Me voy a permitir transcribir un fragmento del artículo de Carlos Colón en el Diario de Sevilla, porque me parece que plasma perfectamente la paradoja del cine de Spielberg y de su influencia en el cine. Decidme que pensais:
¿Qué dirá la Historia del Cine -ese valle de los (juicios) caídos- sobre Spielberg? Imposible saberlo, hasta tal punto es desconcertante en su simplicidad este realizador. Nunca nadie tan simple influyó tanto en el cine a niveles industriales y de representación. Iba a escribir tonto en vez de simple, pero está claro que no lo es, vistos los resultados económicos de sus películas y el acierto de algunas de ellas. Es listo, hasta listísimo. Pero no es inteligente. Carece de la amplitud que da la cultura reflexiva y de la hondura humana que da la experiencia vital. Lo primero le hace sucumbir puerilmente a la fascinación por las máquinas o lo técnicamente deslumbrante; y lo segundo le da esa especie de perturbadora inhumanidad e innatural -y hasta cruel- inocencia de los niños malcriados. Ha cambiado la historia de un arte que no acaba de dominar, y es algo asombroso y triste que dice mucho sobre el decaimiento de una industria cultural que cada vez tiene más de lo primero y menos de lo segundo (tal vez porque se dirige a un público joven que, como el propio Spielberg, es hijo de la imagen y no de la palabra). Cuando juega -Tiburón, E.T., saga de Indiana Jones, Parque Jurásico, Hook- es divertido. Pero cuando quiere narrar historias de seres humanos o manejar conceptos de cierta complejidad, fracasa. A veces con brillantes resultados parciales (La lista de Schindler, Inteligencia artificial) o hasta trozos de maestría (Salvad al soldado Ryan: tal vez su película madura más conseguida), pero sin lograr nunca alcanzar la altura sostenida y la regularidad de vuelo que sólo pueden dar la maestría en el oficio, la hondura reflexiva y la experiencia vital....
No debe olvidarse: lo de Midas fue una maldición, no un don.
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