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Tema: Coleccionismo en general - El mini-blog

  1. #51
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    Predeterminado Re: Coleccionismo en general - El mini-blog

    Cita Iniciado por Slimer Ver mensaje
    "El coleccionista es una persona con una determinada sensibilidad por los objetos, excéntrico, extravagante, sí, y también cuidadoso, metódico, constante. Tener en cuenta ese talante, esa idiosincrasia, esa subjetividad, es fundamental para no malinterpretar un comentario y encender la llama de la discordia."

    No puedo estar más de acuerdo con esta frase.

    Y añado más, todavía no he conocido un/a coleccionista que sea mala persona. Aunque esa sensibilidad que comentas se dirija hacia los objetos y no hacia las personas, son pocos los que no combinan las dos.

    Tan triste es no coleccionar como tener una colección que te llene pero que no puedas compartir con nadie.

    Para mi coleccionar es compartir. Compartir experiencias, historias, detalles, fotografías, intereses... sin esto no tengo nada.

    ¡¡Lo has clavado!! No se puede decir mejor.
    jfuste ha agradecido esto.

  2. #52
    SERGIO LEONE Avatar de LEMOR
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    Predeterminado Re: Coleccionismo en general - El mini-blog

    Cita Iniciado por jfuste Ver mensaje
    las minifiguras (ya están listos los 10 personajes, volando para casa...)
    jfuste ha agradecido esto.

  3. #53
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    Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana... en el planeta Pandora, dentro de Hobbiton.
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    Predeterminado Re: Coleccionismo en general - El mini-blog

    ¡¡Qué pena que no pueda definitivamente entrar en lo de las figuras!! Las cosas se me han complicado durante unos meses (y quiero ahorrar además para Reyes desde ahora). Pero bueno, me alegro por vosotros y me encanta ver las figuras y estar al tanto de vuestras compras y fotos. Y la verdad es que LEMOR ha estado muy acertado con esos emoticonos .
    Última edición por pegaso200; 27/07/2012 a las 01:44

  4. #54
    N6MAA10816 Avatar de jfuste
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    Predeterminado Re: Coleccionismo en general - El mini-blog

    Jeje, bueno, ya vendrán tiempos mejores. De las minifiguras de momento no hay lista de reservas ni nada. Sólo pedí una serie, y a partir de ahí intentaré encontrar las piezas sueltas por otros lados. Lo mismo que he hecho (estoy haciendo) con los kits del spinner. Pero bueno, eso lo comentamos en el hilo de BR o en el grupo.

    Que la crisis nos está afectando a TODOS está clarísimo. Quien crea que llevo unas semanas en plan Rockefeller comprando de todo que no se ofusque. Sólo invierto parte de lo que he recuperado con mis ventas. Es así. Si no, ya os digo yo que na de na... No estamos para gastos.

  5. #55
    N6MAA10816 Avatar de jfuste
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    Predeterminado Re: Coleccionismo en general - El mini-blog

    - Algunas fotos de los artículos publicados están "perdidas". En realidad no es así, las tengo "en cuarentena" y espero recuperarlas en breve. Un ataque hacker en mi servidor se llevó por delante mi blog y varias carpetas donde tenía esas fotos. Como digo, espero recuperarlas pronto y que todo vuelva a la normalidad.

  6. #56
    SERGIO LEONE Avatar de LEMOR
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    Predeterminado Re: Coleccionismo en general - El mini-blog

    Te tienen ya MEGA fichado...


  7. #57
    N6MAA10816 Avatar de jfuste
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    Predeterminado Re: Coleccionismo en general - El mini-blog

    Si fuera eso.....

  8. #58
    N6MAA10816 Avatar de jfuste
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    Predeterminado Los límites del coleccionista



    Los límites del coleccionista

    El coleccionista se encuentra con diversas limitaciones a lo largo de su carrera como tal. Y tras darle alguna vuelta, creo haber determinado los tres límites que toda colección y coleccionista llegan a alcanzar en un momento u otro (dejo lo más obvio a un lado, como el hecho de morir, que sí, ocurre, pero no es un límite, es una consecuencia de vivir). Bien, estos tres límites son el espacio, el tiempo y el dinero. Veamos por qué.

