La empuñadura no sirve específicamente para que el Monte del Destino entre en erupción; eso solo funciona con el sistema de túneles que construyen los orcos mucho tiempo después. La empuñadura es solo una llave para soltar agua de la presa. Es decir, con fines habituales como el riego de cultivo y el consumo.
La Atalaya junto a la presa, y la propia presa, datan de la época en la que Morgoth gobernaba a la gente de las tierras del sur. Lo sabemos porque no es de construcción élfica: Arondir se carga el andamiaje -este sí, élfico- que la mantiene en pie, y bajo la hiedra hay murales extraños y antiguos.
Lo interesante es cómo se activa el mecanismo: introduces la espada en la cerradura del suelo, y retuerces. Pero esto es parte de un ritual que no vemos. Lo que los siervos de Morgoth veían, muchos siglos atrás, era una espada mágica vampírica ensartando a una persona, y que en respuesta a ello el agua salía. Como si el sacrificio fuese el catalizador. Eso es lo que representa el mural.
Subyugación del pueblo mediante el engaño, el miedo, y una desorbitada cuota a pagar por las necesidades básicas.