La mujer de negro.
Intento de la Hammer de regresar por sus reales -el terror gótico- con una historia de casas encantadas y espíritus vengativos por donde planea la sombra de títulos como
Suspense,
The Haunting y
El sexto sentido. Un viudo (Daniel Radcliffe, que parece que no acaba de encontrar su lugar en la etapa post Harry Potter), con un hijo pequeño, que pasa por un mal momento personal y laboral, es enviado por su empresa a una distante mansión en un apartado rincón de las marismas para revisar los papeles de una propiedad que se tiene que vender. A poco de llegar, descubre que una serie de sucesos extraños y dramáticos han azotado al pueblo, y que todos están relacionados con la mansión de las marismas y con una misteriosa mujer de negro que en ella vivió y murió y que en ella se aparece.
Ambientación de mucha mieditis gótica (pero en plan modernillo), con muñequitas de ésas de porcelana que dan mal rollo a mucha gente, monos mecánicos de juguete como aquel que tenía el Fantasma de la Ópera, sustos ingeniosamente distribuídos aquí y allí y niños
moridos por en medio. Un tanto tediosa y previsible en su desarrollo (no ayuda la elección de Radcliffe como actor principal que lleva sobre sí el peso de la mayor parte de la película y que se tira la mayor parte del tiempo poniendo cara de haberse tragado un supositorio). El tercio final, que recuerda un poco a
Poltergeist, ya es de traca. Con todo, y habida cuenta de la poca suerte que corre últimamente el género de terror gótico, no es poco (lo cual ya es decir)

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Se agradece el esfuerzo de intentar revitalizar el género y a la eximia Hammer, pero se tiene la impresión de que ni siquiera llegaron a quedarse a medias.