    Espacio

    Si el objeto de la colección son piezas de gran tamaño, o bien son muchas piezas, llegará el punto en que no hay más sitio donde colocarlas. Eso sucede con obras de arte, esculturas, coches deportivos… y también con libros, películas, figuras, etc. Cuando no hay una sola pared vacía, una sola vitrina con un rincón disponible, estamos ante el problema del espacio.

    Tiempo


    El tiempo, aparte de la obviedad anterior, es un enemigo de las colecciones, en cualquiera de sus variantes. La primera, el deterioro de las piezas por cualquier causa (climatología, humedad, luz solar, moho, etc.), la segunda, el tiempo que hay que invertir para conseguir una pieza, ubicarla correctamente, protegerla, y sobretodo, el tiempo libre que se necesita para todas esas tareas.

    Dinero


    Es tan evidente como que si la colección no se compone de objetos que no tienen coste alguno, la economía nos limitará siempre en este sentido.
    Estos tres factores se complementan, a veces para bien, otras para empeorar las cosas. El espacio, por ejemplo. Con el tiempo suficiente se puede hacer limpieza, reordenar, cambiar piezas de lugar, o adquirir y ampliar el espacio a base de nuevas instalaciones. Eso requiere tiempo, y dinero. El tiempo, el libre, el disponible para la afición, siempre estará sujeto a las posibilidades de cada uno, y la que más marcará límites será la economía. Un trabajador no puede dedicar todo su tiempo diario a estos menesteres, por tanto, el tiempo hay que dosificarlo para que sea lo más productivo posible, y gratificante a la vez. Del dinero, poco hay que decir, o se trabaja, o se vive de renta, no hay otra.

    Todo lo anterior es una gran obviedad, ¿cierto? Sin espacio, tiempo ni dinero no hay posibilidades de coleccionar. ¿O no es así? Cuando eramos pequeños, críos y adolescentes, coleccionábamos cromos. Comprados o cambiados, o de los que regalaban en algunos productos. Costaba hacer una colección así, pero no había dinero de por medio, ex-profeso, para dicha colección. Eran consecuencia de, no la meta principal. Y de este tipo de colecciones las hay a miles. La típica de sobrecitos de azúcar, o de etiquetas de fruta, etc. no tienen coste alguno, a priori. Algunos dirán que esas colecciones “no valen para nada”, “no tienen valor” y a saber qué más. Veamos. Si se colecciona por amor al arte, esos argumentos no son válidos. Si el que colecciona lo hace como una inversión a futuro, entonces estamos ante otra cosa. Disfrutar mientras se tiene sabiendo que tarde o temprano esas piezas va a ser vendidas como un producto más.


    ¿Y tú?


    ¿En qué punto estás tú? ¿Tienes una colección “de verdad” o una “inversión de verdad”? Sí, juego con las palabras, lo se. La pregunta concreta es: ¿disfrutas con tu colección o la sufres? ¿Puedes pasar largo tiempo sin hacer ni caso de la misma o por el contrario estas cada día, cada minuto pegado a ella?

    El coleccionista es un tipo indefinible, puesto que cada cual se toma las cosas a su manera, y en este tema quizás aún más. Intervienen tantos factores que no admite clasificación alguna. Desde la impulsión más enfermiza hasta la sobriedad del coleccionista de arte con todo el espectro de posibilidades intermedias. Y lo mismo ocurre con las colecciones. Ninguna es mejor que otra sin saber qué criterio aplicamos a esa comparativa. Quizás tiene más mérito haber reunido 10.000 muestras de plantas medicinales en 30 años que tener una docena de Ferraris en un garage. No se si me explico. A golpe de talonario se pueden tener colecciones fabulosas de forma instantánea, pero… ¿es eso coleccionar?


    Otra pregunta interesante sería ésta: ¿Qué coleccionarías si te tocara la lotería, digamos, 100 millones de Euros?


    Piénsalo.


