Iniciado por
Marty_McFly
Ya, pero en "El árbol de la vida" hay un punto de vista sobre una historia, pero no fuerza la historia, no le da forma. Los mismos hechos y diálogos en la historia de esa familia podrían ser los mismos con otros puntos de vista. Malick es honesto, no deforma los hechos ni juzga a los personajes, ni juzga al espectador que no esté de acuerdo con su visión.
En el caso de "Mar adentro" no. Amenábar capa la historia, la mete a la fuerza en el molde de su ideología y no la deja respirar, y se convierte en un monstruo de Frankenstein sin alma, un discurso teórico con una recubrimiento de sentimentalismo para parecer humano, pero de humano no tiene nada. En "Million Dollar Baby" Clint Eastwood muestra el conflicto de su personaje ante lo que le pide Maggie. Como le dice el cura (qué distinta esa escena del bochornoso espctáculo de Amenábar), "no se trata de si es pecado o no, se trata de si vas a poder vivir con eso". Es decir, Eastwood llega a la verdad humana del asunto al decir que no es ya una cuestión religiosa, política o ideológica. Es una cuestión humana, porque matar a alguien (y más si es un ser querido) supone un dilema tremendo, aunque esa persona desee la muerte (de hecho, su personaje accede a los deseos de Maggie por amor a ella, pero a cambio acaba perdido como ser humano).
Amenábar no muestra eso: centra su película en Ramón Sampedro, y los que orbitan a su alrededor (familia, novia, abogados) aceptan lo que él quiere sin más, sin demasiado conflicto (únicamente hay una escena en la que su hermano rompe a llorar, pero no por ese dilema, sino porque simplemente no quiere perder a Ramón).
Y cinematográficamente, prefiero no entrar en ciertos defectos del guión (el personaje de Belén Rueda revela que está enamorada de Sampedro sin que nos hayan mostrado ese enamoramiento, y su personaje, tan importante en la primera mitad, desaparece por las buenas cuando le viene bien al guionista).
Otra cosa que no aguanto es la famosa escena del "vuelo" (el sueño en que Sampedro sale volando por la ventana, para ilustrar el diálogo anterior, en que dice que quiere morirse "para irse a otro lugar"). Por supuesto, es técincamente impecable, con una hermosa música clásica, y tramposamente emociona al espectador (al que lleva a pensar "pobrecito, no le dejan irse volando por encima del mar y las montañas") y lo posiciona ideológicamente. Pero lo hace, como digo, tramposamente, porque ese irse volando hacia el mar sugiere una trascendencia, una vida más allá de la muerte (incluso encuentra en la playa a otra persona) que niega el guión de la película (Sampedro dice en otro diálogo que no hay nada después de la muerte). Así, si Amenábar fuera honesto, si quisiera de verdad transmitir la visión de Sampedro sobre la muerte, debería meter la cámara en un saco negro. Pero claro, de esa manera ningún espectador se posicionaría del lado que quiere Amenábar, que no pretende contar de manera honesta una historia con un punto de vista, sino imponer una idea al espectador, usando, eso sí, los fantásticos recursos cinematográficos que demuestra dominar.