Bueno, es que el hungaro era un caballero en la acepción más clásica posible del término, esa que está tan denostada hoy en día. Hombre tremendamente cultivado, derrochaba clase y elegancia sin dejar de hacer gala de un sentido del humor finisimo.
Además lo hizo todo en una época en la que criticos y academicos por igual se empeñaban en clasificar y calificar a los compositores según el area a la que se dedicasen, como si unos estuviesen por encima de otros por el hecho de no hacer cine, o hacer ópera.
Rozsa, quien siempre aborreció este planteamiento (lo consideraba una estupidez supina) compuso para peliculas durante decadas sin descuidar su obra de concierto, y pudo compaginar ambas cosas con la docencia y la musicología.
Un titán. El gruñon Herrmann, quien como sabemos vendía caros sus elogios, siempre lo tuvo en un pedestal, (junto al britanico William Walton, curiosamente), y lo consideraba, ojo, uno de los compositores mas destacados del siglo XX.