    Hasta ahora tu afición eran los comics de Batman. Bien. Sabes que algunos números antiguos valen un dinerito que por ahora no puedes gastar. De pronto, te caen 100 millones del cielo. ¿Seguro que seguirás coleccionando comics viejos de Batman? ¡Ahora los puedes tener todos! ¿Sí? Puedes incluso subirte a un avión (¿particular?) e ir a buscarlos allá donde se encuentren. ¿Lo harías? O… dejarías atrás esas aficiones “infantiles” para cambiar de temática, por ejemplo, coleccionar incunables. Es un gran cambio de la noche a la mañana. Y el factor es, el DINERO. Quizás el más importante, ¿no es así? Con dinero puedes tener más espacio, más tiempo libre, en fin, parece la solución definitiva a tus limitaciones y aficiones.


    Sigo pensando que en fin primitivo de coleccionar no está ligado a eso. La consecución de una pieza, el camino que hay que recorrer para encontrarla, conseguirla, poder adquirirla, tener espacio para la misma, etc. es la savia misma de la afición. Si todo se reduce a hacer un clic en un botón, como en cualquier tienda online, y en unas horas tener la Venus de Milo instalada en el salón de casa, ¿qué gracia tiene eso? Como anécdota, ¿alguien recuerda en documental sobre la vida de Michael Jackson, después de las acusaciones vertidas sobre él? Hay un momento en que “va de compras” a una tienda, en un centro comercial (¿?¿?) y se deja la friolera de 400 millones de las antiguas pesetas en un paseo por la tienda en unos pocos minutos. Comprar así es una alegría para la cartera, pero… ¿qué sentido tiene? Lo mismo con las colecciones.


    Quizás tenga una visión demasiado romántica del coleccionismo, no lo se, sin embargo en muchos otros aspectos de la vida ya se sabe, l0 que no cuesta [esfuerzo] poco valor tiene. Me gusta aplicar esa premisa al coleccionismo. Como ejemplo final, comparemos una colección de cromos, hecha día a día, semana tras semana, intercambiando repetidos, buscando aquel último cromo… con ir a una tienda, comprar el álbum completo, con los cromos ya pegados. Al llegar a casa ese álbum se va directo a un cajón o a un estante. No es lo mismo.


    A partir de estas simples ideas me gustaría abrir un debate en El Desván (
    https://www.facebook.com/eldesvanfanzine/), o al menos esa es la intención. En cualquier caso, sirva este post como introducción al tema.

  9. #59
    N6MAA10816 Avatar de jfuste
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    Predeterminado Cromos / Trading Cards



    Cromos


    Un objeto clásico en coleccionismo son los cromos. Lo que los yanquis llaman trading cards (tarjetas intercambiables) muy acertadamente. Su origen puede fecharse a finales del siglo XIX nada menos, partiendo de tarjetas que contenían anuncios dentro de los paquetes de tabaco de la época, más tarde evolucionando para contener todo tipo de temas e información.

    Introducción


    A principios de 1900 existían tarjetas de tabaco de más de 300 compañías distintas y los críos se apostaban a la salida de las tiendas para pedir las tarjetas a los compradores de tabaco. Este éxito provocó la fabricación de tarjetas de muchos otros productos.


    Los primeros cromos de béisbol se imprimieron a finales de 1860 en la época en que este deporte se convirtió en profesional. Muchos de los cromos de principios del siglo XX proceden de productos tales como el tabaco y los caramelos. En 1933 se imprimieron los primeros cromos con biografías de los jugadores en el reverso incluídos en paquetes de chicle.


    Cromos modernos


    Hablando de chicle, The Topps Company Inc (Topps Chewing Gum Inc) empezó a insertar cromos en sus paquetes de chicle en 1950, con temas tales como la TV y las películas del Oeste, cromos de fútbol, béisbol, etc. Topps se convirtió en el lider de los cromos entre 1956 y 1980, no sólo por sus cromos deportivos si no por una variada gama de temas de entretenimiento.


