¿El mayor engaño de los servicios espionaje de la historia?
Si hubiera que resumir la guerra de Irak y su posterior invasión por parte del mundo civilizado occidental, sería engaño. La palabra engaño funciona mucho mejor que la mal usada y en boca de todos mentira. En 2003, tras los atentados islamistas en suelo americano (el 11-S) y la posterior invasión de Afganistán con el apoyo de la ONU, Estados Unidos se embarcó junto al apoyo de una decena de países en una misión complicada, peligrosa, y en cierto modo, suicida. Los motivos de dicha invasión no están claros (y algunos piensan que jamás lo estarán), y cada persona o gobierno ve en ellos una excusa diferente para sus propios intereses. ¿Garantizar la seguridad e integridad de la sociedad occidental frente a la barbarie islamista? ¿Posicionamiento geoestratégico en Oriente Medio? ¿Movimiento por el control de recursos energéticos? ¿Destitución de la dictadura de Sadam Hussein y apoyo a la democracia y la libertad? Quizás todos, o quizás ninguno. Aún es pronto para arrojar una visión coherente y veraz, aunque muchos directores y realizadores ya se han atrevido a dar su opinión. El cine documentalista (verdadero motor del cine-denuncia propio de este tipo de acciones bélicas) ya ha intentando indagar y buscar la propia verdad en todo el asunto. Cineastas como el reconocido y provocativo Michael Moore, desde su documental (más bien docudrama)
Fahrenheit 9/11 arrojó ciertas perlas ácidas en contra de la nefasta administración Bush, sus fallos como gobernante y su horrorosa gestión de la (según él) innecesaria invasión al país gobernado por el dictador Sadam Hussein. No han sido poco los libros, películas (
Redacted de Brian de Palma), series (
Generation Kill o
House of Sadam) o documentales (como ya el citado) los que han ido descubriendo poco a poco las piezas del complejo puzle político, social y bélico que es la conocida Guerra de Irak.
En tiempos convulsos y post-bélicos como en los que vivimos (con una nueva administración y estratégia en la zona), es normal empezar encontrar decenas de productos que intentan mostrar su visión del asunto. Con la oscarizada
The Hurt Locker recién estrenada en nuestro país ( y cuya crítica tendréis en breve ), el tema sobre la invasión de Irak está bastante candente, pues es la perspectiva y el tiempo, lo que nos hace tener una visión más o menos cercana de lo que realmente ocurrió allí.
Green Zone: Distrito Protegido es la última y novedosa pieza de un complejo mural cinematográfico que a buen seguro empezará a llenar nuestras carteleras y videoclubs conforme pasen los años.
Green Zone: Distrito Protegido es una excelente muestra de los primeros días de la invasión de Irak. El control de la zona presidencial de la capital, así como el comienzo de re-construcción del país, es el telón de fondo ambiental de la última película de Paul Greengrass, director entre otras, de las dos últimas entregas de la saga de Bourne. El director inglés (que en su momento al igual que gran parte de la sociedad británica apoyó a Tony Blair), con su particular manera de rodar y narrar, nos cuenta la historia del soldado Roy Miller, interpretado por Matt Damon en sus labores de búsqueda y control de las populares armas de destrucción masiva. Tras una serie de movimientos en falso y unas cuantas búsquedas infractuosas, el soldado Roy Miller se verá envuelto en una conspiración política y bélica a altos niveles, y se verá obligado a acatar órdenes o ignorarlas en busca de la verdad que tanto ansía buscar. Y todo ello en la zona conocida como "Green Zone" o Zona Verde y alrededores, supuesto paraíso de seguridad en Irak (atención a una interesante escena con los militares capitaneados por Roy Miller de uniforme entrando en una piscina donde sirven cócteles y pizza a los altos mandos).
Lo que en planteamiento parece un maravilloso punto de partida para una película intrigante a varios niveles, se queda en simplemente eso, una buena carta de presentación y actitudes, pero no en una solida propuesta argumental como se esperaba con tamañas cabezas creativas e interpretativas delante y detrás de las cámaras.
