Tema: Farscape (Serie TV)

Hola luisferrer


¿relatos de Farscape en español? ........... bueno, tienes los comics, yo los encontre hace tiempo ya por la red traducidos (algunos son muy buenos)

Y está este relato corto q escribió Rockne.S.O´Bannon (hay algunas diferencias por que lo escribio antes de saber q se terminaba la serie en la 4ª temporada y antes de escribir las PKW, pero está curioso) y que una amiga mia ha traducido.



Aquí os lo dejo, espero q lo disfruteis

***


“Farscape Horizontes”

por

Rockne S. O'Bannon

(Traducido por Hella2006-DRD)

Crichton despertó momentos después de que el primer sol alcanzara el horizonte. Nunca había querido tapar el ventanal orientado al norte porque le gustaba despertarse de forma natural y la luz del primer sol cumplía esa misión perfectamente. Era otra de las incontables razones por las que había elegido aquel planeta para construir su hogar.
La estructura no tenía más de cinco ciclos y la había construido el propio Crichton, con ayuda ocasional de algunos obreros Jash-nak contratados para ayudar en las tareas más arduas, como transportar los paneles de las paredes y colocar los cimientos. Era un diseño simple y funcional, con el color y estilo típicos del sudoeste americano. Crichton no estaba seguro de porqué había decidido construirla de esa manera, pero parecía encajar perfectamente con la tierra roja arcillosa y la sobria vegetación verde del enorme valle en el que residía.
El mobiliario era tan espartano como la propia vivienda de seis habitaciones. Tras haber permanecido a la fuga durante tantos ciclos, hacía mucho que se había acostumbrado a conservar pocas posesiones personales. Si había algo que había aprendido pasando la mayor parte de su vida en esta punta del universo era que las cosas simples, básicas y funcionales eran siempre las más eficaces. Lo había vislumbrado por primera vez en sus primeros días en lo que entonces solía conocer como los Territorios Inexplorados. Había dedicado todo su tiempo libre en aquellos primeros ciclos a bordo de Moya para estudiar la notable y elegante funcionalidad de la nave viviente. El recuerdo de Moya le devolvió a los sucesos del día.
“Se te va la cabeza, John, la mente vagando de esa forma… Te portas como un viejo de 80 años…”.
Y desde luego, John Crichton no los tenía. Tenía 311 años.
Al incorporarse en su cama, sintió la habitual rigidez en las articulaciones, sobre todo en los codos y las rodillas. La espalda siempre le dolía durante un arn más o menos tras levantarse, pero no se quejaba, teniendo en cuenta que ya había vivido casi cuatro veces más de lo que le habría tocado si nunca hubiera realizado aquel profético viaje en la órbita de la Tierra (¿En qué año terrestre había sido? 1999).
La prolongación de la vida natural era una de las desconocidas ventajas de los microbios traductores. Bueno, al menos Crichton lo desconocía, en aquellos primeros días en esta parte del universo. Parecía ser que los microbios traductores tenían esperanzas de vida muy largas, y cuando el cuerpo de su anfitrión empezaba a envejecer, los microbios se ponían manos a la obra reparando sistemas y combatiendo cualquier enfermedad debilitadora. Los pequeños chicos y chicas de Crichton habían realizado esta función por cuenta propia durante casi trescientos ciclos.
Crichton cruzó la alfombra Nebari Tecca, regalo de una muy querida vieja amiga, y miró por la ventana. El valle se iluminaba; el segundo sol, el mayor de los dos, estaba justo bajo la línea de las lejanas colinas, y su brillante luz cobriza ya se derramaba sobre la magnífica vista natural que se extendía ante los ojos de Crichton.
Cuando crecía en Carolina del Norte, Crichton había amado profundamente su hogar familiar. Como cualquier adulto (bueno, como adulto humano, ya que no podía hablar por la miríada de especies que había conocido a lo largo de siglos), como cualquier adulto humano, Crichton pensaba que el acogedor y cálido regazo de la familia y el hogar eran algo que sólo un joven podía experimentar. Pero allí estaba ahora en esta parte de su vida y volvía a sentirlo de nuevo. Amaba la casa que había construido. Había tenido por más tiempo del que hubiera pensado posible un lugar al que llamar hogar. Y allí seguía. Sólo faltaba algo para hacerlo perfecto. Una persona.
Mientras Crichton lo contemplaba, el segundo sol empezó a aparecer fulgurante, con una luz muy brillante, pero Crichton no apartó la mirada. Estaba perdido en una ensoñación y sólo veía una cara frente a él. Al final, el sol iluminó las colinas por completo y Crichton parpadeó, saliendo de su ensoñación.
Y volvió a recordar la importancia de aquel día en particular. Tenía que asistir a un funeral.
'Rygel', susurró suavemente.
Según el último mensaje que había recibido, Moya llegaría hoy a por él. Sería bueno volver a verla. Y a Piloto. Y a todos los demás con los que había conseguido contactar.
Se apresuró a cambiarse, ansioso por prepararse para la llegada de la nave viviente.

Crichton se bajó de la vaina de transporte en el hangar de Moya e inmediatamente se sintió como un tonto. ¿Realmente esperaba que todo al mundo a bordo dejara lo que estaba haciendo para ir a recibirle allí?
¿Los cientos de ellos?
Crichton cogió su bolsa y se encaminó por la bahía de mantenimiento en la que un grupo de estudiantes Ulstranos se agrupaban entorno a una de las mesas de trabajo. Un par de ellos le miraron al pasar. Les llevó unos minutos reconocerle, pero luego sus expresiones cambiaron inmediatamente. Rápidamente empezaron a darse codazos y pronto todos le miraban, intercambiando susurros.
A estas alturas, Crichton ya se había acostumbrado a esa reacción, pero seguía incomodándole. Suponía que siempre lo haría. Ahora celebraba que nadie hubiera hecho nada especial por su llegada. Dirigió a los estudiantes una inclinación de cabeza y se encaminó rápidamente hacia el pasillo.
El pasillo bullía de actividad. Seres de docenas de mundos diferentes se concentraban en sus labores. No estaba realmente abarrotado, pero Crichton recordaba los muchos años en los que sólo él y unos pocos vivían a bordo.

