Cambridge Audio 851A: review completa
El amplificador 851A es el más alto de gama de la británica Cambridge Audio. Fabricado en China, se trata de una máquina con un concepto a medio camino del High End audiófilo y la electrónica de consumo de alta gama. Sus dimensiones y aspecto son contundentes pero continuistas respecto al modelo anterior y al resto de la gama Azur.
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Se trata de un amplificador muy potente (casi 150 W según mediciones) y muy versátil con una amplia conectividad. Está llamado a ser el motor central de cualquier sistema de audio más o menos complejo. La primera característica que nos llama la atención es su enorme peso, que va mucho más allá de su aspecto rotundo. Su corazón es un enorme transformador toroidal encargado de suministrar al sistema altas dosis de corriente. Una serie de protecciones llamadas CAP5 preservan tanto al amplificador como a las cajas de posibles fallos, sobretensiones, calentamiento, etc. Por lo demás, destacan su display multifunción configurable y los controles de tono semiocultos. En este punto ya surge el primer punto de polémica: ¿debe incorporar esos controles un aparato de esta categoría y supuestamente audiófilo? Mi opinión es rotunda: Claramente sí. Pero no anticipemos acontecimientos y vamos a experimentar las sensaciones que nos aporta el Cambridge conectado a un reproductor de CD de la misma marca y asociado a un par de columnas italianas Sigma Acoustics T-11 con transductores Scan-speak.
Miles Davis grabó en 1959 su obra maestra: Kind of Blue. El 851A separa los instrumentos con claridad meridiana haciéndonos olvidar las carencias técnicas de una grabación de la época. El sonido nos envuelve consiguiendo una cierta y agradable sensación de tridimensionalidad. Pasamos al más moderno Dr. Jecyll de José Luis Gámez: jazz puro sin concesiones. En esta ocasión, la mejor grabación nos demuestra la limpieza y profundidad del sonido del contrabajo acústico. Los watios suministrados por el amplificador mueven con absoluta solvencia las duras Sigma haciéndoles mostrar lo mejor de sí mismas: unos graves profundos y fluidos que jamás emborronan el resto de frecuencias. En cds recientes de mis vocalistas de referencia Stacey Kent y Patricia Barber verificamos también que las voces se transfieren limpias, transparentes y sin resonancias extrañas. La zona medio-alta no es nada prominente y esto evita que las cajas puedan llegar a “chillar”. Llegados a este punto, vamos a escuchar al virtuoso guitarrista Stanley Jordan en State of Nature (2008) donde se combinan instrumentos eléctricos, acústicos y todo tipo de percusiones. Aparte de las características anteriores existe una cualidad que destaca en el Cambridge Audio 851A muy por encima de todas las demás: su capacidad de extraer con precisión quirúrgica el más mínimo detalle de cada grabación. Efectivamente, el amplificador inglés es más analítico que musical. Si además lo asociamos a un buen reproductor de cd y a unas cajas también de carácter analítico, el resultado final es una precisión que parece ir más allá de la alta resolución en audio. La separación de canales y el efecto stereo se multiplican dando más aire, si cabe, al sonido. Este carácter detallista es muy notorio en el espectro más alto de las frecuencias: voces susurrantes, guitarras, platillos y demás percusiones. Por eso aquí entra en juego el tema apuntado al principio de los controles de tono. En determinadas grabaciones claramente ecualizadas que enfatizan los agudos, se agradece el correspondiente control que nos permite atenuar o suavizar esa característica. Pero, atención, los diseñadores del 851A, para contentar a los audiófilos no demasiado fundamentalistas, han “escondido” los pequeños diales giratorios haciéndolos extraíbles: todo un detalle que nos ilustra esa filosofía de abarcar amplios sectores de público desde puristas de lo clásico y acústico hasta rockeros electrificados hasta los dientes: el Cambridge Audio se comporta como un potente todoterreno que engulle sin inmutarse todo lo que le echen. Pero vamos a por la última prueba: “Communique” de los Dire Straits. He de reconocer que, después de mi etapa con el Opera Audio Consonance también de transistores, no puedo decir que haya notado una gran diferencia en cuanto a fidelidad en la restitución del sonido original: ambos amplificadores interpretan la realidad de forma honesta y sin coloraciones excesivas. La gran mejora consiste en el espectáculo que el Cambridge es capaz de ofrecer. Los Dire Straits se salen del escenario invadiendo nuestra sala con contundencia: las guitarras nos llegan inmediatas y punzantes, la linea de bajo no duda en empujar con amplitud mientras que los tambores de la batería resuenan con fuerza, realismo y autenticidad. En definitiva y, por encima de todo, estamos ante una máquina sólida y potente capaz de generar un gran espectáculo con todo tipo de música.
Sin duda, para superar la calidad y potencia de este amplificador integrado, deberíamos elevarnos varios, o muchos, escalones en el presupuesto. El 851A se posiciona en un punto intermedio de la alta fidelidad democrática y el high end más elitista que dobla o triplica su coste. A la vista de los resultados de esta review, cabe preguntarse si vale la pena invertir varios miles de euros en otros fabricantes gurús del audio ignorando la opción que ofrece la marca británica. Sobretodo, si tenemos en cuenta que el Cambridge Audio es capaz de mover cajas de alto nivel, y mucho más caras, como es el caso de las Sigma T-11 con las que se ha hecho la presente evaluación.
Puntos débiles:
Aspecto conservador alejado de los diseños audiofilo-minimalistas actuales.
En algunas grabaciones, el detalle y transparencia de los agudos puede llegar a ser excesivo.
Puntos fuertes:
Extrae cualquier detalle o microinformación con nitidez y precisión.
La potencia y control, ofreciendo unos graves muy profundos y limpios.
Su gran polivalencia que le permite restituir con solvencia cualquier tipo de música.