    Cromos digitales


    El paso final es la creación de cromos digitales sólo existentes en la red, y un buen ejemplo lo encontramos en España conIlustrum.com


    Encontrarás más información al respecto en sitios tales como la Wikipedia. Lo que yo quisiera tratar en realidad es la evolución de los cromos en nuestra sociedad y época más reciente. Recuerdo perfectamente los cromos que aparecían en los paquetes de bollería industrial como Bimbo o Panrico, algunos incluso en tabletas de chocolate, que fueron los precursores de ese gusto por coleccionar. En realidad el primer álbum que terminé fue el de La vuelta al mundo en 320 días, que alguien promocionaba en el Parque de Montjuich regalándolo a todo crío que pasara. Pensemos que 320 cromos en aquel momento era una burrada. Terminar la colección a base de comprar sobrecitos y cambiar cromos con los compañeros de clase era harto difícil. Ahí descubrí una papelería que los cambiaba a razón de 2×1 (casi usura, pero un método para conseguir más cromos faltantes de forma rápida).

    Llegó la época de Bimbo, con sus álbumes de motos, trenes, aviones, etc. y tras dar vueltas por aquí y por allá mi padre me lleva al Mercado de San Antonio (ahora Mercat de Sant Antoni), una especie de rastro de libros, cromos, sellos, revistas. Allí podías comprar cromos individuales o colecciones completas!!! Vaya vicio, terminar los álbumes de una tacada!

    No recuerdo el momento en que me olvidé de los cromos de fútbol, trenes, aviones, coches y no se cuántos temas más. 35 o 40 años más tarde me veo coleccionándolos de nuevo, con una calidad tremendamente mayor, resistentes, exquisitos, con álbums plásticos y fundas protectoras. Y una lista inacabable de temáticas. Las ahora llamadas trading cards ocupan un lugar importante en el coleccionismo y también en el juego, ya que hemos pasado de coleccionar un tema a jugar con un tema (como Magic y muchos otros). Cartas metálicas, cartas únicas, cartas animadas, cartas firmadas, etc. Es todo un mundo nuevo para quien pegaba los cromos con pegamento Imedio y veía como las páginas del álbum, de papel barato, se arrugaban por un exceso de cola.


    Quizás ahora se ha perdido esa magia de ir a comprar un par de sobres, como mucho (bueno ir a comprar no, ir a ver si te compraban), abrirlos y ver qué salía. Quizás ahora a golpe de talonario (o de Paypal o de Visa) podemos conseguir colecciones completas de un tiro. Pero aún así, los cromos siguen teniendo ese componente que nos atrae, sea cual fuere, para deleitarnos con su orden, su contenido, sus imágenes, su todo.

  10. #60
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    Predeterminado Evolución y cambios en las colecciones

    Evolución y cambios en las colecciones



    ¿Sigues una colección desde el inicio de los tiempos y nunca has cambiado de parecer? Es decir, ¿empezaste una colección cuando eras crío y sigues con ella? O quizás no tan crío, quizás en tu adolescencia, o cuando quiera que empezaste a coleccionar algo en serio. Hoy analizaré, más bien comentaré, algunos pensamientos sobre el cambio del gusto por temas de coleccionismo, o lo que es lo mismo, ahora colecciono Madelman y ahora no, y ahora colecciono Planos militares y mañana quizás sifones antiguos.


    Evolución y cambio


    Es inherente, en mi opinión, que uno de los cambios normal y lógico es la evolución que se produce con la edad. No son los mismos gustos y aficiones cuando uno tiene seis años, que treinta, o sesenta. ¿O si? Diría que no, que lo que ocurre es que con el paso del tiempo adquirimos nueva información, nuevos criterios, y seleccionamos temas que están más acorde con nuestra edad. Luego están los factores ambientales, el entorno y la sociedad cambiante. Hace apenas 30 años era impensable el acceso a la información que tenemos ahora a través de Internet, y por tanto a objetos y temáticas que ni siquiera podíamos imaginar. Ahora el mundo es el límite, excepto para aquel que coleccione meteoritos o rocas lunares.


