El justiciero rojo.
Irregular película italiana, no bien resuelta desde mi punto de vista, mezclando giallo y gótico, con asesinos de mujeres aquí, personajes de la Edad Media allá, cámaras de tortura varias, alusiones a experimentos nazis y a prisioneros de guerra de la reciente II Guerra Mundial acá (quizá sea una de las primeras peliculas de terror en tomar a los nazis y sus siniestros experimentos como parte del argumento). Es la primera película de terror de Antonio Margheritti que fue estrenada en Italia. Entre el reparto, destaca la bella Rosana Podestà (una actriz que suelo asociar con el péplum y el cine histórico más que con el terror, probablemente por sus interpretaciones en Ulises y Sodoma y Gomorra) y Christopher Lee, incomprensiblemente doblado, pero con un personaje sorprendente, alejado de sus chulazos, chicos malos y villanos. Con puntos extra por llamarse Erik y tener una cicatriz en la cara. Lo más destacable, como suele pasar con estos filmes italianos, son los aspectos visuales de la película.Spoiler:
Max Hunter, después de la guerra, vuelve a Europa para vivir y hacerse cargo del castillo que perteneció a sus ancestros. Viene con su esposa, Mary (Podestà), con la que se ha casado hace poco. Pero a poco de llegar, Mary empezará a tener extrañas pesadillas en las que se mezclan un ancestro de su esposo, Ludovico, el Justiciero Rojo (un severo juez del siglo XVI, famoso especialmente por la saña con la que perseguía a las esposas adúlteras -ese componente misógino que nunca falta en el giallo ni el gótico italianos-), la parte del castillo que hoy sirve de museo, y donde se exponen algunos de los instrumentos de tortura usados por Ludovico, Erich, un criado deformado (Christopher Lee) que quiso mucho al padre de Max, que fue para él como otro padre y que cuida ahora del museo, una siniestra ama de llaves, y un desconocido que se toma un gran interés por el castillo.
El problema principal es que hay como dos tramas unidas a martillazos, y aunque la solución al misterio es original, le quita mucho interés, y da la impresión de que no pega.