Éso sí, cómo éste es un Drácula modernillo no puede evitar caer en el tópico del Drácula romántico que aparece como un seductor, y desde luego, a pesar del peinado un tanto absurdo que me lleva -y de que, en algunas escenas, casi parezca el Neo de Matrix (han querido modernizar la indumentaria, pero al mismo tiempo, siendo fieles a lo tradicional: Drácula viste enteramente de negro, aunque en lugar de la típica capa use una especie de abrigo largo con el que interacciona a veces como hacían los Dráculas clásicos con su capa, y que en algunos momentos lleva directamente sobre sus esculturales hombros desnudos: es un Drácula sexy, tiene que enseñar cacha)-, Gerald Butler (rizos de querubín tenebroso, blancas y redondeadas mejillas rebosantes de lozanía...si el conde Orlok levantara cabeza...) es de lejos el Drácula más apetitoso que he visto

. Chicas, animáos:
en una escena le podéis ver fugazmente el culete, y lo tiene estupendo
. Aunque en mi opinión, no tiene la entidad suficiente o las habilidades escénicas para llenar un personaje como Drácula, a Drácula lo han reducido a tan poca cosa en esta versión que cumple perfectamente, incluso ampliamente, su cometido, y de hecho es casi de lo más destacable del filme. El resto de los actores, quitando a Plummer, van de lo correcto a lo simplemente sosito, especialmente las chicas. Mina aquí se llama Mary y trabaja, muy moderna ella, en una tienda de discos cuyo logo vemos todo el rato: seguro que no por casualidad. Es la típica damisela en apuros que sueña con un extraño ser que la fascina y la da miedo. Bueno, nada que no hayamos visto antes. Casi todo lo demás -decorados, atmósfera, música...- es poco memorable. Y poco más se puede añadir.
Aunque banal, es vistosa, es entretenida y se disfruta siempre y cuando uno no se la tome muy en serio.