No hay más que dar un pasito atrás y ampliar la perspectiva, y comprobaremos que esta situación en realidad se ha dado ya antes: en la música.
Primero se abandonaron los discos de vinilo (que se rayaban) y las cintas de cassette (que se pillaban) en beneficio del CD, que era la hostia: lo podías escuchar un millón de veces sin que perdiera calidad, y ni se rayaba ni se pillaba en el reproductor, con una calidad de sonido que era lo nunca oído. Era una victoria cantada. Se impuso sin problemas y se abarataron los reproductores hasta que casi te los daban de regalo con los paquetes de Cheetos.
Pero los inventores e ingenieros, que para eso están, siguieron experimentando y encontraron sistemas con una calidad de sonido todavía mayor, ...pero dió absolutamente igual; la mayoría de la gente ni siquiera sabe que esos sistemas han llegado a existir ni cuáles son sus nombres y características. ¿Motivo?, que el CD cumplía con creces las necesidades de la gente "normal" en lo que a escuchar música se refiere. Los pocos que debieron llegar a probarlo dirían algo tipo "¡pero si suena igual!" y se acabó el invento.
Que tengan cuidado los señores del Blu-ray, porque podría ocurrirles exactamente lo mismo. La gente podría decidir que lo que tiene ya les vale (aunque la calidad de lo otro sea mayor) y seguir con ello hasta que el formato desaparezca por la desaparición del soporte en sí (como de hecho está empezando a ocurrir ahora con el CD tradicional, sin haber llegado a ser sustituido nunca por otra cosa mejor, con el cambio de soporte por los iPods y los archivos mp3).
Quizás el salto no vaya a ser de DVD a BD, sino de DVD a memorias portátiles de un porrón de teras (dentro de un par de lustros) y al final nuestros hijos nos acaben preguntando un día "¿el blurring?, ...¿qué era eso?".