La cúpula de ETA recortó en agosto el poder de Josu Ternera para negociar con el Gobierno
La dirección de la banda reprochó al dirigente etarra los escasos resultados de su gestión
El comité ejecutivo de ETA celebró una reunión en agosto del año pasado en la que decidió asumir de forma colegiada la negociación con el Gobierno, según fuentes de la lucha antiterrorista. A partir de ese momento, según las mismas fuentes, el responsable del aparato de interlocución, José Antonio Urrutikoetxea Bengoechea, Josu Ternera, que hasta entonces había gozado de amplia autonomía, la vio drásticamente recortada. Ternera, que tiene pendiente una causa por terrorismo en el Tribunal Supremo y que huyó de España en noviembre de 2002, ha tenido contactos con socialistas desde la primavera de 2005.
Esa reunión, de la que las autoridades españolas tuvieron noticia con posterioridad, marcó una inflexión en la actitud de la banda terrorista, que endureció su discurso y elevó el listón de las exigencias, presionada por los sectores que acusaban a Ternera de no haber rentabilizado el alto el fuego permanente anunciado el 22 de marzo del año pasado.
El dirigente etarra había dirigido las conversaciones previas al alto el fuego permanente con enviados socialistas en Suiza y Noruega. Los contactos se iniciaron en la primavera de 2005, casi un año antes de la tregua dictada por la organización terrorista. En esos contactos se establecieron las bases de lo que debería ser el proceso para un final dialogado del terrorismo etarra.
La pérdida de poder de Ternera en la dirección etarra para gestionar el proceso abierto a raíz del alto el fuego se produjo cinco meses después de que ETA decidiera dejar de matar.
Los servicios de información consideraron que ese cambio tenía como aspecto positivo la implicación de los restantes dirigentes en la negociación y, por tanto, una garantía de cumplimiento de los acuerdos que pudieran alcanzarse y un menor riesgo de escisión en la banda.
De hecho, Josu Ternera no fue totalmente desplazado: asistió a los dos días de reuniones que enviados del Gobierno y ETA mantuvieron a mediados de diciembre, aunque lo hizo acompañado por otros dos etarras menos conocidos y, según algunas fuentes, no llevó la voz cantante de la delegación de la banda terrorista. En esa reunión, ambas partes trataron de los casi nueve meses de alto el fuego permanente con reproches mutuos respecto a su comportamiento y también trataron de las principales reivindicaciones de ETA en relación con el derecho de autodeterminación y la situación de Navarra respecto a Euskadi.
Los interlocutores del Gobierno dejaron claro a los representantes de ETA su rechazo a las reivindicaciones históricas de los terroristas. No hubo ningún avance en el diálogo. Y el Gobierno creyó que tampoco se habían producido retrocesos, por lo que la acción criminal de ETA le ha cogido por sorpresa. Sobre todo porque, además, se produjo sin un comunicado previo de la banda anunciando el final del alto el fuego permanente.
El atentado del pasado 30 de diciembre contra uno de los edificios de aparcamientos de la terminal T-4 de Barajas ha obligado a los servicios antiterroristas a revisar sus análisis.
El bombazo sorprendió a los expertos antiterroristas ya que, aunque ETA y su entorno habían lanzado advertencias cada vez más alarmantes -el robo de pistolas, el hallazgo de un zulo con explosivos, el aumento en la intensidad de los ataques de los terroristas callejeros-, en ningún momento habían anunciado la ruptura del alto el fuego permanente.
Ni siquiera en la reunión bilateral del pasado mes de diciembre se trasladó tal mensaje a los enviados del Gobierno, lo que explica el optimismo de que hizo gala el presidente José Luis Rodríguez Zapatero la víspera del atentado cuando, en la conferencia de prensa que convocó para hacer un balance del año, aseguró que en 2007 todo iría mejor en relación con el proceso para el fin dialogado de la violencia terrorista.
"Nos han engañado". Ése era el comentario sombrío e indignado de un alto cargo con responsabilidades en la lucha contra ETA.
Pero la bomba colocada en el aeropuerto de Barajas no sólo pilló desprevenido al Gobierno, sino también a la formación ilegalizada Batasuna, como evidencia la intervención de su portavoz, Arnaldo Otegi, tratando de minimizar la gravedad de lo sucedido y asegurando que el proceso no estaba roto, pese a que una de las condiciones del mismo era la ausencia de atentados y a eso se comprometió ETA en su comunicado del 22 de marzo, donde anunció el alto el fuego permanente.
Ahora, la pelota está en el tejado de la organización terrorista, estiman las mismas fuentes antiterroristas consultadas por este periódico.
En su afán por tensar la cuerda -que comenzó con el recrudecimiento del terrorismo callejero y siguió con el robo de 350 pistolas en una armería francesa- la banda (o, al menos la parte de ella que controla el aparato militar) ha acabado por romperla.
Los servicios de información señalan que ahora deben prestar mucha mayor atención de la habitual no sólo a ETA sino especialmente a Batasuna. "Se han quedado sin alternativa y tendrán que moverse", vaticina un experto en la lucha antiterrorista.
Se refiere esta fuente al hecho de que, para la izquierda aberzale, ya no sirve la estrategia que puso en marcha hace más de dos años con el llamado espíritu de Anoeta. Dentro de esa estrategia, la posibilidad de Batasuna de volver a las instituciones en las próximas elecciones municipales ha quedado anulada.