En la anterior entrega del artículo sobre la instalación de un sistema de "cine en casa", llegamos a la conclusión de que la adquisición de un sistema completo de "cine en casa" requiere de una serie de previsiones a las que hacer frente antes de empezar a comprar elementos sin un mínimo de preparación y estudio.
Una vez se han visto los pasos a dar para adquirir la parte de nuestro sistema dedicada al sonido, vamos a hacer un repaso de lo que sería la parte visual del conjunto en la que hablaremos de televisores, proyectores y la pantalla correspondiente.
Como ya dijimos en la primera parte del artículo, dependiendo del tipo de sala que podamos disponer (dedicada o no dedicada), podremos decantarnos bien por la instalación de un televisor, bien por la de un proyector con su pantalla o bien -en la mejor de las situaciones, con la mezcla de ambas cosas. También, como en la anterior parte, evitaremos hablar de sistemas de visualización fuera de gama, con precios realmente lejanos a los que podría acceder un usuario, digamos, normal.
Televisores
El salto cualitativo que se ha dado de unos años a esta parte en este sector (como en casi todo lo relacionado con la electrónica) ha sido extraordinario. Desde los estupendos televisores de tubo (CRT) que había en nuestros hogares (¿quién no recuerda los primeros modelos de Emerson o las fantásticas televisiones Sony Trinitron?), siguiendo con los televisores de plasma o los de tecnología LCD y LED, y llegando a los actuales Smart TV o las 3 dimensiones (3D), las generaciones actuales cuentan con verdaderos centros de entretenimiento visual que ya no son simples televisiones sin más.
Llegado el momento de tener que adquirir un modelo para nuestras salas, deberíamos tener claro cuál sería la medida de televisor más adecuada (pulgadas de pantalla) y qué tipo de sistema tecnológico elegir (Plasma, LCD, LED o 3D. (dejaremos a un lado a los CRT por razones obvias). No quiero abrir aquí ningún debate “pro” o “anti” ninguno de esos sistemas (ya tenemos el foro plagado de hilos que hablan del asunto), simplemente vamos a exponerlos y que cada uno actúe en consecuencia. Por tanto, como resumen de lo que cada sistema nos ofrece diríamos:
Plasma: Seguramente la que ofrece mejores negros, más profundidad, mejor fluidez de imagen en movimiento y mayor ángulo de visión. Por el contrario, el consumo energético es bastante mayor, podrían aparecer las temidas retenciones en pantalla (aunque esto es algo bastante superado a día de hoy).
LCD: Ofrecen la posibilidad de elegir pantallas más pequeñas, se obtienen resoluciones de pantalla mejores que las ofrecidas por el plasma (aunque esto no siempre es un dato determinante) y su consumo es sensiblemente inferior. Por el contrario, el ángulo de visión es más reducido y los colores negros no están tan logrados como en los de plasma.
LED: Quizá sea la tecnología que se está imponiendo ya que combina un poco las virtudes de las anteriores, minimizando las desventajas. Son mucho más delgados, consumen menos, su instalación en paredes es sencillísima (debido a su peso liviano) y presentan un nivel de contraste y definición excelente. Por el contrario, son más caros y puede darse el caso de que algún Led “muera” con el consiguiente puntito negro en la pantalla.
3D: Obviamente estamos hablando del sistema “top” ya que, por la propia definición, asemejan mucho más la imagen a la realidad visualizada por un ojo humano (ancho, alto, largo). Por el contrario, son más caras, necesitan el uso de gafas específicas para lograr el efecto 3D y, por el momento, los contenidos 3D únicamente se pueden ofrecer a través de reproductores blu-ray compatibles con el sistema.
Todo esto está muy bien pero, entonces, ¿qué me compro?
Pues hay que poner las cartas sobre la mesa y empezar a decidir. Sobre la medida del panel, hoy día, en base a los precios y dimensiones de la mayoría de salas, no creo que debamos comprar ninguna TV para nuestro sistema de cine en casa inferior a las 32’’. Es más, quizá lo mejor sería valorar seriamente la adquisición de 37, 40 o, en la medida de nuestras posibilidades, superiores. Recordemos que estamos adquiriendo un sistema completo de cine en casa y no estamos hablando de televisores para dormitorios, cocinas o conexión a PC.
En relación con el sistema tecnológico a elegir, hay que decir que los televisores de plasma están empezando a verse relegados a las esquinas de las secciones de los grandes almacenes, ya que por motivos de costes medioambientales y energéticos, parece que las marcas han dejado de apostar por ellos, para desgracia de sus muchos seguidores (que los tiene…). Por tanto, parece que el mercado se decanta por la última tecnología, siendo los LED y 3D lo más buscados por los consumidores (pese a su mayor precio).
