Cuando vi a ese grupo de brujas desvergonzadas y gamberras, me acordé con nostalgia de aquella misteriosa y exótica academia de baile en Friburgo, y de esas casas malditas repartidas por el mundo, con moradoras que apenas veías y que te ponían los vellos de punta. Ahora, en la tercera, se ve que tocaba menos misterio, menos magia, menos horror... y más cachondeo a la moda del momento (me faltó Alaska). Para que no se diga que los autores no evolucionan y van con las modas actuales. Pues ahí tenemos la respuesta directa.