Se ve que se han tomado muy en serio su teoría de que los subtítulos en español son un lujo prescindible, que una edición es buena si no los incluye, y que resulta preferible escatimar prestaciones que preservar el prestigio.
Al final, nos estamos encontrando copias perfectamente legales con los atributos propios del top manta o de cualquier emisión televisiva de hace 25 años (eso sí, con colorista caja de camuflaje). Gran avance digital.