Y ahora, las arenas movedizas. Hay cierta polémica en dos frentes. Primero, me refiero a una cosilla que publica The Jim Hill Disney’s Blog, en la que menciona que
John Lasseter, jefe de animación de Pixar (ahora una y trina con Disney) y nuevo jefe de la división tradicional de Disney Animación (Walt Disney Feature Animation)
ha elegido a Newman, compositor habitual de Pixar para componer la banda sonora del film,
dando la patada al músico original, Glenn Slater.
Hill recibió al día siguiente varios correos de profesionales de la animación que temen que esta decisión sea sólo la primera dentro de la presunta intención por parte de Lassetter de “convertir la WFDA en Pixar II” . No obstante, el propio Hill da una perspectiva bastante coherente a todo el asunto, argumentando que Lasseter ve cómo The Princess and the Frog puede ser la última oportunidad que tenga esta sección de animación de Disney –que ha levantado cabeza un poquito con Encantada–, por lo que ha decidido elegir a un compositor que sabe va a responder a las expectativas (Newman acumula doce, repito, 12 nominaciones al Oscar) y con el que ha trabajado en Toy Story, Toy Story 2, Monstruos, Bichos y Cars. No obstante, ojalá Lasseter le hubiera echado un par de… narices, apostando por la elección original de sus creadores, que para algo hacen la peli a su mejor juicio y con todas sus ganas.
En segundo lugar,
la cuestión racial, que se aborda en este otro post de Jim Hill. Según el autor, el hecho de que Tiana
sea la primera chica negra que protagoniza un film de animación Disney ha levantado cierta polvareda entre los defensores de lo que en Estados Unidos conocen con mayúsculas como Corrección Politica (el segundo y último comentario subjetivo que voy a hacer es el siguiente: dado que esta tendencia me parece un comportamiento empleado para minimizar cualquier tipo de diferenciación racial, social o religiosa para evitar ofensas contra ciertas mentes “bien” pensantes, creo que la CP es una de las lacras de nuestros tiempos cinematográficos. Fuera del cine, me reservo mi opinión).
El caso es que estos señores comenzaron a criticar que la princesa se llamaba Maddy –similar a Mammy o Addy, (presunto, según Hill) nombre de esclava, en el que consideraban su profesión como “deshonrosa” y que el título original, The Frog Princess,
parecía un insulto para los franceses. Esto último merece una explicación: “frog” es el epíteto equivalente a “gabacho” y el film se desarrolla en el Cuarto Francés de Nueva Orleans. En fin, que estas críticas se efectuaron sin haber tenido acceso al guión o al material de la peli. Su única base eran las hojas de casting.
Y como dice Jim Hill “aquí tienes a los pobres Ron y John intentando lidiar con la enorme presión que supone que una división entera de animación dependa del éxito de tu film, intentando hacerlo lo mejor que pueden,
sólo para encontrarse en mitad de esta tormenta de Corrección Política”.
Como medida de protección, los de Disney lanzaron una política de control de daños: emplearon una noticia en el USA Today para dar a conocer el cambio de nombre de la protagonista. Como los rumores no cesaban, la compañía se vio obligada a sacar un comunicado previo, una medida sin precedentes por cierto, en el que aseguraban que “
a este cuento de hadas le quedan todavia dos años y medio antes de ver la luz. No se han revelado más detalles del film, y por desgracia mucha de la información divulgada es inexacta. Cuando hacemos hojas de casting empleamos información inexacta para evitar dar a conocer detalles del film, por lo tanto la información que manejan los medios es incorrecta”.