El origen del problema es el siguiente:
Desde el año 2000, en el que el tráfico aéreo comenzó a experimentar un notable ascenso año tras año, el USCA (sindicato que representa a más del 95% de los controladores) ha solicitado a Aena que formara nuevos controladores porque no había suficientes para gestionar tanto tráfico. Aena fue formando controladores con cuentagotas, a ritmo mucho menor que el necesario (de hecho, a un ritmo menor que el de jubilaciones y bajas por fallecimiento u otras causas), con lo cual el problema no hacía más que agudizarse. Se llegó a un punto crítico en el que el USCA propuso a Aena acabar con el problema ofreciendo una ampliación de jornada (es decir, trabajar más días) de toda la plantilla. A efectos prácticos, por ejemplo, en Fuerteventura acordamos trabajar 48 horas más todos los meses. Estas horas, lógicamente, se abonan a mayor importe que las ordinarias.
El problema se solucionó temporalmente, pero el USCA seguía insistiendo en que era una solución transitoria y que hacía falta más personal, a pesar de que, gracias a la ampliación de jornada, nuestros sueldos se habían incrementado notablemente. Pasaron los años y Aena seguía sin formar suficientes controladores, y pagando la ampliación de jornada en época de bonanza económica. Llegó un momento en que ni siquiera con la ampliación de jornada se cubrían los servicios necesarios, por lo que Aena comenzó a ofertar horas extra que los controladores podían aceptar voluntariamente.
En las dependencias grandes, para que pudiera gestionarse todo el tráfico, el personal disponible empezó a trabajar muchas más horas que la jornada ordinaria, disparándose los sueldos. USCA seguía insistiendo en la falta de personal, y a Aena parecía no importarle, a pesar de que la carga salarial comenzaba a ser un lastre económico importante.
A todo esto se sumó la inversión multimillonaria en aeropuertos deficitarios que se creaban por motivos exclusivamente políticos (La Rioja, Lleida, Huesca, Burgos, Córdoba, Granada, León, Vigo...) y en infraestructuras faraónicas en los grandes aeropuertos.
Y llegó la crisis. El tráfico aéreo bajó y, por lo tanto, bajó el importe recaudado en concepto de tasas.
(...)
Al bajar los ingresos, Aena “de repente” se da cuenta de que la carga salarial se ha convertido en un lastre que amenaza su viabilidad (lo que el USCA llevaba años advirtiendo) . Y, lejos de empezar a formar a más controladores, ha decidido tomar unas medidas desesperadas que, en algunos casos, supondrán una merma en la seguridad:
- Reducir de forma unilateral la dotación de personal en cada servicio. Para poner un ejemplo, en
Fuerteventura, antes nombraba a 3 ATC por turno, y ahora nombra a 2. Es decir, el trabajo que antes hacíamos 3, ahora lo hacemos 2. Consecuencia: los sábados (día punta en Fuerte) estamos hasta arriba y a veces no podemos tomar el descanso reglamentario (que es obligatorio) . El otro día en Barajas, de turno sólo había 18 nombrados, cuando el año pasado había 25. Lo mismo ha ocurrido en el resto de las dependencias. Es inevitable que esto produzca retrasos, porque lo primero es la seguridad.
- Presionar al colectivo con medidas coercitivas como expedientar sistemáticamente a compañeros por solicitar regulaciones de tráfico, amenazar a los delegados sindicales por desempeñar su labor, obligarnos a fichar y a firmar hojas de registro cada vez que nos levantamos para ir al servicio, ignorar todas las cartas que se les remiten, cometer errores en las nóminas...
- Reducir drásticamente, mediante Real Decreto, los requisitos necesarios para el acceso a la profesión. Antes había que tener un título universitario, ser español y un alto nivel de inglés, además de pasar todas las pruebas pertinentes. Ahora será suficiente con tener 18 años y el bachillerato, y no hay que ser español (ni siquiera dominar el castellano, con nivel 4 de 6 es suficiente.) . El curso de formación se ha reducido de 22 a 3 meses.. Antes éramos un ejemplo mundial de selección, preparación y formación de ATC, ahora estamos a la cola de Europa.
- También, mediante Real Decreto, crear un cuerpo aparte, denominados “informadores AFIS” para sustituir a los ATC en los aeropuertos con menos de 50.000 movimientos al año. Estos informadores, cuya formación dura la friolera de 7 semanas, no podrán dar control y se limitarán a informar a los aviones sobre la meteorología, sobre si la pista parece libre y cuatro cosas más. Las aeronaves tendrán que separarse entre ellas. Este sistema existe en Europa en aeropuertos locales en los que rara vez se juntan 2 aviones (e incluso así hay un amplio historial de accidentes por falta de control aéreo) pero en aeropuertos con más tráfico es una auténtica temeridad.