¡Esta foto! WOW!

Cuando echo una mirada a las películas que compitieron en los Oscar de 2004, me pregunto cómo es posible que, salvo Ken Watanabe como actor secundario, The Last Samurai no estuviera entre las nominadas en las categorías principales. Debo tener en cuenta la, bajo mi punto de vista, debilidad de una oposición liderada por el nefasto Peter Jackson y The Return of the King, un coñazo épico. Como dice cierto embajador en la propia The Last Samurai, ¡esto, es un ultraje!

The Last Samurai es extraordinaria. Hay quienes dicen que es un remake de Dances with Wolves, a lo que contesto que, en tal caso, supera ampliamente a la original. Nunca me canso. Siempre me engancho al film de Edward Zwick, a la sublime escenografía, la formidable banda sonora, a ese Japón del siglo XIX que se nos presenta y a unos personajes que se hacen querer y sin cuya aportación al relato se produciría una mutilación. Loado sea Tom Cruise en una de las mejores interpretaciones de su nada modesta carrera, tan buena que me hace sonreír, que deseo aplaudir cuando lo veo alcoholizado, traumatizado por las experiencias de la guerra.

Si miramos el género de este film en IMDb, las etiquetas que vienen son acción, drama e historia. Yo antepondría romance. En una historia tan provista de tramas llenas de fuerza, la relación del capitán Nathan Algren con Taka, la hermana de su captor, cuyo marido ha matado en la batalla, es el culmen de la excelencia cinematográfica. The Last Samurai nos regala algunas de las mejores escenas románticas que he visto en mi vida, porque vamos, la de la armadura antes de la batalla es de lo que se ve de década en década.

¡Peliculón!



Disfrutad el epílogo.