Iniciado por
Diodati
Hay un fantástico azteca que sería menester luchar por sacar a la luz, guste más o menos a la parroquia.
En mi caso, mis apetitos tenebrosos se despertaron a la edad de cinco y seis años, con el visionado de un ciclo de vampiros mexicanos que se adueñó del cine de verano frente al que yo vivía (batallita del abuelo...). Jamás olvidaré a aquella sirvienta del conde Frankenhausen (inolvidable Carlos Agosti, con sus pupilas de fuego), que pronunciaba "Señogg Conde" de esa manera tan francesa, y que no dudaba en lanzarse a las hordas sedientas por su lealtad.
Hablo de realizadores como Miguel Morayta, Alfonso Corona Blake, Federico Curiel y, sobre todo, Fernando Méndez, entre otros. Méndez, en especial, nos legó "un vampiro pleno de poesía y humor, el mejor chupasangre americano desde Lugosi" (Lenne dixit): Germán Robles en el rol del tétrico y elegante conde Lavud/Duval.
El vampiro, El ataúd del vampiro, El vampiro sangriento, La invasión de los vampiros, El mundo de los vampiros, Santo y las mujeres vampiro, etc, son piezas de colección para los más fiebres y completistas como nosotros.
Y no nos olvidemos del mito autóctono de la Llorona, que arranca desde los años treinta, ni de perlas clásicas como Dos monjes o, sobre todo, El fantasma del convento. El espejo de la bruja pude visionarla en un ciclo mexicano que llevó a cabo el Festival de Sitges hace muuuuchos años. Una delicia. Y es que hay películas inevitables en este ciclo, como El hombre y el monstruo (a pesar de la nariz de patata).
Ciertamente, si me propusieran un libro sobre esta materia aceptaría encantado. De chaval quedé acohonado ante la proyección veraniega de Hasta el viento tiene miedo. Con el tiempo descubrí que es una cinta con errores... ¡pero qué encanto en el global y qué miedo con el desenlace en el torreón apartado!
Seguimos conectados, Legión. :)