    De todos modos hay colecciones que perduran durante la vida del coleccionista, ya sea por gusto, por nostalgia o por no querer deshacerse de ella. En otros casos, las colecciones evolucionan para mejorar, recuperando la inversión hecha y el espacio ocupado. Un buen ejemplo son los coleccionistas de merchandising de cine. Suelen empezar con piezas muy asequibles para luego ir a piezas mayores, incluso atrezzo original. Cuando se avanza un paso en esta escala lo normal es vender o cambiar el material que ocupa el peldaño anterior. Reinvertir no es para nada una traición a los principios de esa colección dada, si no una forma natural de elevar su calidad, categoría y valor.


    A veces no es una evolución dentro del mismo tema, sino que se produce un cambio temático. De una colección de sellos y monedas se pasa a otra de fósiles o de coches a escala, etc. Cada una exige una dedicación y un método distinto. Por método entiendo la forma de organizarla, ordenarla, conservarla y ponerla al día. Cuando te acostumbras a la red como proveedor número uno, ir de tiendas o mercadillos pierde un poco de interés. Será por pura comodidad. Una lástima, ya que el ambiente y olor de un mercado de segunda mano, un anticuario o una tienda de collectibles es incomparable.


    Criterio y cambios


    Ya he dicho que la edad, y por tanto la experiencia, modifican los hábitos del coleccionista. Gracias a ello se evita un tanto el efecto Diógenes de la acumulación por la acumulación (sin embargo desde fuera suele verse al coleccionista como eso precisamente). Disponemos de un espacio y recursos finitos, por lo cual es importante ir evolucionando como ya he explicado y reaprovechar tanto el lugar de conservación y exposición, como los recursos invertidos. Existen temáticas que obligan a la evolución por cambios en el medio o soporte en el que se encuentran. Es el caso de las películas, de las bandas sonoras o música en general. Con el paso del LP al CD, o del vídeo al DVD y luego al Blu-Ray, ¿cuántas videotecas y discotecas han sido duplicados o hasta triplicadas para aprovechar los nuevos soportes y mayor calidad? En los libros podría suceder algo similar con los ebook, pero hay un amplio sector de amantes del libro que valorar más el objeto en sí que el contenido. Y no cabe duda de que un incunable no tiene parangón, o las primeras ediciones, los folletines de principios del siglo XX, etc.




    Lo mejor de todo es que no hay norma escrita alguna, y así el coleccionista de películas las conserva todas, o el de música, etc. ya sea por culto al objeto, o por la dificultad que supuso conseguir el material más antiguo, por cualquier notivo. Nada está escrito sobre cómo proceder en una colección. Chocaría encontrar una docena de Airgam Boys al lado de un busto Bowen, pero ¿quién tiene potestad para juzgarlo?

  11. #61
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    Predeterminado Taxonomía Accidental

    Taxonomía accidental





    En mi artículo previo, [Hipercolecciones], ya mencioné la taxonomía como herramienta importante, sino imprescindible, para clasificar y organizar una colección. Más aún una gran colección. Mi búsqueda de información sobre variados temas, siempre constante, dió al final con el clavo en este caso: The Accidental Taxonomist. Un libro creado por la taxonomista Heather Hedden con un objetivo preciso: difundir las técnicas de esta profesión no sólo a biólogos y científicos, si no a cualquier persona que en su tarea cotidiana, laboral o no, se enfrenta con el reto de organizar información. Muchas veces nos convertimos en taxonomistas accidentales sin saberlo nosotros mismos, por encargo del jefe, por alguna necesidad surgida a partir de un conjunto de datos, etc. En este libro se recorre todo el espacio entre posibles métodos de clasificación y organización de información, sea cual fuere.


    Aconsejo su lectura a cualquier coleccionista que tenga un volumen de objetos lo suficiente grande como para que sea ya un problema tenerlos controlados. No he encontrado edición en español, y el texto a veces puede resultar repetitivo o académico. Pero es uno de los pocos libros, si no el único, que se olvida un tanto de las especies animales y vegetales para hablar de la taxonomía.


    La autora mantiene un blog con información relativa en esta dirección: [The Accidental Taxonomist]


    En la siguiente serie de imágenes se pueden ver mil y una formas de representar una estructura de datos. Tantas como casos haya.







