Ayer revisité de nuevo la Obra de Arte de
Terrence Malick, y de nuevo encontré la misma maravillosa película que hace dos años. En parte quería verla de nuevo por comparar sellos de identidad, entre la fotografía de
Emmanuel Lubezki en
Gravity, respecto a la de
Tree of Life; y en parte tenía un mono brutal de meterme en esa sensación de ganas de vivir que me inspira la película. Es sorprendente que en películas tan distintas formalmente, la manera de manejar la luz sea tan pareja.
Y me remito a aquellas playas del paraíso de Malick, y la llegada a la playa del lago en la de Cuarón
Ese uso de un grano finito y tamizado, muy hermano en ambos films. Y el premio que suelen dar las grandes películas: que cada vez que las ves encuentras matices nuevos. Cómo la escena de la concepción y nacimiento, que me parece la más hermosa, sutil y elegante jamás filmada:
La recordaba vagamente. Y la de cosas que me fue capaz de decir anoche, no se paga con una entrada de cine.

¡Qué tío
Malick! y que ganas de ver su nuevo proyecto sin título de momento.
A ver si puedo revalorar pronto esa "cara B" formada por
To The Wonder 