Que no se diga, Pater, que no te has empleado en tu empeño. En tu línea. Pero no olvidemos que esas secuencias difusas, inconcretas, se deben, dentro del contexto narrativo, a la indefinición necesaria para que el espectador no conozca la verdadera mano asesina. Si lo hubiera rodado a pecho abierto nos habríamos enterado y adiós la intriga. Pero yo pregunto: ¿qué hubiera costado dar el mismo número de puñaladas, por ejemplo? Te habrías quitado complicaciones.
Y, con respecto a Willman, el que se ruede otro día no significa nada, pues todo ha de estar reflejado en el guión.
Intento, en la medida de lo posible, eliminar secuencias confusas, pues sólo dan problemas. En este caso, yo habría filmado la repetición de la secuencia. En una con cámara frontal, normal, con los actores a cara descubierta, y después la toma desde el suelo, captando las sombras. Habría sido menos complicado y menos discutible.
De momento, Pater, sigue la segunda, pero pegadísima y con igual nota que mi queridísima Seis mujeres para el asesino.
Por favor, no se lo vayas a decir a Dario, que lo aprecio mucho y está ya un pelín mayor...