Comparto la intención y los buenos deseos para la entrada de año, pero creo que idealizáis demasiado el momento; Hace unos años, y estando solo con mi pareja de entonces, di la bienvenida al año nuevo con un coito circunstancialmente apasionado, y con la curiosa circunstancia (algo buscada, no voy a mentir) de coincidir el momento de bizqueo y de tensión espasmódica de los glúteos con las campanadas. Pues bien, el año que entraba en ese momento fue... completamente anodino y poco reseñable, por lo que ese deseo mutuo de lubricidad festiva es afectuoso y muy grato, pero no os hagáis ilusiones que puedan llevar a frustración posteriormente.