Además, les gusta mucho el secador. Al principio les da un poco de miedo el ruido (igual que el aspirador) pero luego, al menos al mío, se le iluminan los ojos cada vez que ve aparecer el secador. Le encanta tratar de morder el chorro de aire y se pone cardiaco perdido cuando le da en el hocico.
En verano lo dejo que se seque al sol. En invierno cuando se moja hay que secarlo, porque con tanto pelo, o lo haces tú o andaría calado hasta la semana siguiente (con lo mal que huele un perro mojado).
Cada vez que veo un perro con vestidito, la emprendería a patadas con el dueño...