  12. #62
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    Predeterminado El método Tetris



    ¿Quién no conoce el juego más popular de las últimas décadas? Si, Tetris, el clásico juego de completar líneas a base de combinar y rotar piezas que van descendiendo por la pantalla. Ni más ni menos.

    Pero, ¿qué es eso del "método Tetris"? Hablamos de coleccionismo, así que voy a introducir un poco el tema antes de explicarlo. Todo aquel que colecciona sufre de un prlblema común, la falta de espacio. Y eso es inherente a nuestra capacidad por acumular y acumular. Por más que intentemos no quedarnos sin él, el espacio desaparece. Poco a poco o muy rápidamente, todo dependerá del tamaño de nuestras posesiones. Sea como sea, siempre llegaremos a un punto en el que surge la pregunta: "-¿Y esto dónde lo pongo yo ahora?". Donde antes había un estante con un par de libros ahora hay dos filas repletas de libros apiñados, donde antes había un espléndido póster en medio de la pared ahora hay una docena que se tocan unos a otros, donde antes exponíamos unas cuantas medallas ahora hay un montón de estuches apilados. Cualquier temática adolece del mismo problema. Apenas una se libra: las colecciones digitales. y aún ellas ocupan un espacio físico en un disco duro, CD, y otros soportes magnéticos.



    Apegarse a los objetos es parte de la idiosincrasia del coleccionista. Y esto puede acarrearnos varias consecuencias. La más leve, la falta de espacio como decía, la más grave, un síndrome de Diógenes con los peligros que entraña, que no son pocos. Así pues lo primero es evitar esa acumulación obsesiva compulsiva que todos llevamos dentro en menor o mayor medida. Desapegarse un tanto de los objetos y no obsesionarse con ellos sería la premisa inicial. ¿Tan importante es para nuestra vida ese busto de Bruce Lee o esa revista de Playboy que no podemos apartarla de nuestra vista? No debe serlo. No debería serlo. Los objetos tienen que ser queridos sin que ese amor por ellos sea enfermizo. Cuesta hablar de ello cuando uno mismo lleva coleccionando toda una vida, pero la realidad se impone.



    A algunos objetos les damos el estatus de "intocables" y más que disfrutarlos los sufrimos en silencio. Que nadie ose abrir ese comic, que nadie abra la caja de esa figura. Bien, hay coleccionistas así y otros que quieren tocarlo todo, usarlo, gozar con ello. Son dos formas de verlo. La primera nos lleva al problema descrito, la segunda tal vez no tanto. El uso estropea y echa a perder las cosas, lo cual lleva a su eventual destrucción.

    El "método Tetris" al rescate

    El método consiste en eliminar líneas, de forma literal. Como en el juego. Imaginemos que hay una serie de líneas (de colección) que hay que destruir, liberando el espacio que ocupan para que puedan entrar otras nueva. ¡Zas! Liberado. Ya tenemos espacio para nuevas aportaciones. En el juego esa eliminación es indiscriminada, basta con combinar piezas y cuando hay una línea completa ésta desaparece y punto. A posteriori aparecieron, y siguen apareciendo, muchas variantes del juego. Bombas, prisioneros, frutas, etc. se convirtieron en objetivos a conseguir para avanzar en el juego. Aplicando este simple concepto al coleccionismo el método propone eliminar líneas de colección que ya no sean interesantes para nosotros. ¿Es eos posible? Claro que si. Cambios de intereses, evolución, la edad, lo que sea, hace que los temas que nos podían interesar hace un año, o cinco o veinte ahora sólo ocupan espacio vital. ¡Esas son las líneas que hay que eliminar! ¡Sin remordimientos!

    ¿Cómo?

    Es obvio, eliminar una línea consiste en hacer desaparecer una serie de objetos de su lugar actual. Para ello hay diversas opciones:


    • Destrucción. O sea, el contenedor de la basura. Drástico pero efectivo. Indicado para material que esté ya en mal estado o que sea tan poco aprovechable para nadie que su único destino posible sea la planta de reciclaje.


    • Trueque. Hay un mundo de coleccionistas. Quizás eso que ahora ya no te interesa tanto sea del interés de otro coleccionista. Inténtalo. Nunca se sabe el beneficio real que puedes obtener. Eso sí, no recuperarás espacio, quizás incluso necesites más.