'¡Comandante Crichton!'
Una figura alta y delgada se apresuraba hacia él, esquivando a los seres más lentos que le rodeaban. La figura le sacaba 15 centímetros de altura, su piel era arrugada y marrón oscuro, con la parte superior de su cabeza en forma de carapacho protector. Los ojos eran grandes y expresivos y Crichton sonrió al reconocerlo inmediatamente.
'Hola, Piloto,' dijo Crichton mientras la alta figura llegaba ante él. Le tendió su particular mano en forma de pinza y Crichton la estrechó, sonriendo ampliamente.

'Quería estar en el hangar para saludarte'
'Está bien, Piloto.' Crichton recordó los muchos ciclos en los que Piloto no habría podido reunirse con él en el hangar, ni allí, ni en el pasillo ni en ninguna parte. Eso fue antes de que descubrieran el planeta natal de los Constructores y pasaran gran parte de un ciclo allí. Durante ese tiempo, los Constructores había perfeccionado un piloto híbrido biomecanoide de dos brazos y dos piernas al que se podía transferir la consciencia de Piloto. Este siguió conservando toda su importante relación simbiótica con Moya, ayudándole a mantener sus sistemas y comunicarse en su nombre, pero ya no necesitaba estar conectado físicamente a ella.
Igual que Moya había sido el medio utilizado por Piloto para abandonar su planeta natal y ver la galaxia, ahora Piloto le devolvía el favor a Moya, aventurándose frecuentemente en otros planetas, atravesando civilizaciones, estudiando sus culturas, experimentándolas profundamente y compartiendo todo ello simbióticamente con Moya.
'Moya me necesita,' explicó Piloto. 'Esta experimentando una pequeña dispepsia, me temo que pierde energía calórica. A causa de… ya sabes… lo de Rygel”.
Crichton asintió.
Algunos de los que se encontraban en el pasillo empezaban a mirarles y a susurrar. Piloto lo notó y apoyó una pinza sobre el hombro de Crichton.
'No hay forma de evitar que se corra la voz sobre que estás a bordo.'

'Lo comprendo, no te preocupes, Piloto,' '¿Hay alguien más, alguno de los otros que…?' preguntó Crichton.
'Chiana y sus maridos están a bordo.'
'Vaya, eso es estupendo.'
Piloto se acercó más, bajando la voz.
'No llevaba ni dos arns aquí y ya intentó seducirme.'
Crichton intentó contener una carcajada, pero rompió a reir a pesar de sus esfuerzos.

'Yo no me preocuparía, Piloto. Ya tiene dos maridos – dudo que esté buscando un tercero. Es sólo su forma de ser, ya sabes.'
'Pero, Comandante – es tan… tan… femenina. Seguro que sabe hacerlo mejor...'

Crichton asintió, mordiéndose literalmente los carrillos para evitar sonreír demasiado.
El pobre Piloto parecía tan preocupado por el tema. Pero, en realidad, siempre parecía preocupado, desde el día en el que Crichton le conoció.
'¿Y la oficial Sun? ¿Está con usted? O...?' Piloto se paró a media pregunta al ver la expresión de la cara de Crichton.
'¡Crichton!' Una voz encantada se impuso al barullo del pasillo. Crichton se volvió y vio a Chiana correr hacia él. De un salto, recorrió al vuelo los últimos 15 metros. Crichton se preparó para el impacto, pero, diablos, la chica era ligera como una pluma, como siempre lo había sido. Ella le cubrió la cara de besos y luego se deslizó hasta el suelo.
'¡Mola mogollón! ¿Era esa la expresión terrestre?' Se paró frente a él y le miró de arriba abajo. 'Frell, es fantástico volver a verte. ¿Cuánto tiempo hace?'
'Unos diez ciclos.'
'Más bien 15, según creo, Comandante,' le corrigió Piloto.
'15 ciclos, y fíjate en ti. Te ves…bien...'
Crichton sonrió.
'No quiero decir que tengas mal aspecto,' añadió Chiana rápidamente. 'Me refiero a que con ese pelo blanco empiezas a parecerte cada vez más a un Nebari.'

'He oído que te acompañan tus maridos,' dijo Crichton.
'Sí, tengo a Hespie justo aquí.'
Cogió el colgante que le rodeaba el cuello. Crichton era un gran admirador del Dr. Hespin; era un investigador y científico muy inteligente y de considerable renombre. Y Chiana le adoraba – bueno, en la medida en que Chiana era capaz de adorar, aunque la suya era una fuerte unión basada en un gran amor.

No importaba en absoluto que el Dr. Hespin fuera microscópico.
La pequeña pantalla de imágenes de la parte delantera del colgador parpadeó y el Dr. Hespin levantó su cara alargada y de aspecto de insecto del trabajo que estaba realizando. De sus dos bocas, la inferior fue la primera en sonreír, seguida inmediatamente de la otra.

'John, me alegro de verte.' Habló Hespin desde sus dos bocas simultáneamente, creando una voz maravillosamente meliflua. 'Ojalá fuera en otras circunstancias'.

Chiana volvió el colgante para hablar directamente a la imagen de la pantalla.

'No seas sensiblero, Hespie. Sabes que Rygel eligió su momento para marcharse. Vamos a Hyneria para rendir honor a su memoria, no llorar su muerte.'
'Lo sé, Chiana querida. A veces olvido que tienes una familiaridad con la muerte de la que otros carecemos.'
Crichton, Chiana y Piloto intercambiaron una mirada. Era una mirada de comprensión, como soldados que han vivido juntos una guerra y han sobrevivido para contarlo.
'John, espero que tengamos ocasión de charlar luego,' dijo Hespin, ‘Estoy investigado algo que creo que encontrarás especialmente interesante.'

'Me encantaría...'
Chiana miró a su marido, ‘¿Estás bien ahí dentro? ¿Qué tal el estómago? ¿Sigues mareado?'
'Bueno, no es como estar en el laboratorio en casa, querida, pero me las arreglo, gracias.'
Piloto avanzó para que Hespin pudiera verle. 'Cuando esté en condiciones de comer algo, doctor, tenemos una deliciosa selección de nano nutrientes...''
‘Creo que le daré a mi estómago un pequeño descanso, pero gracias, Piloto.'

