El día 31 de mayo Clint Eastwood cumple 90 años. Es una noticia que va a inundar los medios durante este fin de semana. Y me hace reflexionar sobre lo que este director, actor, productor y compositor ha significado en mi vida desde que a finales de los años 80 comencé a disfrutar de su arte.
La televisión española (aquella televisión que intentaba ofrecer algo de cultura a los espectadores) tuvo la osadía de programar un ciclo semanal emitiendo 20 de sus películas. Las vi todas con mi padre, intercambiando ideas e impresiones sobre lo que aquel icono cinematográfico plasmaba en la pantalla. Me impresionó particularmente HIGH PLAINS DRIFTER (1973), el primer western “sobrenatural” que vi en mi vida (y cuya secuela no declarada, PALE RIDER (1985) es igualmente destacable).
También me sorprendió descubrir que “el del bueno, el feo y el malo”,(como mucha gente lo conocía) había flirteado con mayor o menor fortuna con géneros como el terror (PLAY MISTY FOR ME (1971), el musical (PAINT YOUR WAGON (1969), el cine romántico (BREEZY (1973) o el drama más gótico (THE BEGUILED (1970)
Y, por supuesto, a mis 13 años me fascinaron sus pelis de acción y sus westerns, sin entrar a valorar con esa edad lo verosímil y políticamente incorrecto de cada una de las acciones y frases que Harry Callahan llevaba a cabo y mascullaba.
Y, de pronto, llegó UNFORGIVEN (1992) a los cines de Cádiz, y allí que fui a verla. Se estrenó muchos meses antes de recibir esos 4 oscars que convirtieron al actor más taquillero del mundo en un mito. Y recuerdo perfectamente como, defender ante algún@s la maestría que yo veía en sus películas me costaba el rechazo y el consiguiente proceso de reeducación cinematográfica (“chico, hay actores y directores mucho mejores”). Ya sabéis, el tipo de persona que no soporta que tú disfrutes por igual con STAR WARS y THE GODFATHER, pasando por METRÓPOLIS o RAMBO (¿demasiado eclecticismo, quizás?)
Y no puedo olvidar cuando fui a una estupenda librería gaditana (hoy ya desaparecida) para consultar si tenían algún libro disponible sobre Clint (quería profundizar sobre su filmografía, para seguir aprendiendo) y recibí por respuesta: “No, eso no existe. En cualquier caso, ya puedes imaginar lo que encontrarías en el libro, ¿verdad? Información sobre un montón de películas de vaqueros y de policías, todas iguales”
Solo unos meses después de aquella conversación, tras “ratificar” Hollywood y su maquinaria publicitaria lo que yo ya había intuido (y el público francés a través de su prestigiosa revista “Cahiers du cinema”, dicho sea de paso) desde aquel ciclo de televisión, Clint Eastwood se convirtió en “el último clásico vivo”, “un artesano del cine”, “una mirada única” y otros apelativos superlativos a los que tan aficionados somos cuando queremos encumbrar a algún artista.
Y toda esa revisión de su obra me produjo una gran alegría. Ya podía hablar de Clint sin “vergüenza” y compartir mi pasión por su obra con tod@s.
Pero lo que más recuerdo al conmemorar hoy su 90 cumpleaños es el pensamiento que, con mis arrogantes 16 años, pasó por mi cabeza viendo a ese actor de 63 años en “UNFORGIVEN”: “¿cuántas películas más podrá hacer este hombre tan mayor? ¿1, 2 más?” Qué equivocado estaba. Desde “UNFORGIVEN” he podido disfrutar puntualmente de otras 24 películas interpretadas y/o dirigidas por él. ¡24! Alguna obra maestra, otras olvidables pero todas llenas de esa visión tan particular que tiene sobre la vida.