Última reseña antes de las vacaciones
"Marquis de Sade: Justine" (Jesús Franco, 1969)
Jesús Franco se adentra por primera vez en su carrera en la obra del Marqués de Sade y adapta a la pantalla "Justine o las desventuras de la virtud".
La trama nos cuenta la historia de las hermanas Justine (Romina Power) y Juliette (Maria Rohm), que tras quedar huérfanas y sin recursos, son expulsadas del convento en el que viven. Abandonadas a su suerte, las hermanas tomarán caminos completamente opuestos: Juliette, la más astuta y sin escrúpulos, acabará en un burdel parisino donde, haciendo uso de las malas artes, pronto conseguirá prosperar en la vida. Por su parte, Justine, decidida a llevar una vida de bien, sólo experimentará miseria y será asediada por todo tipo de rufianes, criminales y pervertidos sexuales que le saldrán al paso uno tras otro.
Como bien indiqué al principio, Jesús Franco adapta por primera vez (pero no por última) una obra del Marqués de Sade, para lo cuál contó con un presupuesto mucho más abultado de lo habitual y un casting internacional. Sin embargo, el director madrileño afirmaría más tarde que, para su disgusto, se vería obligado a rebajar por mucho el tono extremadamente escandaloso y mordaz del texto original, además de tener que adoptar un estilo de rodar mucho más académico con el objetivo de llegar a un público más amplio. A pesar de esto, el "tío Jess" no renunciaría del todo a sus particularidades; por ejemplo, ya en la escena que abre la película, en la que vemos al Marqués encarcelado en su celda de la Bastilla, Franco realiza unos serpenteantes (y molestos, todo hay que decirlo) movimientos de cámara, zooms y desenfocados, como medio para mostrar las febriles visiones del Marqués de los cuerpos desnudos y con signos de tortura de las dos protagonistas de su novela. Todo muy del gusto de su director y, aún así, Franco se lamentaría de la falta de libertad creativa que tuvo a la hora de rodar esta cinta, a la que definiría como "un cuento de hadas de Disney, en el que la chica es una tonta perdida en un bosque de pesadilla".
En cuanto al reparto principal, por un lado tenemos a Maria Rohm, una actriz de presencia enigmática habitual en el cine del director, y que aquí interpreta a la perversa y sensual Juliette. Por su parte, Romina Power se pone en la piel de Justine, la hermana casta y bondadosa sobre la que recae el mayor protagonismo. Al parecer, la por aquel entonces adolescente Romina, hija del prematuramente desaparecido Tyrone Power, fue otra de las imposiciones que se le hicieron a Franco, que en un principio había pensado en Rosemary Dexter para el papel. Lo cierto es que Romina, con su aspecto angelical, de primeras no desentona con el personaje, pero según el cineasta era "un mueble", si bien las malas lenguas achacarían esa actitud pánfila al consumo de marihuana y otras sustancias por parte de la joven, y todo ello con la complicidad de su madre Linda Christian, que no se separaría de ella en todo el rodaje. Sea como fuere, Romina Power dejaría la interpretación poco después para iniciar una carrera musical junto a su marido Al Bano, por la que hoy en día es mucho más conocida que por su discreto paso por el cine.
- Romina Power como "Justine"
- Maria Rohm como "Juliette"
- Rosemary Dexter, la elección del director para el papel principal, acabó interpretando a la prostituta "Claudine"
En el apartado de secundarios, figuran nombres internacionales como Akim Tamiroff, Sylva Koscina o Howard Vernon, si bien, destacan especialmente Klaus Kinski como el propio Marqués de Sade (aunque tendrá que conformarse con pasarse toda la peli "entre rejas"), así como unos muy pasados de rosca Mercedes MacCambridge y Jack Palance; la primera interpretando a una infame criminal al frente de una banda de malhechores, y el segundo como el hermano Antonin, líder de una extraña secta. Precisamente, merece la pena detenerse aquí, ya que Palance forma parte de uno de los puntos álgidos del film: en un momento dado, Justine va a parar a un monasterio habitado por unos monjes que (en apariencia) viven en un retiro pacífico. Sin embargo, pronto se descubrirá el pastel, pues los monjes en realidad resultan ser un grupo de desviados que aspiran a alcanzar el placer sexual a través de la tortura y el sufrimiento de mujeres a las que mantienen cautivas. Como digo, esto debió de parecerle a Palance la excusa perfecta para dar rienda suelta a la sobreactuación aunque, sin duda, también influiría que el actor se pasase todo el rodaje borracho, empezando a beber alcohol desde las nueve de la mañana. Con todo y con eso, años después Jesús Franco admitiría que disfrutó trabajando al lado de Palace debido a su gran carisma.
En resumidas cuentas, podría decirse que "Justine" es una opulenta película de época que, por un lado, se beneficia de unas hermosas localizaciones en la ciudad de Barcelona, así como una buena fotografía y banda sonora. Pero por otro, sale perdiendo al cambiar el tono virulento a todos los niveles de la obra del Marqués, por un aire picaresco de tragicomedia lujuriosa, en la que a pesar de algunos momentos puntuales, Jesús Franco nunca alcanza el cenit de su particularísimo (a la par que denostado) universo de erotismo exacerbado.