'¿Bheaton?' exclamó Chiana ‘Casi lo olvido. Se muere por conocerte, John.'
'¿Bheaton?'

Piloto se acercó y susurró al oído de Crichton. 'El marido número dos.'

'Está en la cámara central. El nunca tiene problemas con la comida,' Chiana sonrió . 'Bueno, tiene que reponer fuerzas…'
La insinuación estaba clara y los ojos de Crichton se posaron en el colgante del cuello de Chiana.
'No te preocupes por Hespie. Sabe que tengo necesidades. Es decir, vamos, al fin y al cabo él es microscópico!'
Crichton y Piloto intercambiaron una sutil mirada.
'Hablando de compañeros – ¿dónde está Aeryn?' preguntó Chiana. La expresión de Crichton se tensó, pero antes de que pudiera responder, Pilotó se puso rígido, como si de pronto estuviera alerta por algo.
'Piloto, ¿qué pasa?'
‘Es Moya. Acaba de… acaba de detectar una nave de guerra Skellac que se dirige directamente hacia nosotros!'
Su instinto se disparó de inmediato. Sin pensarlo, los tres corrieron hacia la sala de mandos.
'Atención, Leviathan! No intenten la propulsión estelar. Quédense quietos y prepárense para ser abordados!'

Lo voz resonaba por toda la nave. Crichton y Chiana contemplaron la nave de guerra Skellac fuertemente armada acercarse a ellos, llenando por completo la ventana frontal de mando. Piloto se paró frente al panel de navegación accionando rápidamente los controles.
'Piloto, ¿cuál es la situación de su armamento?' preguntó Crichton sobre su hombro. ‘¿Están cargando?'
'Moya no detecta armas cargadas, Comandante. Pero la nave está sin duda armada hasta los dientes!'
Crichton se acercó más a la ventana. La nave de guerra permanecía justo fuera, con un aspecto tan peligroso como Crichton sabía que era.
La voz atronadora regresó. 'No esperamos resistencia. Vamos a abordarles. Una vez que les abordemos, por su bien espero que tengan Marjools y grolack crujiente preparado. ¡En memoria de nuestro camarada caído!'
Chiana se acercó más a Crichton. Volvieron las caras, se miraron a los ojos y exclamaron al unísono:
'D’Argo?'
Crichton se acercó de dos largos pasos hasta Piloto, extendió la mano y accionó sus mandos.
'¿Eres tú, D’Argo?'
'Soy el Superion D’Argo, si no te importa.' Y a continuación resonó la potente voz que les era tan familiar a todos.
Una docena de guerreros de presa Skellac se desplegaron por el pasaje, con sus espadas Qualta preparadas. Una vez colocados en posición, emergió D’Argo.
Crichton permaneció de pie esperándole. No pudo evitar sorprenderse por la apariencia de D’Argo. Su piel, que siempre había tenido un brillante tono marrón, era ahora de color óxido viejo. Sus tentáculos le llegaban más abajo de la cintura, sujetos en tres puntos para mantenerlos manejables. Vestía un chaleco ceñido y una falda de tipo Kilt escocés entorno a la cadera. Lo más desconcertante era su brazo izquierdo, que ahora era una prótesis de algún material claro y cuyos mecanismos funcionaban a la vista. Parecía extremadamente poderoso.
La sorpresa de Crichton ante los cambios físicos quedó instantáneamente eclipsada por el puro gozo de volver a ver a su viejo amigo.
'Bien, bien,...Gran D...' dijo Crichton, acercándose para abrazar al enorme luxano. Los guerreros de presa se inclinaron hacia delante al instante, con las espadas Qualta balanceándose amenazadoramente.
“¡Fuera!” les gruñó D’Argo. Los guerreros obedecieron prestos sus órdenes, aunque dieron un paso atrás con evidente reticencia y siguieron vigilando a Crichton con más que recelo.
D’Argo llegó hasta Crichton y tiró de él. Crichton sintió la gran fuerza de su nuevo brazo mientras le abrazaba. Le devolvió el abrazo, lo mejor que pudo, aunque en realidad no estaban en igualdad de condiciones.
Una familia de refugiados apareció por el pasillo. Lo guerreros de presa les observaban con sospechas, pero la atención de la familia se centraba en el humano y el luxano. El niño mayor, un chico de unos 16, que les miraba sin disimulo luego se volvió y susurró algo a su madre.
'Sí, creo que son ellos,’ le contestó ella, con una voz que delataba el asombro patente en los ojos de todos y cada uno de los miembros de la familia.
Después de que la familia despareciera por la esquina, Crichton y D’Argo se miraron mutuamente y rompieron a reír.
'¿Alguna vez llegaste a acostumbrarte a eso?' preguntó D’Argo.
'Jamás. ¿Y tú?'
D’Argo meneó la cabeza. 'La maldición de la fama.'
Los ojos de Crichton se posaron en los guerreros de presa. '¿De qué va lo de la nave Skellac? ¿Y el batallón de matones?'
'Oh, es sólo un pequeño problema de asesinato que tengo ahora entre manos. Nadie protege mejor que los Skellacs. Ni hay nadie más leal, por el precio correcto…'

La cara de Crichton revelaba su preocupación. D’Argo se encogió de hombros.

‘No hay que preocuparse, no es gran cosa, en realidad. Hay como una docena de regímenes a los que les encantaría ver mi cabeza colgando de la punta de una estaca jinka, sólo eso' comentó, con tal naturalidad que no había posibilidad de tomárselo como una bravuconada. Obviamente había pasado por aquello muchas, muchísimas veces durante años y era tan sólo un aspecto más de la vida que había elegido vivir.
De hecho, Crichton había formado parte de esa vida durante varios ciclos. Muchos les habían llamado libertadores. Se habían abierto paso por los Territorios Inexplorados encabezando las causas de aquellos que no podían luchar por sí mismos. Cuantas más posibilidades en contra, con mayor gusto se habían entregado a la pelea. Por esa razón, la familia de refugiados había reaccionado de esa forma al verlos. Como equipo, Crichton y D’argo se habían convertido ambos en una leyenda.
Bueno, en realidad habían sido los tres; Crichton, D’Argo y Aeryn.
A pesar de sus avanzados ciclos, D’Argo había seguido luchando. Ahora era un Superion, un comandante, y las tropas que luchaban bajo su mando se extendían a sistemas estelares en cada esquina de aquel cuadrante de la galaxia.
'¿Quién más viene?' preguntó D’Argo.
'No estoy del todo seguro, pero Chiana ya está aquí.'
'¿Chiana? ¿Está a bordo?' preguntó D’Argo con una sonrisita lujuriosa.
'Ha venido con sus dos maridos, D’Argo.'
D’Argo miró a Crichton por un momento y luego levantó dos dedos con gesto interrogante. Crichton asintió. D’Argo sopesó la información y luego se echó a reir tan fuerte que incluso los estoicos guerreros se estremecieron por el volumen.