En todo caso, prácticamente todos cuentan ya con múltiples tipos de conexiones (HDMI, USB con reproducción de contenidos grabados en HD y sus diferentes contenedores -MKV, por ejemplo-, vídeo por componentes, salidas digitales de audio, slot PCMCIA…). En el caso de las Smart TV, éstas son auténticos centro de entretenimiento con acceso a internet como si de un ordenador se tratase.
Proyectores
Cuando las circunstancias de espacio nos lo permiten, la opción de instalar un proyector en nuestra sala es, en mi opinión, ineludible si se quiere sentir realmente lo que es ver cine en nuestra propia casa. El resultado de ver una película en alta definición, a través de un proyector, en una pantalla de 120’’ (como cifra media) es realmente extraordinario. De hecho, cuando se “cata” la sensación de lo que es la proyección, muy pocas veces se vuelven a ver películas en TV. Y no solo hablamos de cine, los juegos en alta definición a través de consolas como PS3 o Xbox adquieren otra dimensión cuando se trata de jugar delante de una pantalla de esas dimensiones.
Al igual que en el caso de los televisores, la tecnología en sistemas de proyección ha avanzado de manera extraordinaria y hoy día podemos adquirir un proyector compatible con el formato 3D por precios, en algunos casos, bastante más asequibles que muchos televisores de gran formato.
Antes de nada, deberíamos saber, en líneas generales, que hay dos factores fundamentales a la hora de elegir proyector, a saber: luminosidad y resolución. La luminosidad es un factor fundamental ya que de no tratarse de una sala en completa oscuridad, la imagen se verá con colores muy pobres y contraste casi inexistente. Si bien hay que decir que proyección es sinónimo de sala oscura (si no queremos perder calidad), cuanta mejor luminosidad nos ofrezca el proyector, más podremos jugar con la luz de la sala (aunque, repito, siempre debemos tender a que ésta esté lo más oscuro posible para obtener el mejor resultado). Además, ésta debe ser proporcional a las pulgadas de pantalla y al tiro de proyección (distancia desde el proyector a la pantalla). No es lo mismo proyectar con 1200 lumens a una pantalla de 90" a 3 metros de distancia que a una de 130" a 5 metros de distancia). La resolución es otro factor determinante y deberemos escoger la más adecuada a nuestras necesidades; esto es, adquiriendo un proyector al que realmente vayamos a sacar partido (no es igual ver solamente formato DVD que utilizar primordialmente formato Blu-ray). En general tendríamos las siguientes opciones de compra:
SVGA: Definición estándar (800x600); Tv en formato estándar (no HD) y DVD.
720p: Alta definición-HD (1280x720); Tv en formato HD, Blu-ray y DVD.
1080p: Alta definición “completa”-FullHD (1920x1080); Tv en formato HD, Blu-ray en su resolución máxima y DVD.
En este aspecto, aconsejo el centrarse únicamente en la compra de los dos formatos de alta definición, evitando la compra de proyectores con resolución inferior.
Imagen traducida por antiscreeners.com del original de Carlton Bale
De igual forma que ocurre con las diferentes tecnologías asociadas a las televisiones, en proyección también nos toca decidir entre sus diferentes clases e igualmente cada una de ellas cuenta con sus ventajas y sus –ligeros- inconvenientes. Como resumen, estas serían las opciones:
Proyectores LCD (Liquid Crystal Display): Bastante extendida su venta, esta tecnología presenta el problema de que se necesita una más que correcta alineación de los paneles para que el resultado sea adecuado (se supone que éstos deberían llegar de fábrica perfectamente alineados, claro).
Proyectores DLP (Digital Light Processing): Sistema que hace desaparecer totalmente el efecto retícula de los píxeles (puede darse en paneles LCD en resoluciones bajas) pero que, por el contrario puede producir en determinadas personas con alta sensibilidad visual el denominado efecto arco iris, en el cual se observa cierto colorido en los bordes de las imágenes.
Proyectores LCoS (Liquid Crystal on Silicon): Se podría considerar como la mezcla de los dos sistemas anteriores, en el cual se sumarían las ventajas que ambos ofrecen por separado. Básicamente utilizaría dos sistemas de forma conjunta; por un lado se utiliza la transmisión debido a que las partículas de cristal líquido dejan pasar, o no, la luz. Por otro lado, utiliza la reflexión ya que la luz es reflejada en el dispositivo de silicio y es devuelta.
Es esta última opción la que parece que está implantándose cada vez más, pero cuenta con el inconveniente del precio (al menos, de momento). Por tanto, cualquiera de las tres opciones nos va a dar resultados estupendos y será cada uno el que determine sobre cuál de ellas decantarse.
Un dato que no debemos olvidar a la hora de comprar un proyector; hay que realizar cambios de lámpara cuando ésta llegue al final de su rendimiento (sobre las 3000-4000 horas de funcionamiento) y no son baratas, precisamente. Eso sí, no hay que asustarse si realizamos alguna sencilla cuenta: si viésemos una película de dos horas de duración cada día del año, tendríamos 730 horas de funcionamiento por año, con lo que tendríamos lámpara, a ese ritmo para 4-5 años sin ninguna dificultad (todo lo anterior es muy relativo y depende de muchos factores como lo son el fabricante, la temperatura de la sala, ventilación del aparato, cuidados básicos de la misma, etc.).
