Desde el primer instante, el guión deja claro y patente que el personaje de Lisa está sumamente atormentado, sumergido en una depresión profunda que le produce a su vez, una apatía vital absoluta, todo provocado por la pérdida de su hija, de la cuál se culpa constantemente, ligado a la carencia de cualquier tipo de vínculo o conexión que justifique su existencia o en el que apoyarse (se desliza que no dispone de amistades, seguramente fruto de numerosas decepciones y traiciones que ha experimentado en su periplo vital, como deja entrever al afirmar que "no le gusta la gente"), ni siquiera de corte familiar, al no permanecer con vida o no haber sido referentes bondadosos y afectuosos, como desliza al comentar que su infancia fue dura, enfatizando ese hecho en la figura de su padre concretamente. Pero a pesar de su indiferencia e impasibilidad ante la vida, carece de la determinación para sesgar su propia existencia. Aunque ciertamente tiene algún conato de ello, como cuando en el propio inicio del metraje se tumba en la carretera a la espera de ser atropellada, al oír aproximarse un coche, temerosa procede a levantarse, porque es más poderoso el miedo que su desidia vital. Y ahí es donde se aprecia por primera vez el mecanismo que articulará todo su viaje personal: el instinto de superveniencia, un instinto básico e inherente al ser humano que le ha permitido sobrevivir durante cientos de miles de años.
El laberinto está diseñado con un propósito y cometido claro: servir como expiatorio para las almas atormentadas, ayudándoles a alcanzar la redención o por el contrario, como castigo y tortura para aquellas almas enfermas y perversas. Lo segundo se atisba con el personaje de Adam, el cuál lleva días o incluso puede que semanas, vagando por el laberinto sin cesar, sin encontrar una salida, simple y llanamente, porque para él no existe, está desprovisto de salvación alguna. Su destino es pagar por sus pecados, padecer el mismo sufrimiento y tortura que inflingió a las inocentes víctimas que asesinó y en último término, encontrar un funesto final en manos de la última víctima a la que asoló: Lisa.
Por su parte, Lisa se ve continuamente forzada a avanzar y progresar, mediante un mecanismo que dicta un tiempo límite en forma regresiva, empujándola a recorrer los distintos tubos de las instalaciones bajo la amenaza de su deceso. Y esto queda claramente reflejado en los momentos donde Lisa, fruto de la angustia, afirmando que no puede más, que renuncia, conveniente y precisamente, el reloj de su muñeca se vuelve a activar para recordarle el tiempo límite e invitarla a proseguir su marcha bajo amenaza de muerte. De esa manera explotan su innato instinto de la supervivencia a través del cuál, ella va haciendo frente progresivamente a sus distintos temores, miedos e inquietudes, superándolos en el proceso. De esa manera, al final, acaba comprendiendo que debe afrontar su pasado, que de nada sirve encerrarse en el mismo y dejar que la devore, porque dispone de mucha vida por delante que aún puede disfrutar, sólo que no sabe aún como porque no dispone de los mecanismos para asumirlo. Y así, es como experimenta un viaje personal y espiritual que le ayuda a asimilar el dolor de la pérdida de su hija, a superar su ausencia y en última instancia, perdonarse por ello.
En realidad, nunca estuvo en peligro, porque en los momentos donde recibía alguna herida, era convenientemente tratada y curada y en los momentos donde estaba a punto de fracasar en la prueba, era salvada para reiniciar la ruta. Y es esta parte la que mencionaba que me recordaba a Gantz, al exponerse la presencia de unos series superiores, tanto intelectual como tecnológicamente, en forma de alienígenas, que deciden someter a diversas pruebas a aquellos sujetos que consideran más apropiados en función a las características antes descritas, empleando todos los recursos para enfatizar su sufrimiento o facilitar su absolución, siendo capaces de restaurar el cuerpo humano independientemente del daño recibido (mismamente la protagonista llega a ser asesinada en la carretera, pero la nave espacial la "resucita").