En un día con nieve, lluvia, paraguas y todos mis zapatos de nieve a seis kilometros de casa, fui al cine porque en la España vaciándose, a veces, el puto cine Van Gogh pesetero, organiza semanas de V.O en colaboración con la escuela de idiomas, sesiones que siempre están llenas, pero esto a esos empresarios dinosaurios les da igual, no aprenden.
Bueno, en nauticos, añorando NYC y muriendo de la envidia del pijerío y la belleza, juventud y delgadez de Chalamet, que es repito, el mejor modelo que hay en la actualidad, sólo hay que ver sus alfombras rojas, sus posados, sus sesiones de fotos, es uno de los hombres mejores vestidos y elegantes del mundo, está soberbio como alter ego de Allen.
La película es flojísima y larga, largísima. 90 minutos que parecen doscientos.
Zelig duraba 80, en esa década encadenaba una obra maestra tras otra. Y ninguna era larga, todas eran orginales aunque hablasen de lo mismo.
Hasta la niña blancanieves que imita los personajes de Judy Davies, pero sin la inteligencia de ellas, esta bien. La fea de Selena, cara pan de hogaza mollete tex mex, parece blanca y me gustó su voz, nunca la había escuchado, ni visto, pero la sigo detestando. Petarda disney. Odio todo lo que venga huela vomite a Disney.
No,Woody Allen, por poner a ídolos juveniles tú (ni yo, ni nadie) volveremos a ser jóvenes. Ni conseguirás lo que siempre has ansiado: hacer muchos millones de dólares en las taquillas de tu país.
Jude Law está especialmente mal en el filme. Toda la subtrama es mala, ya la hemos visto en sus películas mejor contadas.
Diego Luna ha envejecido fatal, y su personaje me pareció pedante, ridículo. Añoro a Leonardo di Caprio de Celibrity. Esa sí que era una gran película, ésa sí que era una obra de arte.
Este día lluvioso es como un mal remake de Antything else, aquella obra mestra con Cristina Ricci que tantó gustó a a Cahiers du Cinema, a Tarantino y a mi.
W.Allen está chocho perdido, desde la pésima, larga, aburrida y sobrevalorada Match Point casi no ha dado ni una. Poner minifaldas a sus dos actrices en épocas, digamos, conflictivas, y más para él, es una chorrada e inverosimil. Nadie lleva esas faldas en el 2018, 19 ni fuera de las canchas de tenis. Los cashmere y el Harris Tweed sí.
La fotografía preciosa, el pijerío, precioso, NYC maravillosa, que se deje de rollos macabeos de turista desubicado en Europa, no son lo suyo, aunque acierte en París y Barcelona.
Hay al principio un brillante gag sobre la mononucleosis y sobre las mamadas en el bar mitva. Como aquí, los únicos judíos que se han visto desde 1492, han sido los de la lista de Spielberg, sólo me reí yo.
Hay chistes muy graciosos sobre Arizona y sus chicas. Conozco a una, se lo dire.
La chica de los quinientos dólares es guapa y distinguida. Mucho mejor que la carísima y chonísima de quinientas libras part time de la mala Tall dark stranger que se ligaba Sir Anthony Hopkins.
La conversación de Chalamet con la madre ha dignificado todo el metraje. Este chico lleva tres conversaciones memorables en pantalla en tres películas consecutivas. A ver si se encasilla.