Resumiendo todo lo anterior con respecto a los proyectores, aconsejaría lo siguiente:
- Compraremos un proyector que sea compatible con alta definición ya que con los precios actuales no merece la pena los de resoluciones inferiores. Igualmente evitaremos el formato 4:3 por no ser adecuado al formato cine y elegiremos básicamente el formato 16:9, seguramente el más extendido y usual.
- Prestaremos especial atención a la luminosidad que ofrezca el aparato, partiendo de la base de que cuantos más lúmenes ofrezca -en principio- mejor comportamiento dará en nuestras salas (especialmente las no dedicadas).
-Intenta que el aparato disponga de suficientes ayudas a la proyección a la hora de instalarlo. Esto es, que disponga, por ejemplo, de corrección trapezoidal (o efecto Keystone) que se da cuando el proyector no está perfectamente colocado en la perpendicular con respecto a la pantalla y la imagen se distorsiona por los lados; que tenga zoom suficiente para no tener problemas en llenar la superficie de pantalla en relación con la distancia de colocación del aparato; si puede tener Lens Shift mucho mejor porque nos ayudará a “cuadrar la imagen” cuando el proyector no esté colocado exactamente en el centro de proyección de la imagen.
Enlace muy interesante para calcular distancias de proyección asociadas a nuestra marca y modelo, así como a la dimensión de pantalla: http://www.projectorcentral.com/proj...ulator-pro.cfm
Pantallas
Lo primero que tendremos que decidir es si la pantalla va a quedar permanentemente puesta y desplegada (salas dedicadas) o, por el contrario, va a estar enrollada o desenrollada según el caso (salas no dedicadas). Modelos, marcas y tipos de telas de proyección son muy numerosos por lo que intentaré dar algunas pautas básicas para empezar.
Lo mejor sería el tener una pantalla desplegada permanentemente, instalada en un marco resistente y en una sala en la cual las condiciones de humedad y temperatura no sean extremas. Esto nos aseguraría (en principio) que la tela de proyección carezca de ondulaciones o arrugas. Existen muchos modelos de pantallas fijas e incluso podéis buscar por el foro hilos en los cuales se habla largo y tendido sobre pantallas HUM, de fabricación artesanal realizadas paciente y perfectamente por muchos compañeros del foro.
Si no es posible este tipo de instalación (lo cual suele ser bastante frecuente), tenemos la opción de las pantallas enrollables, bien por medio manual o eléctrico (motorizada) y de instalación en techo o pared (indistintamente). Si ese es nuestro caso, deberíamos intentar adquirir un modelo con suficientes garantías como para que el plegado y desplegado de la tela sea suave y fluido, evitando con ello las odiosas arrugas.
En cuanto a las telas, el tipo de las mismas dependerá de la luminosidad que ofrezca nuestro proyector y de la sala donde vayamos a instalarlo. Esto es lo que se llama “ganancia” de la tela y no es otra cosa que el reflejar más o menos, en el centro de la pantalla o en los extremos, la luz que nos llega del proyector. Si la tela refleja la luz recibida en todas sus direcciones (centro y laterales) estaríamos hablando de ganancia cero y, con un proyector actual con suficiente intensidad lumínica, podría ser la más adecuada para una sala normal. Si lo que queremos es buena intensidad en el centro en detrimento de los espectadores sentados en los laterales, deberíamos tener una tela con ganancias más altas (aconsejable para salas más profundas que anchas). Pero, repito, en el caso de una sala normal, una tela con ganancia cero suele resultar la más normal.
Otro tipo de telas adecuadas cuando nuestros altavoces frontales quedan irremediablemente por detrás de la pantalla, son las de tejido perforado o “transparente”, las cuales están diseñadas para dejar pasar el sonido sin interferir en el resultado final.
En cuanto a las medidas de pantalla, va a depender muchísimo de la distancia de visionado y la longitud de pared que dispongamos para su instalación. Sin dar cifras, he de decir que, por experiencia, no conozco a nadie que haya colocado una pantalla y pasados unos meses no considere que podría haberla puesto un poquito más grande. Por tanto, en la medida de lo posible, siempre iremos a lo mayor que podamos (¡cuidado!, mira antes en el enlace anterior si con la distancia que tenemos y nuestro modelo de proyector, vamos a poder llenar toda la superficie de la pantalla).
Terminamos aquí con las líneas generales de cómo dar los primeros pasos para adquirir un sistema de cine en casa. Espero que, al menos, algo de lo escrito pueda servir para afrontar la siempre ilusionante compra de un sistema de cine en casa para nuestras casas.
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