El hecho de comprar una edición que no sea pirata también tiene su puntillo. Es como un regusto, un poso que te deja, una sensación agradable...
Se siente uno como más legitimado para llamar chorizos a los chorizos. Eso sí; se pierde la magia de lo pseudoclandestino; ya no participa uno de una chorizada. Parece uno hasta buena persona... y eso es un punto en contra.
Lo ideal sería: edición legal y robar los extras de por ahí. Así nos llevamos las dos sensaciones por el precio de una.