Merece la pena retomar el tema todo lo serio que se puede tomar...

Bueno, voy a desnudar lo poco que queda de mi alma cinéfila para hablar, a grandes rasgos, de qué me parece la obra de Chaplin, del que puedo ¿presumir? (no es la palabra adecuada) de haber visto casi todo, cortometrajes añejos incluidos.

Primero, con respecto a los cortometrajes, y dividiéndolos en cuatro periodos, tengo que confesar que los cortos con Sennett/Keystone son, en su mayoría, vistos hoy, deplorables, escasos de inventiva y donde abunda el humor muy grueso; eso sí, digamos en su defensa que Chaplin estaba construyendo su personaje.
Del periodo Essanay, algo mejor cinematográficamente hablando, pues prácticamente en ellos Charlie se erige en el auténtico creador, destacan muy pocos títulos, con argumentos inexistentes que, casi siempre, acaban en una patochada general. Tal vez Charlot, campeón de boxeo -que preanuncia el combate de Luces de la ciudad- o Una noche en el teatro sirvan como registro histórico de lo que era capaz de hacer Chaplin en directo y con público. Su categoría como artista de pantomima es incuestionable.
Más provechoso fueron los cortos para Mutual, en los que están incluidas las primeras obras realmente con enjundia de la carrera de Chaplin: a saber, Charlot, emigrante, La calle de la Paz, The cure y, tal vez, Charlot, trasnochador, donde demuestra que bordaba el papel de borracho. El resto abunda más en lo mismo que ya había mostrado en periodos anteriores, con eficaces y originales gags junto a otros más trillados. En conjunto, pueden ser considerados una de las cimas de su carrera, pese a esa obsesión de Chaplin por caricaturizar sus personajes, despojándolos de humanidad (con la excepción hecha de su vagabundo y, en ocasiones, de Edna Purviance).
Los trabajos para First National tienen lo mejor y lo peor, junto a un producto tan deleznable como Al sol, brilla una obra maestra como El peregrino, y hay títulos prescindibles como Día de paga junto a la mítica Armas al hombro, que posee mayor virtud social que cinematográfica, al igual que El gran dictador.

En resumen, y asumiendo lo odioso de la comparación, pese a esta gran cantidad de cortometrajes chaplinianos, si tomamos los 19/20 que Keaton rodó tras su separación amistosa de Arbuckle, no me avergüenza escribir que, otra vez vistos hoy, los cortos de Buster son muy superiores en inventiva, en puesta en escena, en creación de gags y en el desarrollo de la acción. Basta como ejemplo el primero rodado en solitario por Buster, One week, donde la construcción, por piezas, de una casa da lugar a más gags que en una docena de títulos juntos de la Keystone. En mi opinión, mientras que Charlie fue mejor cómico, Keaton fue bastante mejor cineasta, en todos los sentidos.

Continuaré en otro momento con los largometrajes ...
Como muestra, un botón: considero también El gran dictador, con su discurso final, una de las obras menos logradas de Chaplin.

Un saludo.