El el bosque acecha el peligro, como tendrá claro quien haya visto El bosque del lobo (Pedro Olea, 1970). El bosque es la representación de nuestro inconsciente, según afirma Juan Eduardo Cirlot en su imprescindible "Diccionario de símbolos". Por eso, en los cuentos, se opone al castillo, que representa el orden y la autoridad.
Que, durante la Transición, el bosque fuera metáfora de España o de las heridas no cicatrizadas de la guerra civil, tiene buena culpa Manuel Gutiérrez Aragón, que participó en dos de los títulos más emblemáticos de este miniciclo emboscado que constiturían:
Furtivos (José Luis Borau, 1975)
El corazón del bosque (Manuel Gutiérrez Aragón, 1979)
El bosque animado (José Luis Cuerda, 1987)