Pues precisamente andaba yo paseando entre la espesura de mis plantas artificiales cuando me he topado con uno que, desinteresadamente, se presta a echarnos una mano.
El pobre nació con hidrocefalia y lo trajeron a la Tierra para lanzarlo por la ladera del Monte Taigeto (como a los bebés espartanos tarados) pero es un alienígena hecho a sí mismo que ha superado la adversidad y se ha convertido en una letal máquina de cazar cabezones como él para nutrir mi colección personal.