Iniciado por
Branagh/Doyle
Nombre: Frankenstein de Mary Shelley.
Compositor: Doyle, Patrick.
Año:1994
Editado por: Epic/Soundtrax (EK 66631)
La película y su música: Los continuos problemas que Kenneth Branagh sufrió al alejarse del universo de Shakespeare y adaptar a otra leyenda de la literatura, en particular con los diferentes borradores del guión que le entregaba Frank Darabont, obligaron a que la música de Doyle, más que en cualquier otra de sus colaboraciones, resultara decisiva no ya para el impacto emocional de la historia, sino para alentar y sostener su verosimilitud durante las dos horas de locura infernal que atraviesa un hombre que, obsesionado con la vida eterna y cansado de ver morir a quienes ama, crea a un ser humano vivo a partir de cadáveres sin plantearse el problema moral que supone fabricar a una criatura sin alma.
Doyle eleva a la décima potencia el agresivo frenesí exhibido en “Dead Again” o “Needful Things” y concibe la partitura como una gigantesca ópera orquestal, que enfatiza y exagera a conciencia el tormentoso relato hasta convertir el exceso en su mayor virtud, pues la presencia constante y tremendamente enfática de una música tan arrolladora y contundente acaba consiguiendo que el espectador, acostumbrado a ella, la asuma como una parte esencial del drama narrado, gracias a la cual escenas enormemente delicadas y casi a un paso del ridículo terminan resultando furiosas y espeluznantes.
El modo en que Doyle hace evolucionar el formidable tema de amor para Victor y Elizabeth (desde que acompaña sus momentos de felicidad en el hogar hasta que se desata majestuosamente en la noche de bodas, una vez la criatura “roba” la melodía tocándola en una flauta y anunciando, con su intromisión en una música que hasta ahora pertenecía a la pareja, la trágica ruptura de su amor) y la incontrolada descarga de adrenalina que infunde a la desquiciante historia, en particular en su tramo final (desde el linchamiento de Justine en “Death of Justine/Sea of Ice” hasta la “segunda creación” de Victor en “Elizabeth” y “She´s Beautiful”), rematan la genialidad de uno de los ejercicios de virtuosismo más electrizantes de la historia del cine. Si señor, habéis leído bien.
Lo mejor: La capacidad de Doyle para humanizar el relato e integrar la melodía de Victor y Elizabeth en un conjunto tan terrorífico, haciéndola partícipe del escalofrío.
Lo peor: Que la escucha aislada de la música impida valorar la inmensa contribución de la banda sonora en las imágenes de Branagh.
La duración: 69.52.
El tema: “The Creation”, una apabullante pieza de dos minutos que acompaña la acelerada escena en la que Victor construye a la criatura y el tema que mejor exprime la sobredosis de energía de la composición, merecidamente reivindicado como una de las cumbres del género.