Hoy en día, la televisión española da asco. Verdadero asco. TVE sigue con sus programas rancios que no ve ni el tato; Tele5 divide su programación entre realities y programas del corazón; Antena 3 sobrevive gracias a sus monstruosas publicidades; Cuatro intenta proponer nuevos formatos que fracasan: la Sexta ni siquiera se recibe en muchas zonas del país... las series patrias son vergonzosas, las tertulias son circos, los telediarios son más largos, pesados e infumables que nunca. Vamos mal, caballeros. Ahora más que nunca, se recuerdan los buenos programas de antaño.

Mis dieciocho añitos me permitieron disfrutar del auge de El Informal, allá por la transición de siglos. Y lo bueno es que podías comentarlo con la gente a la que le gustaba, igual que comentabas las películas que veías en el cine y las series que veías por la tele, porque por aquel entonces la mayoría de la gente aún veía pelis en el cine y series en la tele.

El Informal marcó época. No era precisamente un prodigio de originalidad, pero lo suplía con humor, desenfado y unos guiones descacharrantes; una estructura que meazclaba noticiero, entrevistas, vídeos redoblados, concursos, sketches, secciones fijas (Ful fiction, Cantando las 40, etc). Popularizaron conceptos imitadísimos como las pifias mentales, los parecidos razonables o llamar Chuache a Schwarzenneger. Los guiños al público eran habituales con esa desopilante galería de personajes que los fans recordamos con cariño, que todo el mundo conocía en aquella época: el Poli Risitas, el Pepis, Michel Landon, Fernan Bizco; o repetían los mismos vídeos del Dalai-lama, Charlton Heston, la vieja de Titanic, y muchos más. Incluso, en una fórmula que hoy ha convertido en culto a La Hora Chanante, rodaron vídeos destinados a ser mitificados por la red, como El pelo p'atrás o Me quiero partir.
Compartiendo piso con el audienciómetro Gran Hermano, la duración del programa se fue reduciendo hasta que la odiosa Tele5 decidió quitarlo durante los tres meses que durase la nueva edición del reality-truñow; el equipo dijo que si les quitaban ya no iban a querer volver, pero fue imposible: las cadenas de televisión deberían haberse leído el cuento de la gallina de los huevos de oro. Ni siquiera las protestas de miles de millones de fans* sirvieron para nada.
Es una pena ver dónde terminaron los integrantes de tan legendario programa. Javier Capitán, el presentador oficial, sobrevive en Telemadrid con quiz-shows de relleno. Florentino Fernández, antaño showman bestial e ídolo de prepúberes, tropezó con su propio ego a base de programas de medio pelo y ahora lo único que hace bien es doblar películas. Felishuco se metió a triste tertuliano del corazón. Miki Nadal sobrevive como secundario graciosete en otros programas de humor. La que más suerte ha tenido es Patricia Conde, que tras algunos tumbos ha terminado en Sé lo que hicisteis... y no le va nada mal. Respecto a Maribel Cassany, Alicia Ramírez, Mario Gil... ¿quién coño eran esos?

Señores directivos de Telahínco, digo Tele5: si han editado en dvd hasta las primeras temporadas de Homo zapping, ¿qué demonios esperan para sacar El Informal en formato doméstico y así rebajar el agravio? Les aseguro que las ventas serían espectaculares.
Sin más preámbulos, y habiendo memorizado por si acaso las matrículas de sus coches y el horario del colegio de sus primogénitos, se despide un espectador frustrado.

*Puede que la cifra no sea exacta.