HAMILTON SE NEGÓ A ACEPTAR LA ESTRATEGIA.
Ron Dennis pidió a sus dos pilotos que cuidaran los frenos tras la primera detención. Fernando obedeció pero Lewis no, y se enzarzaron en una batalla que ganó el español.
Ron Dennis no mintió cuando dijo que había pedido a sus pilotos que fueran más despacio tras la primera parada. Sin embargo, la realidad demuestra que no se atentó contra el espectáculo. No hubo órdenes de equipo ni nada que reste mérito al triunfo del asturiano. Según ha podido saber AS, Dennis pidió a sus pilotos que cuidaran los frenos después de la primera parada. Lo que sucede es que Hamilton no le hizo caso y ambos se enzarzaron en una batalla por la victoria, que al final se adjudicó Alonso de forma brillante.
Antes de la primera detención, los sensores telemétricos de McLaren detectaron un desgaste excesivo de los frenos y un riesgo de avería o accidente si ambos seguían atacando al límite. En ese momento, como es lógico, Dennis les pidió que se frenaran en su ímpetu, algo que perjudicaba al británico, que necesitaba correr al máximo para rebasar a Fernando en la segunda parada. También cuidaban de esa forma el motor para Canadá y aseguraban el doblete.
En un primer momento el asturiano obedeció y el coche número dos también, aunque a regañadientes. Pero Hamilton se lió unas vueltas después la manta a la cabeza, puso de nuevo todas las revoluciones y comenzó a recortar tiempo a su compañero. Fue a partir del quinto o sexto paso por meta tras el primer pit stop y resultaba sorprendente, porque el líder del Mundial llevaba en ese momento algo menos gasolina.
Como el inglés no hizo caso a lo que se le pedía por radio, Fernando, muy atento, apretó de nuevo el ritmo y comenzó una serie de vueltas magistrales, que fueron decisivas en su victoria. En esta fase crucial, Lewis, enfadado, alternó vueltas buenas y malas mientras Fernando volaba sin fallo y con una constancia inhabitual en Mónaco.
Cuando llegó el momento de doblar a Kimi y Heidfeld, Alonso tuvo más decisión y le metió tres segundos valiosos. Es decir, a la última parada que les adelantaron a ambos por miedo a la aparición del safety car, la estrella española llegó con 9,9 segundos de ventaja. Por radio, su ingeniero Mark Slade le pedía un margen de cinco segundos para ganar. Ni entrando cuatro vueltas más tarde (en lugar de las dos que tuvo), Hamilton habría ganado al asturiano. Los datos dejan sin sentido la polémica de los medios británicos y la FIA. No habría ganado ni en sueños.
Lo que sucede es que el ovetense apagó el grifo de las vueltas tras la parada y se tomó con demasiada calma el segundo doblaje de Trulli. Lewis se le pegó y de nuevo volvió la burra al trigo. Hamilton, desoyendo las nuevas órdenes de boxes, volvió a presionar, a asustar con sus coladas y Alonso, que ya estaba en 18.200 revoluciones, puso otra vez el motor a tope para irse a cuatro segundos y evitar problemas. Al separarse del inglés le hizo, además, un favor. Si llega a ir despacio a propósito, su compañero se habría pegado tanto que, al quedarse sin aerodinámica, quizá se habría salido de la pista.