Cuando su risa se apagaba, un nuevo pensamiento sobrevino a D’Argo. '¿Y dónde está Aeryn?' preguntó.
Crichton inspiró hondo. Tardó un poco antes de contestar finalmente a su amigo. 'La mañana que supimos que Rygel había muerto me levanté y ella se había ido.'
D’Argo frunció el cejo.
'Sin un mensaje de vídeo, sin una nota. Lleva ausente casi cinco días solares ya…'

'Aeryn siempre ha sido impulsiva, John…'
'No sé. Sé que la muerte de Rygel…le afectó. Se habían hecho muy amigos, bueno, ya sabes, desde la ayuda de Rygel en el nacimiento de nuestro primer hijo”.
'JT,' D’Argo mencionó el nombre del chico. Soltó una risita, recordando los hechos del día del alumbramiento del chico y como Rygel había ayudado revelándose como una extremadamente reticente pero sorprendentemente eficaz matrona.
'Habría imaginado que Aeryn se fuera un día solar o incluso dos,' comentó Crichton “pero cinco…...?'
Crichton era el único hombre con el que D’Argo había sido capaz de hablar del tema de las mujeres. Sobrios, borrachos, heridos, cabreados, cachondos… él y Crichton debían haber considerado el asunto durante miles de interminables charlas – y con eso sólo habían arañado la superficie. Sólo que la lucha de Crichton continuaba en aquel preciso momento, y era porque había elegido hacía muchos ciclos unirse a la mujer más complicada que D’Argo había conocido en su vida.
'Aeryn siempre sigue su propio camino, John. Sobre todo en los aspectos emocionales.' D’Argo apoyó una mano sobre el hombro de Crichton. 'Estará esperándote cuando vuelvas a casa. Estoy seguro.'
Crichton asintió. D’Argo aconsejándole sobre Aeryn, como en los viejos tiempos. Y como en los viejos tiempos, a pesar de la certeza de D’Argo, Crichton no estaba ni mucho menos tan seguro.
Moya tardó tres días solares completos en llegar hasta Hyneria. Durante ese tiempo, Crichton habló para varios grupos de estudiantes que había a bordo, ayudado por los refugiados, y pasó gran parte de su tiempo poniéndose al día con D’Argo y Chiana. También conoció al segundo marido de Chiana, Bheaton, un fornido macho Yhegh con una fina capa de vello dorado que cubría su cuerpo fuertemente musculado. Como era costumbre entre los Yheghs, no usaba ropa, lo cual resultaba más que ligeramente desconcertante en un macho del… tamaño de Bheaton. No era precisamente una lumbrera, dedujo Crichton tras hablar con él un rato, pero era un tipo amable y considerado que amaba a Chiana tan profundamente con el Dr. Hespin. Era típico de Chiana necesitar dos machos para garantizarle su plena satisfacción…
Era medianoche en la ciudad capital Rygelaan cuando Moya entró en órbita alrededor del planeta dominante de Hyneria. A pesar de la hora, Rygel XVII tenía preparado un contingente de más de 100 soldados esperando en formación de desfile para recibirles.
Tras todas las formalidades, incluidos los interminables saludos de la corte y el intercambio ceremonial de regalos (Piloto, por supuesto, recordaba esta costumbre que todos los demás habían olvidado, y había traído las ofrendas perfectas, cuidadosamente envueltas y listas para su presentación), finalmente fueron conducidos a sus habitaciones en el palacio.
Las estancias de Crichton eran un minipalacio en sí mismas, con suficiente espacio y dormitorios para alojar cómodamente a una veintena. Crichton sabía que Rygel XVII sólo intentaba proporcionarle graciosamente el máximo lujo, aunque Rygel nunca había errado las necesidades de un huésped, ni su nivel de comodidad. Porque tener tanto espacio a su disposición producía el efecto contrario en Crichton; le hacía sentir definitivamente incómodo. Estaba contento de haber venido, por Rygel, pero añoraba volver a su casa en su sencillo valle. Además, hasta que no regresara a casa no sabría si Aeryn le estaba esperando allí.

Cogió una pieza de fruta liba – perfectamente madura, por supuesto – de un frutero dorado y la balanceó en las manos mientras estudiaba sus estancias palaciegas. Una fantástica diferencia de su primera visita a aquel planeta, recordó. Su primer contacto con Hyneria había sido también durante la noche, pero implicaba un aterrizaje planeando furtivamente, sin motores, sin luces y contra un tórrido pantano a unos 50 metras de la propia ciudad capital. Había ido con Rygel – su Rygel – para ayudar a arrebatar el trono al primo de Rygel, Bishan. El tórrido pantano había sido el aspecto más acogedor de la primera mitad de aquella aventura. Pero al final habían triunfado, Bishan había sido depuesto y Crichton y los demás pudieron marcharse con Rygel de nuevo al mando del vasto imperio Hyneriano, un dominante con mucho más sabio, amable y generoso de lo que había sido la primera vez.
Había pasado tanto, tanto tiempo… pensó Crichton.
'Hola, John...'
Crichton reconoció la voz de inmediato, un tono profundo, con una cadencia medida. Aunque venía de su espalda, no se volvió de inmediato. Había escuchado esa voz en su propia mente durante muchos ciclos, pero ahora hacía casi dos siglos que no la escuchaba. Se giró.
Scorpius estaba en pie justo en el umbral de la puerta, con la cabeza inclinada hacia un lado y una sonrisa casi imperceptible en los labios.
Crichton inspiró profundamente. 'Bien, bien… trasnochas mucho, Scorpy…'
'Siempre.'

