Bienvenido, míster Marshall (1953)
Producción: Uninci (ES)
Director: Luis G. Berlanga.
Guión: Luis G. Berlanga y Juan Antonio Bardem, con la colaboración de Miguel Mihura.
Intérpretes: Lolita Sevilla, José Isbert, Manolo Morán, Alberto Romea, Félix Fernández, Luis Pérez de León, Joaquín Roa.
Edición: El País / Vídeo Mercury. Colección: "Un país de cine 2"
DVD 5 | 1,37:1 | 4/3 | Idioma: Español (mono) | Blanco y negro | 75 min.
Extras:
Presentación a cargo de Berlanga. 2 min.
Anecdotario, por el mismo. 11 min.
Tráiler. 4 min. (en realidad es la escena del balcón y la canción de los "Americanos".
Fichas.
Me sorprende que no haya capturas de esta película, pero no he conseguido encontrarlas. Éstas pertenecen a la edición que sacó El País. Incluye el plano de la banderita de Estados Unidos que Edward G. Robinson hizo cortar para su pase en el festival de Cannes. A partir de entonces todo fue distinto en el cine español.
Por no citar la gloriosa escena del balcón les dejo aquí el diálogo corregido por Mihura para el alcalde (Isbert), el representante de la artista (Morán) y la misma artista (Lolita Sevilla):
—Pero, ¿tiene talento la niña o no tiene talento la niña?
—Según a lo que llame usted talento.
—Lo que pasa es que está usted preocupado por el tío ese de la moto que ha venido y no se ha fijado usted ni en los graves ni en el sentimiento.
—En lo que me he fijao ha sido en las piernas.
—Oiga usted, a que no parecen de un ser humano.
—Ah, ¿no son suyas?
—Usted lo que tiene es mucha guasa, señor alcalde.
—Sí, sí. Para guasas estoy yo.
—Hombre, se va usted a quejar encima. Ha conseguido usted para su teatro una artista sobrenatural, única en su género. Los americanos le van a poner a usted un tren en la puerta de su casa por si quiere ir a Logroño y, por si fuera poco, me ha conocido usted a mí. Además, me ha caído usted simpático. Le voy a ayudar. ¿No es para sentirse feliz?
—Ayudarme a mí, ¿en qué?
Entra Carmen Vargas.
—Oye, niña, aquí el señor, que por cierto está encantado con tu arte y tu talento y quiere prorrogarnos el contrato, duda de que yo pueda ayudarle a recibir a los americanos. Explícale tú quién soy yo.
—¡Ozú!
—Ea, para que luego dude de mí. Pero ¿quién mejor que yo conoce a los americanos, quién se ha pasado quince años en Boston organizando espectáculos internacionales que siempre fueron del agrado del respetable público que llenaba la sala?. Explícaselo tú, niña.
—¡Vaya!
—Ea. ¿Lo cree usted ahora o no?
—Sí, claro, después de lo que ha dicho la niña...
—Porque es la verdad. Porque conozco a los americanos como si los hubiera... visto nacer uno a uno y porque sé lo que les gusta... Mire usted, si usted me hace a mí una oferta como corresponde a un caballero, yo le juro por la gloria de mi madre que hago un recibimiento a los tíos esos que el Delegado le llena la solapa de condecoraciones y el pueblo se va a creer que han venido los Reyes Magos de regalos que les van a hacer. ¿Eh? ¿Qué le parece?