César Jiménez: "Medito retirarme del fútbol definitivamente"
El 16 de Enero de 2005, Luis Figo, en una entrada alevosa en el Bernabéu, le destrozó la rodilla izquierda. Desde entonces, el central abulense del Real Zaragoza, que acaba de cumplir 29 años, ha vivido un calvario de recuperación, repleta de recaídas y efectos secundarios.
César Jiménez no ha vuelto a ser el mismo desde el 16 de enero de 2005. Hace ya casi dos años que el portugués Luis Figo truncó su carrera futbolística con una entrada brutal, pisando su rodilla izquierda cuando el defensa la tenía estirada y apoyada en el suelo, en una jugada absurda e intrascendente en el área aragonesa. Aquella alevosa acción del madridista, que el árbitro vasco Losantos Omar, increíblemente, no consideró de expulsión, forma parte ya de la historia negra del zaragocismo y, por supuesto, de la vida personal del zaguero abulense.
PREGUNTA- Está viviendo sus segundas navidades en el dique seco como futbolista. ¿Cómo está?.
RESPUESTA- Estoy mal. Es demasiado tiempo sin jugar y, sobre todo, sin poder siquiera entrenar. Cuando me estaba recuperando de la primera operación, llegó de improviso la segunda. Y cuando me estaba recuperando de la segunda, ocurrió la rotura de menisco. No he terminado de estar bien nunca desde que salí del quirófano aquel 19 de enero de 2005.
P.- Se le ve desmoralizado.
R.- Es que esto es un sin vivir. Entreno unos pocos días y, enseguida, tengo que parar por fuerza. Y así mil veces.
P.- Llegó a jugar el año pasado unos minutos al final de la Liga frente al Alavés en La Romareda. La afición le ovacionó y contaba usted que había sido un día muy importante, que se había sentido de nuevo futbolista.
R.- Aquella tarde pensé que todo este calvario se acababa. Me vi de nuevo en el campo, jugando un partido oficial con los compañeros. Soñé que ya no iba a tener ningún problema más. Pero en un entrenamiento, esa misma semana, volví a recaer con lo del menisco interno. Una fatalidad.
P.- Ese fue un mazazo moral muy fuerte que le afectó mucho.
R.- Claro que me afectó. Acababa contrato y mi situación era delicada. Pero el club se portó bien y me dio otra oportunidad para este año.
P.- Por eso, la recaída de la semana pasada le ha vuelto a dejar con el ánimo muy tocado.
R.- Es que llevo ya muchísimo tiempo con esto y estoy un poco harto. Es muy incómodo saber que intentas entrenar con los compañeros y que, cuando lo consigues un par de días, te ves obligado a parar varias semanas porque la rodilla no aguanta el ritmo.
P.- ¿Se siente cada vez peor moralmente?.
R.- Es un continuo agobio. No tengo continuidad. No hay manera de enganchar una línea de trabajo en la que puedas tener algo de optimismo a corto plazo.
P.- Cuando le renovaron en mayo, la planificación que se hizo fue la de que usted se pudiera incorporar al grupo como uno más después de la pretemporada. No ha sido posible.
R.- A estas alturas pensábamos que ya podría haber ido convocado en algún partido e incluso haber jugado minutos, por ejemplo, en la Copa. Pero, con la inflamación que la rodilla ha sufrido cada vez que he podido entrenarme con el grupo, ha sido imposible. Es muy duro.
P.- ¿Qué piensa en estos momentos de desconexión con la rutina que significan siempre las vacaciones de fin de año?.
R.- Estoy un poco hundido. Estamos en Navidad y en estas fechas yo tendría que estar entrenándome con normalidad según las previsiones. Y no sólo no soy uno más del equipo, sino que además tengo que estar parado más tiempo todavía. Se ha pasado media Liga y yo no estoy apto para jugar. Moralmente no estoy bien. No paro de pensar.
P.- ¿Qué habla en la soledad del gimnasio con los fisioterapeutas?.
R.- Siempre le das vueltas a la situación, pero ya me he acostumbrado a esta dinámica de entrenarme solo, únicamente esforzándome para mí y no para el equipo. Ellos procuran que no me agobie demasiado y que lo siga intentando hasta que no queden más alternativas.
P.- ¿Ha pensado en dejar el fútbol?.
R.- Sí. Es una decisión dura y definitiva que ya he valorado e incluso comentado con mi gente. Es mucho tiempo metido en este calvario y la rodilla se empeña de demostrarnos que igual no tiene solución.
P.- ¿Cuándo lo decidirá?.
R.- En muy poco tiempo. Ahora cuando vuelva en enero, voy a evaluar bien todas las circunstancias. Sé que, posiblemente, no me quede otro camino y tenga que dejar el fútbol para siempre. Por encima del fútbol está mi vida y no quiero perjudicar más la rodilla de cara al futuro, fuera del ámbito como jugador profesional.
P.- Tiene sólo 29 años y una larga vida por delante.
R.- Claro. Llega un momento en el que los médicos, los fisios, los amigos, te advierten de que seguir forzando la articulación, continuar con las inflamaciones constantes de la rodilla puede ser un riesgo para el resto de mi vida y puede acarrearme problemas serios. Y eso son palabras mayores.
P.- Otros futbolistas, con menos motivos que usted, han logrado en los últimos años que se les reconozca una situación de invalidez laboral.
R.- Es una cuestión de sentido común. Ahora empiezo a pensar más en el resto de mis días que en el puro aspecto futbolístico. No quiero tener dificultades de movilidad en el futuro a causa de esta lesión. Por eso quiero llegar cuanto antes a una conclusión personal y médica que me resuelva la actual situación. Y si tanto trabajo y tanto esfuerzo para recuperar mi rodilla y regresar a un campo de fútbol es perjudicial para la salud de mi pierna, tengo que dejarlo.
P.- En noviembre acaba de cumplir los 29. Se le han ido dos años cruciales en la carrera de cualquier futbolista.
R.- Claro. Pero no queda más remedio que asumirlo. Uno no puede decidir el momento en el que va a tener una lesión y mucho menos la gravedad de la misma. Lo voy a seguir intentando hasta que no pueda más. Pero llevo tres operaciones, mil recaídas y veo que es prácticamente imposible. Es muy triste ver que, aunque pudiera recuperarme, ya nunca estaré en condiciones de reengancharme al equipo con el mismo nivel que tenía cuando me lesioné en el Bernabéu.
P.- Cuando ve a Figo jugar con el Inter de Milan ¿qué siente?.
R.- Que él está jugando allí, en Italia, y yo estoy aquí, jodido. ¡Qué voy a pensar!. No me queda más remedio que fastidiarme.
P.- ¿Le ha vuelto a telefonear después de aquellas llamadas que le hizo durante los meses posteriores a su lesión, cuando el Madrid le obligó incluso a visitarle en su casa de Zaragoza?.
R.- No. Me llamó varias veces aquellos días y, al tiempo, me comentó que se iba a Italia. Desde entonces no he vuelto a saber nada de él. Es normal. Tampoco me va a estar llamando siempre.
P.- ¿Será capaz de ver la eliminatoria de Champions del Valencia con el Inter?.
R.- Sí, seguro. A mí me gusta mucho el fútbol e intento ver siempre todo lo que puedo. Seguro que lo veo.
P.- No le puede el rencor.
R.- No, de ninguna manera. Ese sentimiento es posible que lo sientan más las personas que viven cercanas a mí todos los días, pero yo no.