¿Que tal os parece esta critica?:
Simplemente brutal. El mejor Superman que se conoce. Una aventura épica que nos conduce a un nuevo paso de gigante para el personaje y la franquicia, y que se ha convertido desde ya en una de las mejores películas de superhéroes jamás realizadas. Por méritos propios se sitúa ahí con los Batman de Nolan y Los Vengadores, y hace que películas muy buenas como Iron Man 3, Thor o The Amazing Spider-Man sepan a poco. Lo curioso es que el otro día discutía, mejor dicho debatía, con una lectora si nos excedíamos al repartir estrellas al cine de superhéroes, cosa que no tiene que ver con nuestra subjetividad, sino con la calidad y madurez que está alcanzando el género tras 15 años casi en la cresta de la ola. Lo siento por ella, pero toca mencionar otra gran película de cómic y toca cantar sus alabanzas, que no son pocas. Porque lo que se han marcado Snyder/Nolan es material de primera calidad para llenar salas de cine y dejar un gran sabor de boca al gran público. Para hacer cine con mayúsculas en un género que, a veces, tiende a volver a los lugares comunes y repetirse (sólo a veces). Y para sacar del ostracismo cinematográfico a un personaje que es el más antiguo de todos, pero al que el tiempo no ha tratado tan bien como a otros.
También aviso que esta crítica puede ser un pelín visceral, porque aún vengo con el subidón de ver la película que me dejó con la boca abierta. Les recomiendo la crítica de mi compañero Miguel Juan Payán para darle un poco de sentido a la cosa. Posiblemente al leer la suya entiendan mucho mejor lo que van a encontrarse en El Hombre de Acero. Vamos, que lo suyo en este caso es talento de periodista, y lo mío quizá sea un poco tema de pasiones barriobajeras. Si quieren informarse concienzudamente y aprender de los detalles cinematográficos, visuales y argumentales de la película, lean su magnífica crítica. O, qué leches, lean las dos.
La sensación que me dejó la proyección fue una muy clara que mencionaba al principio. Brutal. Jamás había visto un destrozo semejante en una pantalla de cine. Ni peleas más animales, ni tanto destrozo en general. Ríanse ustedes de Transformers 3, Independence Day y similares. Hasta la batalla final de Los Vengadores se me queda pequeña comparada con ésta. Y no sólo por el final. Ya desde el inicio la película marca las pautas y el ritmo que va a ir creciendo continuamente, desde Krypton a la Tierra. De hecho me preocupé al principio por si no era capaz Snyder de mantener el nivel de las escenas de acción y los diálogos. Y vaya que si lo hace. Como un campeón. Las batallas son de proporciones épicas y cuando crees que no pueden ir a más y temes por el desenlace (el momento Smallville), las lleva un paso más allá y nos deja con la mandíbula desencajada. Algo que, por ejemplo, lastraba el final de Fast&Furious 6, que la escena del tanque era tan bizarra y genial que el final sabía a poco. Y eso aquí no pasa.
Uno se siente como viendo las mejores viñetas de acción de un tebeo de Superman. Un héroe que calza (y le calzan) unas guantadas que derriban montañas. Y por fin eso se ve en la gran pantalla. Aprovechando recursos, con mucha inteligencia y unos efectos especiales sensacionales. Que, aquí, son parte imprescindible de la historia, ojo. Superman es el ser más poderoso del universo DC. Eso tiene que quedar claro. Tiene que verse y notarse. Algo que por fin sucede. Como también llega al fin la madurez del personaje. La película es capaz de desnudar de moñeces y babas tan habituales y comunes a Superman, quedándose con lo imprescindible, cambiando cosas de la mitología del héroe que ya no funcionan (ojo a cómo se elabora y construye el romance, ojo al tema de la identidad secreta y mucho ojo a detalles que aparecían en Smallville y ésta los hereda, pero que aquí funcionan por ausencia de babas).
Se nota en esa madurez la presencia de Nolan como productor y responsable de la historia. Se nota en detalles del argumento, en cosas que suenan a El Caballero Oscuro, en ese aire de profundidad bien entendida. Se ha convertido a Superman en un héroe más complejo, más interesante. Pero complejo no significa complicado. La película es muy sencilla de entender y el final, para cualquiera que haya leído cómics del héroe, es un homenaje y un momento de bandera. Pero para el público ajeno es un final simplemente brillante, sensacional y, repito, brutal. Te pasas la media hora final con los pelos como escarpias disfrutando cual gorrino en un maizal.
Ayudan mucho los actores, ese reparto que cuenta con un Henry Cavill que le da un nuevo giro al héroe, una perspectiva nueva mucho más interesante. Es el que mejor ha interpretado al personaje y quien mejor parece comprender el nuevo camino que va a tomar el héroe. Acompaña una Amy Adams perfecta para una Lois Lane muy Nolan, para qué engañarnos. Si le sumamos los Kevin Costner, los Russell Crowe, los Laurence Fishburne o las Diane Lane el resultado es brillante. Sobre todo por cómo mantiene esa temática con los dos padres desde el inicio hasta el fin de la película. Pero quien merece un comentario aparte es el espectacular Michael Shannon, que encarna a un Zod con mucho sentido y mucha locura de poder en su sangre. Roba media película con su mera y espectacular presencia.
La película es un viaje magnífico y un giro distinto al personaje, tan manoseado a lo largo de los años y muchas veces tan maltratado (reconozcámoslo, Superman era un moñas). Es un paso adelante en su mitología y en lo que debemos exigirle a una película con él en pantalla. Pero también lo es para el cine de superhéroes. Puede que ahora no nos demos cuenta, pero en unos años entenderemos lo importante que ha sido Christopher Nolan en un universo que tendería a estancarse sin sus genialidades. Sin restarle ni un ápice de mérito a Zack Snyder y su brillante trabajo en esta película, su sentido del ritmo, su espectacularidad y cómo sabe construir la trama y los personajes, con un uso del flashback portentoso, y evitando caer en lugares comunes (cómo obvia tópicos que todos conocemos ya…). Lo dicho. Brutal.
Jesús Usero
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