Scorpius había llegado a Hyneria por primera vez a la vez que Crichton y los demás, en el viaje que acabó en el pantano tórrido. Después de que Rygel recuperara su trono, el diminuto Dominante había pedido al medio sebáceo medio scarran que se quedara como su Consejero Wor-Ghn. Por alguna razón, siempre acudía a la mente de Crichton la imagen de Rasputin cuando pensaba en este arreglo. Y ahora Scorpius delante suya con aquellos elaborados ropajes negros y fajines ceremoniales rojos y amarillos sólo contribuía a fortalecer esa imagen.
Crichton había hecho las paces con Scorpius hacía ya muchos tiempo, a causa, suponía, del hecho de que los scarrans ya no eran una amenaza y Scorpius había encontrado finalmente aquí en Hyneria un lugar para sí mismo. Y la aceptación.
Scorpius se quedó con él toda la noche hasta el amanecer. Ambos se sentaron en el balcón, disfrutando la temperatura de la noche Hyneriana, respirando el dulce aroma de las Teinan florecientes y hablando de muchos temas. Scorpius le explicó en gran detalle como Rygel había elegido su momento para morir. Su salud estaba mermando, empezaba a tomar malas decisiones en nombre de su pueblo… una serie de acontecimientos que simplemente no permitiría que continuaran. Así que transfirió el poder a un heredero de su elección, una joven brillante (la primera de su género en convertirse en Dominante Hyneriana) y procedió a morir de la forma que había elegido.
'¿Qué forma fue esa?' preguntó Crichton.
'De indigestión, por supuesto.'
Crichton necesitó unos segundos para asimilarlo. Luego sacudió la cabeza y sonrió. '¿Rygel comió hasta morir?'
'De hecho, necesitó 20 días solares enteros para completar la tarea,' explicó Scorpius , ‘pero saboreó cada momento…'
Crichton contemplo el horizonte, vio los primeros matices púrpura del sol Hyneriano que empezaban a vislumbrarse. 'Ojalá hubiera tenido ocasión de visitarle, hablar con él, antes de...'
'Volverás a verle, John. Hablarás con él tan a menudo como desees. Ya lo sabes…'

Y Crichton dirigió a Scorpius la misma mirada de comprensión que había compartido con Chiana y Piloto en Moya.
Después de que Scorpius se marchara, Crichton entró en el dormitorio contiguo, que no era el más amplio, pero no le importaba. De hecho, prefería no estar en el más grande. Se tumbó en la cama. Aunque llevaba casi 20 arns sin dormir, le resultó imposible conciliar el sueño. Sabía la razón. Tras un par de arns dando vueltas, abandonó el intento y se levantó para asearse y vestirse con antelación a la celebración de los honores previstos para medio día.
Cuando Crichton llegó al comedor real, D’Argo, Chiana y Piloto ya estaban acomodados en una larga mesa reservada para los invitados de honor. Allí estaban representadas todas las exquisiteces imaginables, tanto Hynerianas como de otros mundos, y más manjares se servían apresuradamente desde las múltiples cocinas. No mucho después de que Crichton encontrara su lugar junto a Piloto, llegó Scorpius, escoltando a su alteza real la Dominante Rygel XVII.
Crichton comprobó que la nueva Rygel era tan brillante y encantadora como Scorpius la había descrito. Preguntó por otros que esperaba que vinieran a honrar a Rygel. Stark, según sabía, había cruzado al otro lado hacía muchos ciclos. Y Jool, la querida Jool, estaba demasiado enferma para viajar, pero había enviado un conmovedor vídeo-mensaje. De los muchos otros que habían ido y venido a bordo de Moya a lo largo de los ciclos (Kalash, Immaan, Sikozu, Noranti, Lihhima, Natira) todos habían perdido contacto con Moya hacía mucho tiempo. Crichton no esperaba en realidad verlos a todos allí, pero de todas formas preguntó por ellos.
El servicio conmemorativo no empezaría hasta el final del día, así que tras el banquete, Crichton salió a pasear por las calles de la ciudad. Había efigies de Rygel por todas partes; estatuas, carteles, globos con su forma que llevaban los jóvenes Hynerianos. Crichton se detuvo ante el museo de historia Rygel XVI, un enorme edificio que hasta recientemente había sido evidentemente otro tipo de museo y sala de arte. Crichton vagó por las salas, de extremo a extremo, contemplando lo que parecía ser una celebración de cada microt de la vida de Rygel, cuando no una recreación en video-imágenes, lectura de poemas épicos o representaciones teatrales en vivo. Incluso había una representación de marionetas. Cuando Crichton llegó a la representación de los años de prisión de Rygel, le vio encarnado por un joven y musculoso Hyneriano que representaba al Dominante exiliado como una suerte de Espartaco, que guiaba desinteresadamente a sus compañeros prisioneros hasta la libertad. Crichton consideró que había visto suficiente.
Al volver a las calles, se cubrió los ojos con la mano a modo de visera y miró hacia el cielo. Naves de toda forma y tamaño surcaban el cielo violeta, algunas abandonando el planeta, otras recién llegadas. Sabía que era ridículo pensar que entre las naves recién llegadas podría encontrar una en concreto. O que la nave que buscaba estuviera siquiera a varios millones de metras de allí.
Crichton apartó la mirada del cielo y empezó a cruzar el animado boulevard, regresando hacia el palacio. De pronto, una voz le llamó ‘¡Sr. Crichton! ¡John Crichton!'

