Psicosis (Psycho, 1959), de Robert Bloch
versus
Psicosis (Psycho, 1960), de Alfred Hitchcock
Para complementar la disección que estamos haciendo del film de Hitchcock en el hilo correspondiente, he releído la novela de Robert Bloch. Es un texto bastante breve (187 páginas en la edición de Plaza & Janés que tengo a mano, con letra grande y tamaño tipo edición de bolsillo), que se puede leer en una tarde, no especialmente brillante en su estructura ni en su redacción, pero efectivo, te arrastra sin pausa hasta el final, manteniendo el interés a pesar de lo conocida que es la historia.
Primero de todo hay que decir que el guion de Joseph Stefano se nutre casi por completo de lo que cuenta Robert Bloch. La gran diferencia, y de ahí la insistencia de Hitchcock en remarcar que no le interesaba ni el argumento ni los personajes: “lo que me importa es que la unión de trozos del film, la fotografía, la banda sonora y todo lo puramente técnico podían hacer gritar al público” [extraído de la entrevista de Truffaut], es el cómo, cómo se plasma en imágenes la truculenta historia de Norman Bates.
Porque en este caso la novela es Norman Bates. A diferencia de la película, la narración se inicia con Norman, descrito como un hombre maduro, de 40 años, más bien gordo y fofo, de comportamiento un tanto extraño y aniñado (es el Mamma’s boy), que vive casi como un ermitaño con su madre, con la que mantiene tensas discusiones, y por la que manifestó en su día un complejo de Edipo, que la madre rechazó con repugnancia. Otro detalle que surgirá más adelante, es que Norman se considera impotente (algo que Hitchcock no explotó, aunque sí planteó sutilmente la extraña y ambigua sexualidad de Norman), calificativo que también le aplica la madre. El narrador omnisciente nos habla de la madre como si existiera, se moviera por la casa y recriminara el comportamiento del hijo, planteamiento de Bloch que Truffaut en la célebre entrevista calificó de deshonesto, porque, evidentemente, se engaña al lector desde la primera página, haciéndole creer que los diálogos consigo mismo de Norman tienen un interlocutor real en la madre.
Mary (que no Marion) Crane aparece en el segundo capítulo, a su llegada al Motel Bates. El narrador nos cuenta entonces las peripecias por las que ha pasado, que en el film constituyen todo el segmento inicial: su relación amorosa con Sam Loomis, al que conoció en un crucero por el Caribe (y con el que no parece mantener más relación que la epistolar, aunque piensan en casarse cuando él haya liquidado sus deudas); el robo de los 40.000 dólares (no en Phoenix, Arizona, sino en Forth Worth, Texas); su huida con destino a Fairvale, donde vive Sam, propietario de una ferretería; sus cambios de coche (varios, y de manera premeditada, no por miedo a ningún policía concreto); la lluvia y el cansancio final. A diferencia de la película, Mary decide pasar la noche en un motel, para no llegar tarde y desarreglada a Fairvale, donde tendrá que justificar ante Sam su llegada cargada de dinero.
Una de las diferencias mayores respecto al film se haya en la cena con Norman. Mientras que en el film se lleva a cabo en el saloncito de la recepción, decorado con pájaros disecados y unos cuadros más que sugerentes, en la novela cenan en la cocina de la casa, y solo hay a la vista una ardilla disecada (o sea, toda la presencia y simbolismo de los pájaros es original del film, uno de sus mayores aciertos, prefigurando la siguiente The Birds).
La conversación durante la cena tiene, como en el film, un momento de tensión cuando Mary sugiere el ingreso de la madre en una institución mental. Norman se altera. En la novela queda más evidenciado que en el film (donde si acaso se sugiere por las descripciones que hace Norman) que él pasó en su día un período internado en un hospital, después de la muerte de la madre y su amante, “tío Joe” (¡hace 20 años!, o sea lleva dos décadas conviviendo con el cadáver de su progenitora). De ahí que su rechazo a llevar a su madre al psiquiátrico, sea en cierto modo una forma de autodefensa.
En el asesinato de Mary en la ducha parece influir, a diferencia del film, la afición a la bebida de Norman, aunque en definitiva es la madre quien comete el crimen. Lo que en la película es una secuencia central e icónica, en la novela no llega a una página. Aquí vale la pena advertir que la traducción al castellano dice: “Mary gritó histéricamente. Entonces la abertura de las cortinas se ensanchó y apareció una mano, armada con un cuchillo de carnicero. Un cuchillo que cortó su grito. Y su cuello”, cuando el original dice “and her head”. Es decir, la madre le corta la cabeza con el cuchillo, lo cual no deja de parecerme extremadamente complicado.