    • Venta. Sería la mejor de todas. Vender, toda vez que sea a bajo precio, recuperará parte del espacio que necesitas y además aportará fondos para nuevas adquisiciones. Si vendes a precio de mercado puede que obtengas beneficios adicionales.


    ¿Obviedades? Ya lo dije antes, sí. Es cuando se escribe y se lee sobre ello que uno se da cuenta de lo que hay que hacer. Y hacerlo es el primer paso para una liberación tanto espacial como mental. "-Con lo que me costó conseguir esas botas de Cantoná....". Que sí, te costó mucho, pero ahora tienes dinero fresco y espacio para unas nuevas botas, las que sean.

    Recuerda, juega al Tetris con tus colecciones. Con el tiempo el proceso irá acelerándose cada vez más. Y llegarás a poder aplicar la mítica frase: "Mierdas, las justas".

    (Este post, como el resto, se encuentran también en mi blog personal: http://www.joanfuste.com)

  13. #63
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    Predeterminado Cómo construir cajas protectoras para libros

    Cómo construir cajas protectoras para libros

    Lejos de ser un artículo sobre el tema, incluyo un enlace a un par de vídeos de la Universidad de Uppsala en el que se muestra paso a paso la construcción de las mismas. Cajas hechas de cartón libre de ácido, ajustadas al máximo al tamaño del libro a proteger. Muy interesante. Basta con conseguir todas las herramientas y una buena base de trabajo, así como el cartón adecuado. Y seguir los pasos...

    El enlace:

    http://www.ub.uu.se/box

    Los vídeos, directos:





    He encontrado cajas ya hechas, pero a un coste que vale la pena plantearse la construcción uno mismo.

  14. #64
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    Predeterminado Herencia



    El Catálogo para los herederos

    Este será mi tercer artículo sobre la catalogación de colecciones. ¿Hay algo más que decir? Bien, después de algunas lecturas y reflexiones propias, me centraré en una característica muy concreta: el legado.

    Sí, porque ¿sabes amigo lector coleccionista? Nada dura para toda la vida, y menos nosotros. Los objetos igual pueden permanecer décadas, centurias o milenios si se los preserva de forma adecuada, pero nosotros está claro que tenemos fecha de caducidad. Shit happens, como dicen los anglosajones.


    No es raro encontrar comentarios de coleccionistas que "temen" decir (a sus parejas, hijos, amigos, vecinos) el valor real de su colección. Es decir, no quieren confesar el dinero que se han gastado (¿no era invertido?) en sus cosas. Pero... si vamos a la parte práctica del asunto, seamos sinceros. Nadie quiere que una vez pasemos al otro lado venga un espabilado y se lleve nuestros tesoros por una miseria. Y eso pasará al menos que:


    1. Quién esté a nuestro lado, o sea, al final nuestros herederos, sepan realmente el valor de lo que hemos acumulado durante años.
    2. Dejemos por escrito, o en formato digital, una relación fehaciente de bienes (que al final es lo que son los objetos) con su valor real de mercado, o lo más aproximado posible. Lo dejamos en un cajón, en una caja fuerte, o depositado ante notario. Lo que nos guste más.
    3. Tener designado un albacea para nuestra colección. Algunos coleccionistas lo hacen de forma cruzada entre ellos.


    No se me ocurre otra forma de evitar el expolio de los desaprensivos cazatesoros (en la peor acepción de la palabra, que por otra parte puede ser muy positiva) cuando las lagrimas y la tristeza sustituyen al raciocinio más elemental.


    Sinceridad. Si nuestros descendientes pueden estar interesados en seguir coleccionando, perfecto. Si no, cuando menos que aprovechen lo que tienen, y lo hagan bien informados. Hay colecciones que sólo tienen sentido y valor como conjunto. Desemembrarla y diseminarla sólo hace que bajar su precio. ¿Queremos eso? Yo al menos NO.