Crichton vio a un joven que se apresuraba hacia él entre la muchedumbre que atestaba la acera. No era de aquel planeta y tenía aproximadamente su misma altura aunque pesaba probablemente casi 200 kilos. De un vistazo, supo instantáneamente lo que quería el joven – su aspecto ansioso y el grabador de video colgando de su cuello le delataron.
'Lo siento, no hablo con periodistas-mentales...' dijo Crichton mientras seguía descendiendo por la calle. El joven corrió tras él, sirviéndose de su volumen para abrirse paso y alcanzar a Crichton.
'Por favor, Sr. Crichton...uh, Comandante Crichton. No soy un mero periodista-mental, soy Dasker Oskagh, quizás haya oído hablar de mí.'
'Lo lamento.' Crichton intentó acortar cruzando el boulevard, pero el tráfico era demasiado denso en ese momento.
'Mis poderes se extienden a 60 sistemas estelares, Comandante. Mis historias pensadas alcanzan a más de cien millones de suscriptores.'
Crichton sabía lo que venía a continuación.
'Usted ha vivido muchas aventuras increíbles, tiene tantas historias que contar… Pero hay una de la que nunca ha hablado”. El joven respiró agitadamente “Usted hizo el viaje, ¿verdad, Comandante? Eso dice la leyenda. Que cruzó el pasaje y volvió para contarlo. Sólo que no quiere contarlo”.
Crichton miró hacia delante. Le habían preguntado lo mismo miles de veces (seguramente más) desde monarcas de multi-sistemas hasta gargs de ojos borrachos que casi no podían articular la pregunta. Todos habían oído la historia, la leyenda, y querían saber si era cierta. Querían saber aquello que desconocían todos los seres sintientes.
'Comandante Crichton, de todas las hazañas por las que son merecidamente famosos usted y sus compañeros de Moya, esta se ha tildado como su mayor aventura. Dicen que lo que vieron allí es la razón por la que el Dominante Rygel no temía a la muerte.'
El periodista-mental se inclinó más cerca, con su aliento apestado a col de haba y cerveza yestan.
'La leyenda dice que en algún momento usted y los demás cruzaron el horizonte hacia la propia muerte. Y que regresaron. Algunos dicen que lo han hecho espiritualmente, pero ustedes estuvieron allí físicamente. La muerte no es un estado ¿verdad, Comandante? Es un lugar”.
Con el tiempo Crichton había elaborado cientos de réplicas para aquella pregunta. Algunas graciosas, otras serias, algunas desdeñosas… bueno, todas ellas desdeñosas, últimamente, porque lo que él y los demás habían acordado después de acontecimiento en cuestión era que nunca lo contarían.
Lo ocurrido durante aquel viaje había sido sin duda la mayor de sus aventuras. Y lo que habían descubierto no era algo que debiera ser revelado hasta que cada individuo emprendiera su propio viaje al final de su vida física.
'¿Por qué no lo comparte, Comandante? ¿Por qué?'
Crichton sabía la razón, pero contestar sería como abrir la compuerta de una presa que debía permanecer cerrada.
'Lo siento mucho, joven. Mi consejo a todos sus suscriptores y a usted mismo es que vivan su vida, aquí, ahora. Al máximo. El resto lo descubrirán demasiado pronto...'
'Pero—‘

Crichton no iba a decir nada más. De hecho, ya había hablado más de lo que solía. Vio una vía abierta y se metió en el boulevard. El joven periodista-mental contemplo el tráfico en rápido movimiento y no se atrevió a seguirle, no con su envergadura. Eso era con lo que contaba Crichton.
Más de medio millón de Hynerianos abarrotaban la aparentemente inacabable gran Catedral Rygelana. Cinco veces ese número atestaban las calles entorno a la estructura en forma de torre.
Crichton fue escoltado hasta su lugar de honor en el banco más delantero. D’Argo y Piloto estaban a uno de sus lados, Chiana y sus maridos al otro.

En el altar descansaba un sarcófago incrustado con joyas, muchas de las cuales Cricthon jamás había visto.
“No llores por mí Hyneria...” canturreó para sí mismo Crichton en voz baja mientras miraba el gran espectáculo.
La Orquesta Real Hyneriana de 200 piezas comenzó a tocar suavemente. El alboroto del medio millón que llenaba la catedral empezó a apagarse. Comenzaron las ceremonias. Crichton levantó la vista, notando que el asiento entre él y Chiana permanecía vacío, cosa llamativa teniendo en cuenta que el lugar estaba lleno hasta el último espacio. Un rápido vistazo detrás revelo que había un banco entero acordonado y vacío.
Crichton volvió a sentarse bien, con los ojos sobre el altar. Su alteza Rygel XVII había asumido ya su lugar en el trono. Allí en pleno estaba su corte real, incluido el Consejero Wor-Ghn Scorpius, desplegados a cada lado de ella.
Fue entonces cuando Crichton se dio cuenta de que Rygel XVII le miraba directamente. Y lo que era incluso más extraño; un conato de sonrisa asomaba en sus labios. Crichton frunció el ceño con curiosidad. ¿Por qué le miraba y qué hacía que sonriera así?
Sólo un momento después, ella miró al fondo de la catedral. Crichton se giró en su asiento y miró también en aquella dirección.
La luz que entraba a raudales por la alta catedral era deslumbrante, por lo que el principio resultaba difícil ver exactamente qué había captado la atención de su alteza. Luego pudo ver un grupo de recién llegados a los que escoltaban por el pasillo central. Parecían ser 10 o 12, casi todos adultos, pero también acompañados por algunos niños. Crichton no podía distinguir sus caras, apenas era siluetas recortadas contra el fulgor de la puerta tras ellos.
Pero había una silueta, la de la mujer que iba a la cabeza del grupo, que Crichton reconoció de inmediato.
El grupo llegó hasta el banco en el que él estaba sentado.
“¿Está ocupado este sitio?”
Crichton se levantó rápidamente, casi tropezando por la sorpresa.
Radiante, Aeryn Sun se inclinó y le besó suavemente.
“Pensé que… que tú…” tartamudeó Crichton.
“No creí que debiéramos estar solos tú y yo aquí” susurró Aeryn, levantando la mano para indicar que los demás pasaran al banco vacío tras ellos.
JT, el primer hijo de Aeryn y suyo, miró a Crichton y sonrió. La bella esposa de JT y sus tres hijos (los primeros nietos de Crichton) estaban junto a él. Los otros dos hijos de Crichton y Aeryn, su hijo mediano Aeric y la más joven Kella, se acomodaron en el banco también con sus familias.
D’Argo, Chiana y Piloto sonreían abiertamente. Aeryn se inclinó rápidamente para besarlos y abrazarlos a todos. Crichton volvió la mirada hacia el altar, donde Rygel XVII les contemplaba con una cálida sonrisa. Obviamente, había sido consciente todo el tiempo de lo que Aeryn planeaba.
Crichton se volvió hacia Aeryn. “¿Por qué tanto secreto?” preguntó.