Igual que en el film, Norman recoge el cadáver de Mary, limpia a fondo el baño y la habitación, y se deshace del cuerpo y del coche (y del dinero, que aquí siempre ha estado en la guantera del vehículo) en el pantano de los alrededores, con suspense incluido a la hora de hundirse (o sea, que ese detalle es original de Bloch, no de Stefano como parece este sugerir en los extras).
Lo que viene a continuación se respeta en la segunda parte del film sin demasiadas variaciones. Lila aparece al cabo de unos días en la ferretería de Sam, y detrás de ella Arbogast (que, a diferencia de la película, se describe como alto y delgado). Arbogast visita el Motel y acaba muriendo a manos de la madre. El sheriff les hace saber que Norma Bates está enterrada desde hace años y que la conversación telefónica con Norman no le ha generado sospechas. Incluso Norman intenta desorientar la pesquisa diciendo que Mary tenía intención de ir hasta Chicago. Hay una diferencia de localización geográfica en la novela respecto al film. Mientras que en la película Marion va de Phoenix, Arizona, a Fairvale, al parecer en California, aquí el recorrido va de Forth Woth, Texas, a un Fairvale que parece más bien estar en Oklahoma, ya que se nombra Oklahoma City y Tulsa.
Como en el film, Sam y Lila deciden ir al Motel e inscribirse como pareja. Mientras Sam conversa con Norman, Lila entra en la casa (aunque Sam cree que ha ido a buscar al sheriff). La pista que representaba en la película un trocito de papel, aquí es un pendiente de Mary, que le había regalado Lila, y que Norman no vio cuando limpió el baño. A diferencia del film, en la conversación entre Sam y Norman esté viene a contarle la historia de su madre, que contrariamente a lo que cree la gente, sigue viva en la casa. Norman, que bebe abundantemente, acaba golpeando a Sam con la botella de whisky y sale en persecución de Lila, ya que adivina que habrá ido a ver a la madre (a la que, como en el film, ha escondido en el sótano). Norman le cuenta a Sam aspectos que no aparecen en el film: él se atribuye una suerte de poderes mágicos (es aficionado a la parapsicología y al esoterismo, y tiene libros de Aleister Crowley y Ouspensky). Dice que la madre estaba viva en la tumba y se comunicaba con él, que cuando estaba ingresado en el hospital. La madre estaba en trance, lo que Norman denomina “animación suspendida” (suspendend animation), estado del cual él consiguió sacarla y liberarla así de la tumba, “revivirla” en palabras textuales.
El resto es similar al film: Mary entra en la habitación de la madre, llena de objetos antiguos, ve el hueco en la cama, da un vistazo a la habitación de Norman, que parece la de un niño, con numerosos libros de parapsicología y algunos que considera patológicamente pornográficos. Luego baja al sótano y descubre el cuerpo de la madre. En ese momento aparece Norman, vestido de mujer, gritando “Soy Norma Bates” (aunque la traducción vuelve a equivocarse al escribir “Soy Norman Bates”, error de bulto), y detrás Sam que consigue reducirlo.
La secuencia final del film se desdobla en la novela en dos capítulos. En uno es el propio Sam el que resume a Lila las explicaciones de los científicos sobre el estado de Norman. Le han contado una teoría sobre los tres Norman: “Norman el niño”, “Norman la madre” y “Norman el adulto”, cada uno jugando un papel distinto en cada momento.
Como en el film, la película se cierra con Norman la madre, o directamente Norma Bates, que es la personalidad que ha vencido finalmente. Se encuentra recluida en un sanatorio sujeta a observación, mientras piensa en los dos crímenes (aquí solo son dos, Mary y Arbogast) que ha cometido su hijo, aunque este le atribuía las culpas a ella. Las últimas líneas las trasladó Hitchcock a la pantalla de forma literal, con una fuerza expresiva magistral.
“Sí permanecía sentada sin moverse no la castigarían.
Si permanecía sentada sin moverse sabrían que estaba cuerda, cuerda, cuerda.
Permaneció sentada durante mucho tiempo, y luego entró una mosca zumbando entre las rejas.
Se posó en su mano.
Podía aplastarla si quería.
Pero no la aplastó.
No la aplastó, y confío en que le estuvieran vigilando, porque eso probaba la clase de persona que realmente era. Incapaz de matar una mosca”.
THE END
Una cosa es leerlo y otra oírlo en la voz de la madre (que no era la de Perkins, obviamente, sino la de la actriz Jeanette Nolan... o la de Virgina Gregg o de Paul Jasmin, o una mezcla de las tres), mientras asistimos a la expresión final, astuta y diabólica, encadenada con la calavera de Norma. Escalofriante.
En resumen, la novela no está a la altura del film, pero aún así garantiza una “agradable” tarde de lectura en tiempos de confinamiento. Eso sí, cuidado con la traducción.