Me parece sumamente llamativo que no haya un post dedicado a la película de imagen real del año 2000 y sí de la versión animada de 2018. Por tanto, aprovechado que la he revisionado recientemente, procedo a compartir mi crítica y tratar de generar un debate, sobre todo en lo relativo a si la versión de imagen real, es supuestamente peor e inferior a la animada.
No comprendo la diferencia en cuanto al criterio, valoración y puntuación de la película de imagen real de El Grinch y la versión animada de 2018. A no ser que cambie radial y drásticamente el argumento, las subtramas y los personajes (cosa que personalmente dudo, ya que se basan en el mismo cuento), me resulta incomprensible que la versión del año 2000 cuente con un 4,4 de nota media en Filmaffinity mientras la de 2018, goza de un 5,5 (fenómeno que curiosamente, no sucede en IMDB, disponiendo ambas versiones de prácticamente la misma nota, 6,3 y 6,4 respectivamente, mucho más coherente y justo a mi juicio). Para mí, sinceramente, carece de sentido, porque esencialmente, ambas producciones relatan lo mismo...
Partiendo de esa base inconsistente, toca analizar lo que ofrece El Grinch como producción cinematográfica. Para empezar, ofrece una trama con unas interesantes y acertadas críticas a la mercantilización de la navidad y por ende, de fondo, al sistema capitalista, denunciando que lo único que prima es el gasto desenfrenado por encima de todo, por encima de conceptos como sentimientos o amistad, desembocando incluso en una rivalidad y competitividad perjudiciales (como evidencia la escena donde dos mujeres luchan por iluminar con más intensidad su hogar) que destruyen la noción de comunidad. Por otra parte, todo ese desenfreno consumista, conlleva una contaminación incipiente, con la generación de una cantidad exacerbada de desperfectos que se acumulan sin cesar y que se limitan a depositar... En la montaña donde habita El Grinch, dañando por tanto, la naturaleza.
En medio de tamaña vorágine, una dulce niña, que ejemplifica la inocencia, la bondad y la esperanza, es la única que se cuestiona este alocado sistema y trata de comprender a un Grinch, que dispone de unas capas a nivel psicológico más profundas de lo que a proiri, puede parecer. Hablamos de un personaje sumamente atormentado, que desde su más tierna infancia, fue discriminado y repudiado por ser diferente, lo que sumado a un hecho concreto que le traumatizó sobremanera, le hizo odiar todo lo relacionado con la navidad y encerrarse en si mismo, creando un capullo donde sentirse a salvo de todo aquello que le pudiera herir. Por eso se niega a tratar de abrirse sentimentalmente, porque considera que eso supone un peligro para que le vuelvan a hacer daño y prefiere resguardarse en lo que conoce, que es el dolor y el sufrimiento, de ahí que como él mismo reflexiona, haga ejercicios de "autocomplaciencia" y "autodesprecio". Es un personaje con una construcción interesante y una evolución notable.
La actuación de Jim Carrey, dota de gran vida y personalidad a este peculiar y complejo personaje, siendo sin duda alguna, uno de los pilares más robustos de la cinta. A ello hay que sumarle unos escenarios y efectos espaciales esencialmente artesanales (quitando algunas excepciones), lo que implicó un trabajo colosal por parte del equipo de producción que debe valorarse y estimarse. A todo ello le acompaña una banda sonora que sin ser memorable, sirve para potenciar ciertas escenas y secuencias.
En resumen: no es ni mucho menos una obra maestra, no relata algo 100% novedoso y de carácter innovador... Pero consigue transmitir y potenciar mensajes y sentimientos que nunca sobran, que son necesarios resaltar y recordar, como la amistad, la generosidad, el altruismo, la bondad, etc. Todo ello aderezado con un personaje, El Grinch, que dispone de una capa de profundidad enternecedora.
No cabe olvidar que las películas no sólo buscan contar historias grandiosas y grandilocuentes, sino que también pueden servir para relatar historias sencillas, pero a su vez, memorables.
Nota: 6.