Aeryn no contestó. En vez de ello, su mirada se dirigió hacia un último miembro de la familia que se deslizaba en su lugar al final del banco. Una mujer impactante por su imponente esplendor.
Crichton sólo la había visto en una ocasión, hacía muchos ciclos, pero la reconoció instantáneamente.
“Katrana…” dijo, con voz ronca. Era su hija, su primera descendiente, aunque cronológicamente fuera más joven que su hijo JT. Era la primera hija de la princesa Katralla, criada hacía ciclos en las distantes colonias.

Aeryn vio asomar las lágrimas a los ojos de Crichton. “Fue un viaje muy largo para recoger a todo el mundo, y sabía que protestarías y pondrías un millón de razones para no hacerlo. Así que sin discusiones, me limité a hacerlo yo.”
Sus mejillas se rozaron cuando ella acercó sus labios a su oído. “Pensé – añadió suavemente – que todos tus hijos debían estar aquí con nosotros. Por Rygel...”
Crichton miró a los ojos a Aeryn. La luz de la catedral era ahora más tenue. La obertura de la orquesta se había elevado hasta una fanfarria. Aeryn cogió la mano de Crichton y juntos retomaron sus asientos.
La ceremonia duró al menos cuatro arns y medio, menos en realidad de lo que ellos esperaban, y al final, hubo una gran y digna celebración. Y durante todo aquel tiempo, las manos de John Crichton y Aeryn Sun no se separaron...
Aquella noche, Crichton y su gran familia regresaron a sus habitaciones. Ahora, la decisión de Rygel XVII al asignarle dependencias tan amplias tenía perfecto sentido. La enorme suite acomodó magníficamente a todos los Crichtons. Era una dulce y maravillosa reunión familiar. Crichton no sólo tenía a todas su familia junto a él, sino también a su otra familia: D’Argo, Chiana, Piloto y Scorpius..
Aquella noche, Crichton se retiró a la misma cama que había ocupado la noche anterior. Pero esta vez durmió profundamente, porque esa noche tenía a Aeryn de nuevo a su lado.
El viaje de regreso a casa a bordo de Moya supuso un respiro bienvenido tras la agitada montaña rusa emocional de los servicios por Rygel y la vertiginosa reunión con sus hijos y nietos.
Cuando se dijo el último adiós y se dio el último abrazo, Crichton pilotó la vaina de transporte de nuevo a su valle.
Aeryn sólo necesitaría unos pocos días solares para devolver a todos sus hijos a sus respectivas vidas. Luego regresaría, de vuelta a casa, también.
En su cocina, Crichton se dirigió a la cámara de conservación y sacó una botella de néctar fellip frío. Salió al porche donde descansaban dos sillas una junto a la otra y se acomodó en la suya, descorchando el fellip y tomando un sorbo.
A lo lejos en el valle, los dos soles se estaban poniendo. Tres cuartos del sol mayor ya se ocultaban tras el horizonte y el menor le seguía de cerca. Dentro de muy poco el día habría terminado.
Crichton contempló el valle. Pensaba en Rygel. Luego, otras caras vagaron por su consciencia, la querida y perdida Zhaan… Crais… y Stark… Su propio padre y su madre, sus abuelos y todas las personas que había conocido en la Tierra y que probablemente habrían abandonado la existencia hacía ya mucho.
Sólo había atisbado una pequeña parte de lo que estaba por venir – había estado allí, después de todo – pero había algo de lo que estaba seguro; volvería a verlos a todos, y allí todavía le esperaban incontables aventuras.
El sol mayor ya se había ocultado por completo, con su hermano menor acariciando el horizonte. El valle frente a él estaba tomando un matiz carmesí de otro mundo.
De otro mundo. Era una expresión en la que no había pensado en mucho, mucho tiempo.
Poco después, el sol menor había desaparecido también. Según se apagaba su luz, se hicieron visibles las lunas del planeta, las tres, destacando sobre el relieve lechoso contra la cúpula negra del espacio salpicada de millones de estrellas.
Mientras disfrutaba de las vistas, le vino a la mente algo que le había dicho su padre hacía mucho. “Sé tu propio tipo de héroe, John”.
¿Héroe? Cricthon siempre se había sentido incómodo aplicándose ese término a sí mismo. Pero había ayudado a muchos seres durante su larga vida allí. De cierta forma, mucho o poco, había marcado una diferencia. Esperaba que su vida hubiera hecho enorgullecerse a su padre.
Crichton tomó otro sorbo de fellip. Su mente vagó de nuevo de vuelta a sus primeros tiempos a bordo de Moya, cuando todo lo que deseaba con la mayor desesperación era regresar a la Tierra. Volver a casa.
Allí sentado esa noche, en su porche, mirando las estrellas y esperando el regreso de Aeryn, supo que había conseguido justo aquello.
John Crichton estaba en casa.

Gracias Sikozu.

¿Podeis decir donde encontrar esos cómics traducidos al castellano?, aunque sea por privado. Me interesan...

Hay ganas ya de pillar la 4ª temporada y revisarla en navidad. El problema es que si no editan la miniserie final Peacekeepers Wars, la cosa quedará un poco coja y la colección incompleta. Por suerte, yo la compré cuando Tripictures la editó en su día en dvd en España, aunque a día de hoy está descatalogada.
Si no hay ninguna manera de reeditarla, como decía, se tendrán cuatro temporadas pero una serie incompleta. Sería una lástima.

Nunca había escuchado hablar de esta serie. Un par de comentarios elogiosos, tanto en este foro como en otros, me impulsó a comprar la primera temporada. Ahora estoy ya terminando la segunda y sin poder parar. Una de las mejores series de ciencia ficción que he visto, junto con Doctor Who, Star Trek, Babylon 5... BRUTAL.

Mi personaje favorito, Rygel

Para mí está entre las 4 o 5 mejores series de ci-fi de la historia... Y no has visto nada hasta que no veas la temporada 3...

Mi personaje favorito, Rygel

Díselo a los que dicen que las marionetas son para niños... Es más realista y creíble que la mayoría de los personajes de carne y hueso de otras series...

