A veces qué solo me siento...