A la espera de que algún día nos decidamos a revisar la filmografía (escasa) de Dreyer, he visionado el único de sus largometrajes que me faltaba por ver.
Der var engang (conocido internacionalmente como
Once Upon a Time, que es la traducción directa al inglés) es, tal como nos indica el título, un cuento filmado, adaptación de una obra teatral (de 1885) del poeta y dramaturgo danés Holger Drachmann (1846-1908), obra que, según la Wikipedia, fue un gran éxito al ser representada en el Royal Theatre de Copenhague, convirtiéndose en un clásico de la escena danesa.
Un rótulo inicial nos presenta la película como un cuento de hadas en cinco actos, pero en la copia disponible se prescinde de la estructura prevista, ya que el metraje actual es de solo unos 75 minutos, habiéndose perdido alrededor de media hora (aunque se desconoce su duración original). De muchas de las secuencias perdidas se nos ofrecen los rótulos y algunas fotos fijas, lo que nos permite seguir, de manera aproximativa, el argumento.
El inicio es sorprendente porque Dreyer nos introduce en el marco de un reino imaginario, Illyria, de aspecto versallesco, en el que una princesa caprichosa y cruel (Clara Pontoppidan) se deshace sin contemplaciones de sus numerosos pretendientes (a uno lo manda a la picota; al otro, que lo cuelguen).
Pero la llegada del príncipe de Dinamarca (que luce un atuendo más bien medieval, reforzando así el carácter atemporal del cuento) trastocará su vida.
Aunque inicialmente lo rechaza, el príncipe (Svend Methling) va a desarrollar un plan que nos recordará el argumento de “La fierecilla domada” de Shakespeare. Para ello contará con la ayuda de un buhonero mágico que le entrega una tetera con el poder de reflejar el futuro amoroso de su poseedor y una carraca.
Armado de la ruidosa carraca, y con la apariencia de un vagabundo, el príncipe consigue ganar la atención de la princesa e incluso “cobrarse” un beso por el instrumento. Cuando ella también muestre interés por la tetera, la condición será que la princesa le deje pasar la noche en su habitación, cosa que va a comportarle graves problemas.
La princesa verá en la tetera reflejado al príncipe, provocando su enfado, sin saber que el portador del objeto es precisamente ese príncipe al que parece odiar. El rey, al descubrir al joven en la habitación de su hija, decidirá desterrarlos, aconsejado así por el escudero del príncipe, disfrazado de caballero.
Ya en Dinamarca, el príncipe y la princesa se alojan en una cabaña del bosque, donde se dedicarán a la alfarería, llevando una vida humilde, llena de privaciones materiales, pero que, poco a poco, servirá para “domar” a la caprichosa princesa.
Cuando, un buen día, tenga que llevar las vasijas a vender al mercado, unos guardias se burlarán de ella y romperán la mercancía. Sin recursos materiales, el príncipe decide salir a cazar, pero la princesa, que teme por su vida (con anterioridad hemos visto un cazador furtivo ajusticiado colgado de un roble), intenta impedírselo declarándole su amor.
El recurso narrativo que pone final a la historia nos remite al cuento de “La cenicienta”. Empleada en la cocina del castillo del rey de Dinamarca, la princesa se somete a la prueba del vestido de la que ha de ser la esposa del príncipe, que ya ha vuelto de su viaje. La prometida inicial se dice que enfermó, por lo que ahora el príncipe ha decidido que la mujer a quien le siente bien el traje será la esposa. Obviamente, esa mujer es ella, con lo que se ve forzada a casarse con el príncipe (al que no reconoce). A pesar del matrimonio, ella quiere volver con el alfarero, provocando el enfado del príncipe, pero todo se acaba descubriendo y el film termina felizmente. Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Puede sorprender para quien piense en títulos como
La passion de Jeanne d’Arc,
Dies Irae o
Ordet el tono de divertimento fantasioso de este film, pero en realidad no estamos tan lejos de otros films del director, como
Prästänkan o
El amo de la casa (
Du skal ære din hustru). Para acabarlo de dilucidar, tendremos que embarcarnos en un “Carl Theodor Dreyer: revisando sus películas”.