Iniciado por melting

Por suerte, yo la compré cuando Tripictures la editó en su día en dvd en España, aunque a día de hoy está descatalogada.

no se yo si denominar "suerte" el que tengas una de esas "atrocidades" en tus manos madre mía que farboth pésima es esa edición .... yo la mía terminé regalandola..... ya que prefería ver la miniserie en calidad divx en VOS que en esa caca de edición... a ver si el hecho de que esté descatalogada anima a Selecta a adquirir los derechos y completar como Dios manda la edición de la serie AL COMPLETO!.

En cuanto a los comics ni idea de donde adquirirlos ..... hace años q los pille por ahi y no recuerdo donde sorry

Ya queda poquito para el 11 y adquirir la 4ª temporada... curioso, coincide con el cumpleaños de B.Browder

Iniciado por Sikozu

En cuanto a los comics ni idea de donde adquirirlos ..... hace años q los pille por ahi y no recuerdo donde sorry

¿Existen en castellano, o solo en inglés?, te acordarás al menos de cuantos tienes ¿no?...

Que yo sepa solo hay ocho, pero que alguien me corrija si me equivoco.

Una cosa son los traducidos al castellano, otra muy distinta los disponibles en inglés. Envío PM.

¿Entonces no hay ningún sitio onde pueda conseguir comics, historias, relatos de profesionales o de amateur en español?.
En farspain encontré relatos de amateur que escribian sus relatos de universos alternativos, de ontinuación de algún capítulo etc.

Saludos

Iniciado por Sikozu

no se yo si denominar "suerte" el que tengas una de esas "atrocidades"

Tienes razón, la edición de Tipictures deja mucho que desear. Lo suyo es una reedición en condiciones para tener la serie completa en condiciones. Farscape se lo merece

La edición de Tripictures de la miniserie está mutilada y por tanto no sirven para nada, es una basura infecta. Esperemos que Selecta pueda sacarla y sino a quedarse con las ediciones extranjeras (sin audio ni subtítulos en castellano) o a bajársela de Internet, no queda otra...

Ayer estaba mirando y la americana parece indicar que lleva subtitulos en español, me siento tentado a comprarla porque creo que recordar que preguntaron a selecta si la editaria y dijeron que no porque los derechos no son suyo creo que son de tripictures todavia

Yo también "sueño" con la salida de "Las guerras de los pacificadores" por parte de selecta, sería un bonito detalle porque la serie en si estaría incompleta.

La edición de tripictures es una basura, no solo está mutilada, sino que se ve mal, como oscura, y luego no incluye ningun documental ni ningún material extra.

La edición de zona 1 sí lleva subtítulos en castellano, pero solo en la mini-serie, los extras NO...

Ayer estaba mirando y la americana parece indicar que lleva subtitulos en español

Seré tonto, pues claro que lleva subtítulos en castellano... Si la tengo, lo que pasa es que como yo uso subtítulos en inglés, no lo recordaba. La he vuelto a probar y sí, la edición USA en DVD de "Peacekeapers Wars" (La Guerra de los Pacificadores) lleva subtítulos en español. Eso sí, es Región 1... Para quien no lo sepa Peacekeapers Wars es la miniserie que va detrás de la temporada 4 de Farscape y es imprescindible tenerla porque cierra la serie.
Así que como mal menor, si al final Selecta no puede sacarla porque no han caducado los derechos de Tripictures, pues podéis tirar de la versión USA, que al menos se entiende...

Otra opción sería ponerse en contacto con Tripictures y preguntarles si podrían hacer una reedición de la miniserie sin mutilar... Viendo que ahora hay demanda a lo mejor se animan...

La verdad es que no entiendo la supuesta crítica basada en que "en la serie salen marionetas". Tanto Rygel como todos los personajes tienen una personalidad bien definida y son totalmente creibles; es mas, en esta segunda temporada, al menos yo, los siento ya como si fueran viejos amigos. Pero bueno, ya sabéis, en este país la ciencia ficcion y "esas cosas" se ven solo para críos y frikis.

En este país los fans de la ciencia-ficción, anime, videojuegos, etc., somos unos parias raritos... Suele pasar en países incultos, catetos y cortos de miras como éste.

Happy Birthday Mr. Ben Browder

http://www.youtube.com/watch?feature...&v=rEmjLx7FCBQ

Aprovechando que era el cumpleaños de Ben Browder , me he pasado por FNAC a ver si por fin ya tenían la T4. Y nada. No les ha entrado nada. Y lo peor es que no saben ni fecha posible de entrada

Teóricamente salía el 27 de noviembre. Después en FNAC puso fecha de salida 11 de diciembre, y luego lo adelantaron a 4 de diciembre. En Selecta solo tienen a la venta las temporadas 1 a 3...en Amazon ya ni aparece la T4...

¿Por qué me estaré acordando en este momento de Star Trek Enterprise?

Iniciado por mellamoa

¿Por qué me estaré acordando en este momento de Star Trek Enterprise?

No les des ideas please...

A mi tampoco me han mandado el disco arreglado de la temporada 3, ¿le ha llegado a alguien?, decían que tardaba entre 4 y 8 semanas, pero el plazo ya ha pasado...

Justo hoy me han llamado para perdirme unos datos para enviarme el disco correcto , tal vez esten mandando una tanda a los que han reclamado.

Yo tampoco he recibido todavía el disco corregido. A ver si padmeluke tiene razón y empiezan a enviarlo ahora

Tened paciencia, Selecta es una empresa pequeña y se lo toman con calma... Pero acabarán enviándolos a todos... Con la temporada 4 pues vete a saber, a lo mejor algún problema de producción, o marketing navideño, quien sabe...

Iniciado por Liberty

Tened paciencia, Selecta es una empresa pequeña y se lo toman con calma... Pero acabarán enviándolos a todos... Con la temporada 4 pues vete a saber, a lo mejor algún problema de producción, o marketing navideño, quien sabe...

Ya, pero, en mi caso, estoy esperando a poder visionarlas con el disco correcto.
Y no empiezo, porque no me gustaría quedarme atascado y perderle el hilo.

Pues tienes tres opciones:

+Ver ese capítulo en VO con los subtítulos en español
+Esperar a que te manden el disco (parece que es inminente)
+Esperar a que salga la temporada 4 (que también parece inminente) porque ahí viene el capítulo corregido de la temporada 3.