    Por tanto, si ya comentaba con anterioridad la importancia de un catálogo bien hecho, para nuestra propia referencia y seguimiento, para evitar compras duplicadas, o para saber si hay que comprar o no, etc. más importante es aún adjuntar una serie de datos al mismo en el sentido que se comenta.


    Y ¿cómo?


    Probablemente quien catalogue libros, películas y otros productos similares, con la ayuda informática e Internet, ya tendrá mas o menos resuelto el tema del precio de los mismos. Al importar los datos desde bases de datos online, como Amazon y otros, el precio se incorpora automáticamente. Aún así, ese precio puede que no sea el correcto. Puede que no fuera el precio de compra. La variación se produce por falta de ventas o liquidación, bajando, o justo al contrario, cuando la demanda es alta y escasea el producto, el precio se dispara.
    Así pues, ese precio no nos vale. Personalmente conservo la gran mayoría de albaranes y facturas de cada compra realizada, lo cual permite disponer del precio real de compra (y los gastos de envío, aduanas si procede, etc.). Esto nos da un coste real. En otro apartado puedo poner el mismo coste como "previo de venta" o bien ajustar lo que yo considero como "precio de mercado". Y éste tiene que ser ajustado en el tiempo en aquellos casos que está ya prevista su variación.

    Por ejemplo, LEGO. Aunque hay mucho detractor en este sentido, los sets de LEGO son una inversión de futuro, por juguetes que sean, y ciertos sets ya se sabe de antemano que no estarán en catálogo más de un par o tres de temporadas. Luego se agotarán, y el precio se duplicará, triplicará y más. Sets de Star Wars, de franquicias muy limitadas, de temas específicos, serán objeto de especulación. Aunque duela, es así.


    Ediciones limitadas, de lo que sea, de libros, de música, de películas, etc. El precio variará al alza con mucha probabilidad.

    Figuras de edición muy limitada, lo mismo. Props de cine, que son piezas únicas, o antigüedades, joyas de diseño. La lista es larga. Todos estos objetos tienen una revalorización constante. Y no digamos los "trastos viejos" que pasan a ser "antigüedades" cuando cumplen 100 años.

    Por tanto, aconsejaría que la menos tengamos dos datos en cada registro: precio de coste (total y real) y valor de mercado. Y con las fechas de ambos.


    Tratar las colecciones de forma seria


    Si, amigo coleccionista. La vida sigue, pero los objetos están ahí. Y sea tu colección un puro divertimento, que debería serlo, o una inversión a futuro, nunca se sabe lo que pasará en tiempos venideros y de dónde tendremos que estirar para ir tirando. El ojo avizor del cazador de oportunidades estará ahí a la espera... Dejemos que negocie con quién tenga que hacerlo, sin que tenga la ventaja. Con la informacion de nuestro catálogo la negociación será mucho más justa por parte nuestra. Y también de forma personal. No se si alguien tiene memoria eidética (fotográfica) para recordar lo que pagó por sus objetos hace 30 años o más. Ni tampoco si los cálculos de revalorización en estos casos se hacen de forma automática. Más vale dejarlo en manos de un registro puesto al día y que nos de la pauta a seguir en cualquiera de los casos.

    Nadie quiere pensar en hacer testamento, pero es necesario hacerlo. Tengamos claro que nuestras colecciones son parte de ese legado que hay que tener bien claro para quien lo reciba. ¿No te parece? Por desgracia, y porque como digo así es la vida, ya he visto varios casos. Y en algunos, da auténtica pena ver lo que ocurre. Ya no digo que alguien se aproveche, también está el caso de "esto son sólo trastos / papeles / trapos / etc." ¡y se ha ido todo a la basura! ¡QUÉ PENA! Así como con un bien inmueble a nadie se le ocurre proceder de esta manera, lo mismo hay que hacer con las colecciones. Sean de lo que sean.


    Termino con un simple ejemplo, para que las alertas se disparen. Barajas de cartas españolas. Con 50, 80 o 100 años de antigüedad. "Barajas viejas". Sí, lo son. Y en un estado aceptable o bueno las he visto vender por entre 800 y 2000€. ¡Vaya! ¡Són sólo barajas viejas! Ahora ve y tíralas a la basura.

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