La acción tiene lugar en la selva del noreste argentino. Allí, en una choza precaria, vive Tati Benítez con su familia. Tati ha perdido su trabajo en el obraje. Ahora ayuda a Silva, un viejo escultor, para quien busca en el monte troncos, ramas y raíces que puedan servirle para hacer sus obras. A cambio, obtiene un porcentaje por las ventas que logre realizar entre los pocos turistas que llegan al mercado del pueblo vecino. Al igual que la mayoría de los argentinos, Tati tiene adoración por Diego Armando Maradona. Las paredes de su casa están cubiertas de fotos de su ídolo y guarda, como el tesoro más preciado, la entrada al estadio del día que lo vio en plena acción, cuando vino con Boca a jugar a Corrientes. A pesar de su dramática situación económica, Tati no pierde su espíritu jovial. Tiene además otra razón para su optimismo: ha encontrado una gigantesca raíz de timbó (un árbol típico de la zona) con una silueta que él encuentra parecida a Maradona, la cual intentará entregar personalmente a Diego. La alabra “personalmente” impresiona profundamente a todos, dado que conocerlo sería cumplir el sueño de su vida. La noticia-bomba de la internación de Diego en la Clínica Suizo Argentina de Buenos Aires por un problema cardíaco es motivo suficiente para que Tati inicie así su gran aventura, con la bendición de tanto de su mujer y amigos, como de Doña Matilde quién, además de atender su almacén de ramos generales y oficiar de partera, es vidente. Atraviesa el monte a pie, cargando la escultura envuelta en papel de diario y un bolso con otras tallas que espera vender. ¿Logrará entregar la escultura a su ídolo?