Green Zone: Distrito Protegido no es ni mucho menos un "Bourne en Irak" como se ha ido diciendo por decenas de medios informativos y carteles publicitarios. Es cierto que comparte estética y algunos tics narrativos, pero nada más lejos de la realidad. Paul Greengrass usa su particular cámara en mano, sus movimientos rápidos y su particular iluminación. Matt Damon pone su cara, sus golpes y su físico, pero las similitudes con Bourne acaban ahí.
Green Zone: Distrito Protegido plantea una suerie de situaciones verosímiles y difíciles de asimilar, como el caos y la lucha administrativa entre las diferentes ramas de inteligencia de los Estados Unidos, así como el arroje y la lealtad de las tropas de infantería, últimos peones de los movimientos sin sentido (o engañosos, según se mire) de sus superiores. Pero es una pena que todo aquello que parece relucir en los primeros minutos de metraje acabe siendo una triste algamasa de clichés argumentales un tanto manidos que se apresuran en relatar y terminar conforme avanza la trama.
Green Zone: Distrito Protegido falla en lo que no debería. En el desarrollo de su interesante trama. No por el ritmo o la forma de contarla (perfectas hasta casi el final), si no más bien por su estrepitosa, rápida, desinflada y común resolución argumental. Por momentos parece que el mismo Paul Greengrass se ve obligado a terminar una trama que podía haber dado para muchísimo más, y se nota en los compases finales de la cinta. El libro en el que se basa,
"Imperial Life in the Emerald City: Inside Iraq's Green Zone" de Rajiv Chandrasekaran, era un retrato complejo de la sociedad iraquí antes y después de la toma y control de los Estados Unidos, así como un maravilloso crisol argumentativo sobre los fallos, errores y aciertos de la administración de George W. Bush a la hora de intentar re-construir el país de Sadam. Es cierto que se ven algunos detalles (el caótico gabinete de gobierno formado por todas las tribus y culturas propias de Irak, donde acaban, literalmente, a puñetazo limpio) realmente interesantes, pero no termina de cuajar.
Visualmente, como se podría esperar,
Green Zone: Distrito Protegido es una excelente muestra de credenciales por parte de Paul Greengrass. Las pocas (pero muy impactantes) escenas de acción están planeadas dentro de su caótico estilo cinematográfico, y el resultado es tremendamente satisfactorio. No faltarán persecuciones (a pie o en vehículos) tiroteos en espacios reducidos o forcejeos rudos y rápidos.
Green Zone: Distrito Protegido es una película de contrastes, pues su argumento y acción se desarrolla tanto de día, como de noche, si bien las escenas nocturnas (gracias a la especial y particular iluminación querida por el director) quedan ligeramente opacadas anta las iluminadas escenas y secuencias diurnas. Aún así, hay que dejar claro que Paul Greengrass y Matt Damon forman un tándem realmente impactante en la pantalla, y eso se nota en la película.
Green Zone: Distrito Protegido es por lo demás (descontando su manido y poco trabajado argumento), una película trepidante, con un reparto de secundarios de verdadero lujo (Jason Isaacs, Greg Kinnear o Brendan Gleeson hacen de contrapunto de interés a nuestro protagonista) y un estilo visual maravilloso. Lástima que por culpa de los lastres argumentales, no pase de ser una película más. Es entretenida sí, pero nada más.
Alberto González
La banda sonora corre a cargo de John Powell, el compositor de las películas de la saga de Bourne. Musicalmente comparte muchísimo en su partitura, y abrá momentos en los que el espectador más avezado se de cuenta de lo similares que son los compases perpetrados para Green Zone: Distrito Protegido en referencia a sus trabajos anteriores. Tiene un par de piezas realmente interesantes (
Attack and Chase y Chaos/Email), pero por lo demás, es una banda sonora que no destaca especialmente salvo para acompañar a la película en sí misma.